Capitulo | 02

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Tardé más de diez minutos en espabilarme esa mañana.

Tenía un dolor de cabeza del tamaño del mundo y la garganta me ardía sobremanera; incluso cada que tragaba parecía que agujas pasaban por ahí. Giré para quedar boca arriba y miré la hora en el despertador. Era poco más de las nueve de la mañana y me llevé las manos al rostro con vergüenza al ver la nota al lado antes de tomarla.

He dejado limpia tu habitación y el baño y me he ido en cuanto te has quedado dormida. Por si no lo recuerdas, no pasó nada entre nosotros, puedes estar tranquila. Fue lindo verte, Lev. Espero hacerlo pronto, cuídate mucho.

E.

Solté un gruñido al acabar de leer y tiré el pedazo de papel arrugado al suelo.

Había arruinado la noche con Emmeth por mi embriaguez, parecía una broma. Iba a quejarme por las punzadas en mis sienes, pero el móvil empezó a sonar.

—¿Qué?

—¡Uy! Pero alguien se ha despertado de malas —vaciló—. Dime, ¿Follaron?

—No —me recosté a la cabecera de la cama.

—¿No? —chilló Sofía. Tuve que alejar el móvil de mi oreja un poco— ¿Cómo que no? ¿Qué pasó?

—Pues lo normal, lo que haría cualquier persona ebria, Sofía.

—¡Bueno, bueno! Pero no tienes que desquitarte conmigo. Ibas que no podías ni caminar.

No recordaba mucho de anoche, pero tampoco me esforcé en hacerlo. Me paso la mano por la cara hasta enredarla en mi cabello.

—No puedo creerlo. Eso fue totalmente humillante, limpió todo y se fue en cuanto me quedé dormida.

—¿Ni siquiera se la…

—¡Sofía! Eso no te importa.

—Oh, vamos. Dime que al menos hicieron algo.

—Nos besamos, es todo. Estaba completamente ebria, ni siquiera recuerdo qué fue lo último que dije —arrugué el rostro—. Soy una fracasada, ¿Verdad?

—¿Por no poder acostarte con Emmeth y que, en lugar de tener sexo, terminara cuidándote? Mmm, sí —me dijo—, pero no te preocupes, ya vendrá otro a hacer la limpieza.

—Conozco a todos los de Santa Helena, a menos de que regrese a Manhattan podré, ya sabes, acabar con esto.

—Debe haber nuevos en Santa Helena, sólo exageras. Hoy es la feria de vinos, quizás encontremos algo para ti.

—¿Quién escogería Santa Helena para vacacionar? —le pregunté, saliendo de la cama.

Santa Helena no era un lugar horrendo, al contrario. Simplemente me había dado cuenta que las personas cada vez más escogían lugares lejos completamente de lo rural y preferían la ciudad. No lo entendía.

Mis padres eran así.

—Mmm, Levina.

Sonreí. —Exacto, sólo yo.

—¡Bien! ¡De acuerdo! Creo que por ahora la única solución es ir a una tienda de aparatos sexuales y conseguirte uno de esos, ya sabes. He escuchado que algunos traen de hasta diez niveles. ¡Te vibran hasta los intestinos! —me dijo— ¿Lo quieres para tu cumpleaños o…

—Sofía, esto no es gracioso.

—Es que no era una broma —admitió. Luego soltó una carcajada y suspiró—. Tú ganas, olvidemoslo. ¿Iremos a la feria o no?

Para llegar a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora