La madrugada era helada, oscura y me estaba abrazando mientras conducía en carretera abierta. Las manos me sudaban y los dedos me temblaban cada que los apartaba del volante. Estaba sola a esas horas de la madrugada e iba directo a la boca del lobo. Cada que cerraba los ojos, el rostro de Willard y Meryl venía a mi cabeza y me cuestionaba la decisión que había tomado. Ellos no tenían ni una idea de lo que estaba pasando y me sentía demasiado terrible por eso, porque si algo me ocurría, sabía que les dolería inmensamente.
El celular de Harris estaba en medio de mis piernas en llamada mientras el FBI intentaba rastrearlo antes de que uno de los hombres de Wesley diera conmigo. Era consciente de lo que estaba haciendo y de las palabras de Wesley 《Nada de celulares》. Tuve que convencer a Harris de dármelo y de que no cometería ni un error. Su celular era el más fácil de rastrear por ser exclusivamente para el trabajo. Lo único que tenía que hacer era conducir con el teléfono conectado a Bill y en cuanto me encontrara con el auto que me llevaría con ellos y llegáramos al lugar, lo escondiera o lanzara lejos. Siempre creyendo que la policía habría conseguido rastrear la llamada para ese momento.
El corazón me dio un vuelco y apreté el volante al ver un auto saliendo de un lado de la carretera a toda prisa y comenzar a seguirme. Wesley tenía razón, lo sabría. Tomé el celular con mis manos temblorosas y me costó hablar por un momento.
—¿Lo han conseguido?
—Falta poco.
—Están siguiéndome. —vi un auto a los lejos y la respiración me falló un poco— Hay otro auto al frente. Son demasiados como para hacerlo.
—Esconde el celular o lánzalo por la ventana antes de aparcar. —me sugirió Bill ordenando algo de fondo seguido de eso— Nos tomará tiempo dar con la ubicación exacta, pero tendremos una idea.
—Ya sé qué hacer. —fue lo último que dije.
Bajé un poco la velocidad y a como pude me solté los cordones de la teni. Sabía que lo primero que harían sería revisarme, así que no podía arriesgarme por nada, ni tampoco lanzaría el móvil o lo dejaría en el auto. Necesitaba desesperadamente que todo saliera perfecto.
Una vez el móvil dentro, tiré de las agujetas, pero no fui capaz de atármelas, así que sólo las escondí dentro para no pisarlas o me quedase flojo. Estacioné el auto en medio de los otros dos y arrepintiéndome de estar ahí, bajé con las manos a la altura de la cabeza y abiertas completamente. Podía escuchar los latidos de mi corazón aterrado y alterado. Tenían armas que me apuntaban a diferentes partes de mi cuerpo. Estaba demasiado asustada como para cometer otra locura.
—Revísala. —ordenó uno de los tipos e inmediatamente el otro se acercó a mí. Apreté los ojos al sentir sus manos tocarme descaradamente— Átala y ponle el saco.
Amarraron mis muñecas de forma apretada con una soga negra y una vez en el asiento trasero con un tipo sentado a mi lado, colocaron el saco en mi cabeza y justo ahí agradecí haberme escondido el móvil en el zapato.
—Ya la tenemos, señor.
El camino no fue tan extenso, tan sólo condujeron unos minutos lejos de donde había quedado mi Jeep. Todo había sido un truco para aparentar haberme sacado del pueblo, pero por supuesto no tenían idea de que me rastreaban. Aguanté la respiración al sentir unas manos heladas tomarme de los brazos para hacerme bajar sin una pizca de delicadeza. Tenía miedo de dañar el móvil antes de tiempo, pero el camino de piedra y la brusquedad con la que me estaban tratando no ayudaba en nada.
Me guiaron por un largo pasillo y en mi mente fui contando las direcciones y pasos, por si se daba la oportunidad de escapar. 《Derecha, izquierda, recto》hasta que finalmente abrieron una puerta a mi izquierda y me hicieron entrar. Me retiraron el saco de la cabeza y arrugué el rostro para acoplarme a la luz. Había mucha.
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Para llegar a ti
Romansa[Sin editar] Levina, una escritora en pleno éxito, conoce a Harris, un chico que ha decidido vacacionar en el pequeño y acogedor pueblo de Santa Helena, donde nació y creció. Ambos se verán envueltos en algunas casualidades que le harán acercarse mu...