Capítulo uno.

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Capítulo uno: El comienzo de una búsqueda.

21 de febrero, 2018.

¡Oh! Eres tú otra vez.

Bienvenido, déjame decirte que aún estamos en Felmor. Solo que, como toda ciudad, esta es muy grande. Al parecer es uno de los distritos cerca de la capital de Iverny, el país en el que me encuentro. Estoy en la calle siete, avenida azul, donde se ubica el College Felmor. Así es, yo también quiero ver cómo es la vida de los universitarios.

A ver, déjame describírtela. Sería muy mala educación de mi parte no describirte el lugar donde estamos. Pues veamos, como en toda universidad hay un parqueo y diversas facultades, no nos vamos a detener ahí porque no es algo que me interese. La facultad de jurisprudencia es muy estirada, la escuela de artes... muy colorida, el departamento de educación... ¡Nah!, mejor continuemos. A medida avanzo, puedo observar una especie de bosquecillo ¡sí! ¡esto si me interesa! Es decir, hay árboles, ¡muchos árboles! Y yo amo los árboles. No sería lo que soy si no amara los árboles.

Uh, mira. Espera, detengámonos, ahí parece haber algo interesante.

—Creo que mi cerebro está frito —Lloriquea una chica pelinegra golpeando su cabeza contra la dura mesa hecha de piedra.

—Lin, cálmate ¿quieres?, a todos nos pones nerviosos cuando haces eso —dice un chico de cabello negro, tiene gafas y sus ojos son cafés. Su nariz es un tanto respingona y su piel es un tanto pálida.

—¡No puedo! —grita Lin alzando su mirada hacia el cielo—. ¡Hoy es el parcial y mi cerebro no retiene nada de información! ¡sabes lo frustrante que es eso! —exclama agrandando exageradamente sus ojos. Su cabello negro está atado en un muy desarreglado moño y bajo sus párpados cuelgan unas pronunciadas ojeras que le dan aspecto parecido al de un zombie.

—Solo relájate, si te presionas demasiado entonces lo poco que has aprendido será borrado inmediatamente de tu memoria, y tú no quieres eso, ¿verdad? —inquiere una pelirroja acercando su rostro al de Lin.

—Pame, basta. No la asustes de esa manera —le regaña el chico de gafas.

En los ojos color avellana de la pobre Lin puede observarse el pánico y el miedo que han provocado las palabras de la pelirroja. Parece que Lin va a tener un ataque cardíaco pues se pone pálida y aunque está sentada se tambalea de lado, ¡uy! parece que alguien abrazará el suelo de costado.

Sin embargo, antes de que Lin se caiga, las manos de un chico la sostienen con firmeza.

Un chico cuyo físico es un tanto peculiar. Lo escaneo de arriba abajo, es alto, con un cabello castaño que parece brillar con los reflejos del sol y creo que en su cabello tiene lo que muchos humanos llaman «mullet», la verdad es que no se le ve mal, se ve muy atractivo, sumándole a ello que tiene un cuerpo regular, delgado y con algo de músculos. Sus labios son un poco llenos pero lo que más llama la atención son sus ojos: uno café y el otro celeste.

El chico que sostiene a Lin tiene heterocromía.

—¡Vaya! ¡Al fin te dignas a aparecer, Lex! —exclama la pelirroja juntando las palmas de sus manos.

El tal Lex parece ignorarla por completo, lo que causa un sonido de indignación por parte de Pame y una risa por parte del chico con gafas.

—¿Estás bien, Lin? —pregunta Lex, poniéndose en cuclillas para estar al nivel de la mencionada.

Lin niega con su cabeza y señala bruscamente a la pelirroja.

—Ella dice que mi cerebro se freirá.

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