Al escuchar su respuesta todo se torna rojo para ti, estallas en colera y la voz de Cehennem ateşi que te susurra como un mal consejero se vuelve muy clara en tu mente "mátalos" es en realidad lo que deseas ahora mismo, reducirlos a cenizas, oírlos suplicar por sus vidas y luego arrebatársela consumiendo sus corazones.
Empiezas a notar como todo tu ser vibra y te grita que abraces ese lado que temes, ese que te susurra lo que ahora eres y de lo que no puedes escapar.
Tus ojos se iluminan con tono rojo carmesí al igual que la marca en tu pecho y la tierra bajo tus pies se quiebra al experimentar tu poder bajo la planta de tus pies, el cielo empieza a ennegrecerse cubriendo el sol con nubes grises y el estruendo de los rayos corta el silencio asfixiante.
Te observan con miedo, viendo como emanan de ti cientos de volutas negras y las palmas de tus manos se incendian creando un fuego sofocante y ardiente.
Tu voz se torna más grave y avanzas hacia ellos dejando un rastro de muerte, arrebatándoles la vida a la hierva bajo tus pies.
- Vosotros, habéis matado no solo a mis amigos, sino también a mi Alpha, provocando mi ira y ahora todos moriréis lenta y dolorosamente, ni siquiera la tierra putrefacta querrá lo que quede de vosotros. Brujos a mí.
Ellos intentan hablarte, pero es como si su voz quedara muy lejana y se perdiera con el viento. Extiendes tu mano hacia adelante y un trueno corta el aire pariendo un árbol por la mitad que se encontraba tras tus raptores, este termina cayendo e incendiándose; intentan huir, pero tú llamas al fuego como si fuera una extensión más de tu cuerpo, de tu alma inmortal y creas un circulo a vuestro alrededor de fuego sin dejarle escapatoria.
Sientes como el poder crece en tu interior, pero también como te mata, como consume más rápido tu vida.
- ¡Sí sigues con esto tú también morirás! – te grita uno de los hombres tirado en el suelo –
Ahora que te fijabas podías advertir que eran tres hombres en total, el que acaba de hablarte tiene una cicatriz en medio de la cara, el de tu derecha tiene el cabello largo y negro y el de tu izquierda muy corto y rubio, muy diferentes, pero igual de despreciables a tus ojos.
Una risa sin gracia brota de tu garganta, mientras te acercas al hombre de la cicatriz y te colocas a su altura sentándote sobre tus talones.
Tus ojos se suavizan dejando ver el carmesí en tus iris.
- ¿Crees que me importa morir después de que me quitarais lo único que me quedaba en esta tierra? No tengo un lugar al que volver, ni a nadie a quien amar, lo único que me mantiene en pie ahora mismo es mi deseo de regar esta tierra con vuestra sangre. – una siniestra sonrisa se dibuja en tu rostro –
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Pones tu mano frente a su rostro, estas a punto de quemarle la cara cuando alguien grita a tus espaldas:
