Estas dispuesta a pelear, a dar todo de ti por la victoria para salvarlos a todos, pero sabias que te faltaba energía, que si no lograbas terminar el ritual a la primera no habría más oportunidades, las dos partes de su alma volverían al cuerpo de tu amiga y a la de tu pareja y tendrías que matarlos. El tiempo y la fuerza jugaban en tu contra, debías hacerlo rápido, antes de que la luna se moviera de su posición.
El enemigo te golpea con ferocidad, sin darte tiempo a contratacar pensando en una solución para neutralizarlo y meterlo en la vasija, pero no te deja acercarte, no deja que uses tu magia.
Esquivas unos de sus ataques y lo golpeas con la gigantesca hacha que te dio previamente Morgana, tu enemigo se tambalea y cae al suelo agrietando la tierra.
Juntas tus manos, formando el símbolo del triangulo para aprisionarlo y poder continuar con el ritual.
- Hapishane – pronuncias –
Cadenas de hierro brotan de la tierra y comienzan a aprisionar a tu enemigo, este forcejea y te mira con rabia.
- Me pregunto si podrás hacer el hechizo y salvar a tus amigos al mismo tiempo. – te dice –
Con el brazo libre que le queda lanza un hechizo al cielo y cientos de espadas se disponen a caer sobre las cabezas de tus amigos, pero el hechizo aun no esta completado y te ves en la obligación de detenerte para salvarlos.
Estas a punto de romper la conexión cuando Gurē te grita:
- ¡Yo puedo hacerlo! ¡continua con el ritual!
Lo miras confusa y te sonríe.
- Tengo parte de hechicero. – te confiesa –
Le sonríes agradecida y continuas con la prisión de cadenas, mientras notas como tu compañero creo un escudo sobre todos, creyendo que todo va bien no te esperas que este falle, que Gurē no tenga la energía suficiente para mantenerlo en un radio tan grande, pues en realidad su parte mágica es muy pequeña para abarcar tanto terreno.
Entonces cuando las espadas caen sobre ellos el escudo se agrieta y parte de él cede, rompiéndose, Libereco, quien estaba más alejada del resto esta a punto de morir. La escuchas gritar al mismo tiempo que la risa retorcida de tu enemigo se intensifica.
Sin dudarlo, rompes la conexión y corres hacia ella, dejando el hechizo a medias. Te lanzas sobre ella apartándola de las espadas cayendo sobre ella, protegiéndola con tu cuerpo.
Notas como una de las armas alcanza tu brazo derecho y gritas de dolor.
Tu sangre gotea sobre Libereco, quien te mira con una pequeña herida en la frente.
- He fallado... - susurras – N-no he terminado el hechizo, es todavía demasiado fuerte para que pueda encerrarlo en la vasija.
Escuchas como tu enemigo forcejea con fuerza, intentando librarse de las cadenas, mientras la luna comienza a desvanecerse.
La lluvia cae sobre vosotras y sientes como el peso del mundo cae sobre tus hombros y te abruma el destino escrito. Miras a Libereco perdida y ella te sonrie triste:
- E-el destino no se equivoca, si exige un sacrificio, h-hay que dárselo. – acaricia tu rostro con las manos temblorosas –
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