Capítulo 19. Jaque.

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Punto de vista de Luisita Gómez

El lugar era grande, tenue y totalmente lejos de la ciudad. Fue una elección perfecta para ejecutar mi plan. Nada podría salir mal en ese momento, ni en los futuros eventos. Todo fue pensado, trabajado y ejecutado a la perfección, por lo que nada podría impedir el siguiente movimiento.

Después de todo, no era un simple juego de suerte, sino de estrategia. Solamente los mejores jugadores y más fuertes sobreviven en la selva desigual de este juego de tablero llamado vida real. Y demuestro con mi entrada en este juego mi único objetivo: ganar.

-¡Pónganlos en esa habitación!

Oí la voz profunda y masculina gritando en el fondo, haciendo eco a través del gran espacio del almacén abandonado. Caminé lentamente en una de las habitaciones, que estaba en mucho mejor estado que las habitaciones donde estaban las víctimas de mi pequeño juego. Oí pasos pesados en el piso frío detrás de mí. Caminé hasta el centro de la enorme sala, donde había una mesa con tres sillas alrededor, y un pequeño sofá de cuero negro; en el lado izquierdo de la habitación había un pequeño mostrador con una cafetera eléctrica y botellas de bebidas alcohólicas.

Creo que eso debe de haber sido lo mejor que pudieran haberme traído el mínimo de comodidad durante mi estadía allí.

-Desátame. – Ordene seriamente.

El hombre que ahora tenía su cara libre de la tela negra que lo cubría, asintió con la cabeza rápidamente, acercándose a los segundos, para finalmente desatar el nudo de la cuerda que amarraba mis muñecas. Esa mierda me estaba dejando con marcas rojas en mi piel.

-Reina. – el otro individuo murmuró, casi en tono de respeto, se acercó con una pequeña caja de plata.

Frote mis dedos sobre las marcas rojas en mis muñecas y sólo entonces me voltee hacia el hombre. Me enfrenté a uno de los criminales con un aire superior, hasta alzar mis manos a las cerraduras del maletín de plata en sus manos.

Moví mis pulgares sutilmente para abrir el maletín que se abrió rápidamente, dándome la vista perfecta de mi juguete favorito. Una sonrisa floreció en mis labios, me quedé mirando la pistola de oro con calibre.45 que brillaba dentro de ese maletín.

-Ah, cómo te echaba de menos, baby.

Llevé una de mis manos al objeto pesado y valioso. Mi pequeño juguete era completamente dorado, teniendo sólo unos detalles negros en el agarre, donde figuran las iniciales de mi nombre tallado en oro.

El hombre me miró con una mirada temerosa antes de cerrar el maletín y alejarse. Sostenía la pistola firmemente con una de mis manos, y con la otra me deslicé la punta de mis dedos sobre los detalles de la pistola. Me sentí mucho más poderosa con mi bebé en mis manos, como si hubiera ganado súper poderes. Como si nada, ni nadie podría afectarme.

Como si Luisa Gómez fuera la reina más poderosa de este mundo.

-No puedo esperar a usarla de nuevo.

Levanté el arma de oro, dejando mi brazo totalmente recto, con el apoyo de la palma de mi mano en la parte inferior de la empuñadura de la pistola. Cerré una de mis ojos para poder apuntar precisamente en el vaso pequeño que estaba en la ventana en la parte posterior de la sala. Con la pistola cargada lentamente retire el seguro, escuchar ese ruidito hizo que mi sangre corriera más rápido por mis venas.

Sentí la adrenalina extendiéndose, y esa sensación placentera de inconmensurable poder recorrer sobre mí, sobre cada célula existente en mi cuerpo, causar ese frenesí maldito.

-Esto es para ti, Sebastián.

Estas fueron mis palabras antes de apretar el gatillo de mi pistola. El ruido del disparo, seguido por la explosión del vidrio me hizo sonreír satisfecha. Miré el vidrio roto en el piso, y por lo tanto el agujero hecho en la ventana. Todavía sabía cómo hacerlo perfectamente bien.

Jaque MateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora