Capítulo 23. Desacuerdo.

2.4K 186 85
                                    

Punto de vista de Luisita Gómez

Me quedé mirando mi reflejo en el espejo del armario dándole los últimos toques a mi maquillaje. Después de llegar a casa, encontré a mi marido más tranquilo, en un estado más placentero. Sebastián no parecía tan enojado como en la mañana, que me dio cierta tranquilidad. Como prueba de su buen humor, el hombre decidió salir conmigo a cenar, según lo que necesitábamos para pasar más tiempos juntos.

-¿Estás lista, cariño? – Preguntó detrás de mí.

Él sonrió antes de envolver mi cuerpo con sus brazos y depositar un suave beso en la parte posterior de mi cuello. Opte por un vestido de noche, un verde oscuro, de tela ligera y suelta, con finos tirantes y un escote suave; sobre mis pies tenía un par de tacones desnudos.

Mi cabello estaba atado en un moño, dejando mi cuello y pecho para el collar de diamantes que me dio en nuestro último aniversario de boda.

-Sí, ¿me veo bien así? - Le pregunté mientras me liberé de sus brazos, para girar hacia él.

-Te ves maravillosa, como siempre.

El hombre me miró con su par de ojos claros y atractivo. Sólo llevaba los pantalones vaqueros oscuros y una camisa de vestir Borgoña, con las mangas dobladas hasta su antebrazo; en sus pies tenía zapatos de vestir negros.33

-También te ves bien, querido.

Salimos de nuestra casa y entramos en el coche que ya nos estaba esperando. Sebastián abrió suavemente la puerta del coche y la cerró en cuanto me acomodé dentro de ella. Luego se sentó a mi lado, para que el conductor nos llevara al restaurante del centro. La unidad era suave y rápida.

Llegamos a un restaurante muy conocido, nada demasiado extravagante aunque Fernández decidió elegir un lugar más simple, pero sigue siendo una muy buena. Nos acomodamos en una de las mesas, y pronto pedimos nuestra cena.

-Quería pedir disculpas por el día de hoy, he sido muy grosero contigo.

Me quedé mirando sus ojos, que me miraban ansiosamente, esperando una respuesta. Limpie la esquina de mis labios con la servilleta blanca y sonreí.

-Está bien, querido. – Dije mientras ponía mi mano encima de la mesa. -Debí haberte informado.

-Simplemente no quiero que salgas sola, me temo que lo que ocurrió volverá a suceder.

-Por supuesto, tienes toda la razón.

Estaba tratando de jugar a la buena esposa, fue lo mejor que puede hacer después de casi ser atrapada. Sebastián fue fácilmente manipulado, por supuesto, ya sabía todos los trucos que podía usar para mantenerlo con una correa corta, no podía cometer un error ahora.

-Estaba pensando en viajar a finales de año, ¿Qué opinas?

Tomé un sorbo de vino, mientras mi cabeza zumbó con numerosos pensamientos. En mis planes, hasta el final del año, Sebastián sería una pieza derrocada en mi tablero de ajedrez y un problema menos en mi vida. No quería programar viajes, o cualquier cosa que prolongaría mi presencia a su lado, pero él no tenía que saberlo, ¿verdad?

– ¡Creo que es una idea maravillosa! En verdad deberíamos buscar algunos lugares para este viaje.

– Pienso en algunos destinos, quiero pasar más tiempo contigo. – Él acarició mi mano mientras me miraba fijamente. – Uhm... Luisita.

– ¿Si?

– He estado pensando mucho hoy, y quería decirte algo.

– ¿Pensando en qué?– Le pregunté mientras tomé un sorbo de agua de la copa de cristal.

Jaque MateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora