Miré mi reflejo en el espejo y sonreí e internamente intenté calmarme. Estaba nerviosa aunque no lo parecía y llevaba exactamente más de una hora preocupada y esmerándome más de lo normal en mi apariencia. Después de que Harris dejara los botes dentro de mi casa, quedamos en que le mostraría Santa Helena ese día y ahí estaba, preocupada en no verme tan arreglada, ni tampoco descuidada. Me estaba preocupando demasiado por algo que normalmente no me importaba.
—Sigo sin creer que se encontraran en la tienda de Ruth.
—¿Por qué?
—No lo sé, nunca lo hubiera pensado. —admitió— ¿Ofrecerse a ayudar con tu habitación es algo así como una propuesta indecente? Porque eso parece. Está la cama a sólo pasos.
—Por supuesto que no.
—¿Y cómo lo sabes?
—Harris es muy caballeroso, te sorprendería saber hasta donde.
—Bueno, quizás es su forma sutil de insinuar que quiere acostarse contigo. —rodé los ojos.
—Todo esto ha sido muy extraño, ¿Sabes? —me quedé pensativa— Después de mucho tiempo he vuelto a tener verdadero contacto con un hombre.
—¿A qué te refieres?
—No lo sé, creo que vamos a ser buenos amigos.
—De los que follan. —dijo— Levina, es un hombre adulto, no anda por la vida haciendo amigas. Además no notaste cómo te miraba en la feria, fue un poco extraño, pero no dejaba de hacerlo. —suspiré.
—No quiero pensar en lo que va a pasar, sólo quiero que suceda y ya, es todo.
—Se ve buen tipo para desperdiciarlo en una noche, lo admito. —apuntó— Pasarás todo el día con él, sólo diviértete y mira qué tal es. Quizás y sea más que eso, las cosas ocurren de la nada.
—Lo sé. Me agrada, es como si lo conociera de alguna parte, pero no sé exactamente de donde o porqué lo creo así. —chilló.
—Sabía que no estaba equivocada con mi presentimiento, ¿Pero sabes qué? No hablaremos de ello, no quiero ilusionarme.
—Sofía…
—Hablo en serio. Por primera vez te haré caso, dejaremos que todo ocurra a su paso. Creo que no suena tan mal. —sonreí.
—Creo que... —intenté despedirme, pero alguien tocó a la puerta aunque ese alguien tenía nombre. Era Harris— tengo que colgar.
—¿Ya llegó?
—¡Sí! —susurré nerviosa y algo emocionada.
—Mucha suerte. No dudes en llamarme si se pone raro. —reí.
—De acuerdo, adiós.
Mientras caminaba hacia la puerta y pasaba mis palmas por el pantalón sólo podía pensar en lo que estaba haciendo. No era una cita, evidentemente no lo era, pero eso parecía. Tenía en mente mucho lugares por visitar e ideas para no aburrirle y pensarlo me ponía más nerviosa. Iba a terminar enamorado de Santa Helena, estaba segura.
—Harris. —dije al abrir la puerta y una sonrisa pequeña tiró de sus labios.
—Hola. —sonreí— ¿Necesitas ayuda con algo?
—Sólo con ese canasto. —le di espacio para que entrara a casa por ello y las tomó dejándome salir primero.
—¿Qué tienes en mente?
—Lo suficiente para que te quedes por algo más que vacaciones.
Realmente no había un orden de las actividades que haríamos ese día o a los lugares que íbamos a visitar. Quería darle la oportunidad de elegir, pero no conocía para nada el lugar así que todo estaba completamente en mis manos y eso me ponía el doble de ansiosa, inquieta y nerviosa. Quería que el viaje fuese lo menos torpe posible y por ello había hecho una lista en el móvil para no perder el tiempo y hacerlo provechoso.
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Para llegar a ti
Romance[Sin editar] Levina, una escritora en pleno éxito, conoce a Harris, un chico que ha decidido vacacionar en el pequeño y acogedor pueblo de Santa Helena, donde nació y creció. Ambos se verán envueltos en algunas casualidades que le harán acercarse mu...