Punto de vista de Amelia Ledesma
Abrí los ojos tan pronto como oí la voz del capitán sonar a través de los altavoces del jet. Él estaba informando que en unos minutos aterrizaríamos en suelo suizo, y que debíamos mantener abrochados nuestros cinturones de seguridad. Miré a mi lado izquierdo, teniendo la imagen de Luisita en un sueño profundo y pacífico. Estaba agotada después de tantas horas de vuelo, y terminó durmiendo. Comprobé si su cinturón de seguridad estaba bien abrochado, cuando sentí que el avión descendía gradualmente.
Luisita preparó todo al último minuto, ya que la idea le llegó por sorpresa, pero no fue una tarea muy difícil, por supuesto; con la cantidad de dinero que poseía, sólo tenía que hacer algunas llamadas y todo estaba listo para ella. Al principio pensé en rechazar la propuesta, ya que no era lo correcto. Sin embargo, la sed de más información me consumió, haciéndome dejar a un lado mis principios para obtener cualquier información por un medio metafóricamente ilícito.
Si he seguido el procedimiento normal, debo enviar una petición al departamento de policía de Suiza, pidiéndoles que se pongan en contacto con el banco, para exigir la información exacta del titular de la cuenta; sin embargo, preferí hacerlo a mi manera. Una vez que las ruedas de la aeronave entraron en contacto con la pista de aterrizaje, causando ese impacto inicial, Luisita se movió en su asiento junto a mí, despertando de su sueño. Subí la cremallera de mi chaqueta para tratar de calentar un poco más, mientras que la rubia parecía enderezarse la ropa.
- Ya llegamos, señora Fernández. - Dejé salir con una sonrisa cínica.
Ella llevó una de sus manos a su pelo largo, tirándolo a un lado, y luego me miró seriamente.
-Gómez, Amelia. Soy la señora Gómez.
-¿Cuando estás lejos de tu marido eres una persona diferente?
Ella no dijo nada, sólo sonrió. En cuestión de minutos, el avión se detuvo en el lugar donde bajaríamos. Luisita cogió su bolso del asiento a su lado y se levantó. Ella estaba propiamente vestida. Llevaba pantalones oscuros, un jersey de cuello de lana negra, encima un abrigo blanco muy grueso y con tacones cerrados. Su pelo largo y rubio estaba suelto y sedoso, como me gustaba.
La puerta del jet se abrió, y pronto uno de los empleados del aeropuerto puso las pequeñas escaleras en posición. Me levanté de mi asiento, y al igual que Luisita, llevaba pantalones vaqueros oscuros y un abrigo bueno y cálido, pero el mío era negro. Y una bufanda alrededor de mi cuello.
-Bienvenidos a Zurich, señoras. - El hombre habló cortésmente cuando salimos del avión.
La brisa fresca entró pronto en contacto con mi cara, haciendo que todos los pelos de mi cuerpo se pusieran de punta. Era invierno en Zurich, la enorme ciudad de Suiza estaba cubierta por una gruesa capa de nieve, dejando su paisaje algo monótono y aburrido. El blanco de la nieve cubría todo y cualquier cosa presente allí.
-Gracias. - le dijo al hombre que asintió.
-El coche ya está esperando.
Bajamos las escaleras, caminando hacia el Mercedes negro estacionado justo al lado del avión, mientras que el personal se encargó de poner nuestro equipaje en el maletero. Luisita entró en el coche rápidamente, y la seguí. La rubia respiró hondo mientras se frotaba las manos para sentir calor. Sonreí y me acomodé junto a ella, viendo su cabello cubierto con unos cuantos copos de nieve.
-Me voy a congelar, Dios mío. - gruñó, para luego pedir al conductor que encienda el calentador.
- Ven aquí, déjame ayudar.
Luisita se acercó rápidamente, dándome la oportunidad de sujetar sus manos para frotarlas junto a las mías. Entonces, soplé aire caliente entre las manos de la rubia, que estaba buscando calor. Sus ojos marrones me miraban fijamente durante unos segundos, en los que nos miramos por una razón desconocida. En ese corto período de tiempo, nos miramos con una energía diferente.
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Jaque Mate
FanfictionUn juego peligroso, lleno de trampas. Una disputa de poder, dinero y deseo. De un lado del tablero, la oficial Amelia Ledesma, por el otro, la esposa de un magnate, Luisita Gómez. En este juego, sólo uno caerá. ¿Quién tendrá la mejor estrategia? ¿Qu...