Capítulo 10. Rendición.

4.2K 223 133
                                    

Punto de vista de Luisita Gómez

El fantasma de Rolls Royce manejó por las enormes puertas de mi casa sin prisa, siendo registrados previamente por los guardias de seguridad de dichas puertas. Sebastián tenía su mano posada en mi muslo, haciendo pequeñas caricias. Le miré a la cara, iba sonriendo a pesar de su cansancio. Él me miró, para después bostezar por cuarta vez en menos de diez minutos. Le sonreí y me giré para ver a la mujer que tenía al otro lado. Amelia no me devolvió la mirada, probablemente estaba muy nerviosa con esta situación. Y yo tampoco es que estuviese muy tranquila, después de todo era la primera vez que drogaba a Sebastián.

Era la primera vez que iba a engañarle en nuestra propia casa.

-Hemos llegado.- dijo el hombre.

El chófer rápidamente se acercó a la puerta, abriéndola para que pudiésemos salir. Sebastián salió del coche y como buen caballero me tendió su mano, y después hizo lo mismo con Amelia. Subimos las escaleras en completo silencio.

-Por fin, estaba cansadísimo. - dijo mientras se desabrochaba la americana.

-Creo que es hora de que me vaya. - Dijo Amelia.

Me giré hacia ella, quien también recibió una mirada por parte de Sebastián.

-No, tú te quedas. - Los ojos de la agente se posaron en los míos por un breve segundo.

-Es tarde, agente Ledesma. Quédate, le pediré a alguien que te lleve a casa por la mañana. - Dijo mi marido con calma.

-Pero...

-No hay peros que valgan, querida. Te llevo a la habitación de invitados.

-Haz eso, cariño y después vuelve a la cama conmigo. - Dijo en medio de bostezos.

-Lo haré, mi amor.

Me acerqué a Sebastián y le di un beso breve en los labios, provocándole una sonrisa. Daría lo que fuera por ver la cara de Amelia ahora mismo, o por lo menos saber qué estaba pensando.

-Buenas noches, agente Ledesma. - dijo antes de irse a la segunda planta.

-Buenas noches, señor Fernández.

Una vez Sebastián desapareció por el final de las escaleras, devolví mi atención a Amelia. Nos quedamos mirándonos sin decir absolutamente nada. La atmósfera parecía pesada y muy intensa.

-Te mostraré tu habitación.

-Me voy. - Dijo Amelia mientras se marchaba tranquilamente.

-No, no te vas. - Le agarré del brazo rápido, haciendo que su cuerpo parase.

-Sí, sí me voy.

-¿Tienes miedo de mi, agente Ledesma?

 Amelia giró su cuerpo hacia mi. Tenía el ceño fruncido.

-No te tengo miedo, Luisita.- Su voz sonó profunda, ronca, sexy.

-Genial, entonces quédate. - Amelia suspiró, todavía mirándome. No me atreví a mirar a otro lado. Le mostraría que era fuerte.

-Está bien, Sra. Fernández. - Sonreí con suficiencia, pero no dije nada. Simplemente me giré, dándole la espalda a la morena y me dirigí a los pasillos.

Amelia me siguió, andando poco detrás. Había dos habitaciones para invitados en esa casa. Una estaba en la segunda planta, al lado de mi habitación y la de Sebastián, y la otra estaba en la planta de abajo. Amelia se iba a quedar en la segunda.

-Te quedarás en esta. - Dije entrando el cuarto donde la mujer se quedaría.

Amelia echó un vistazo alrededor, probablemente dándose cuenta de lo grande y lujosa que era. Después sus ojos encontraron los míos.

Jaque MateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora