✐ Five.

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El día pasaba más lento que de costumbre, al igual que los anteriores esa semana y era normal. Los principales causantes de los problemas en Los Santos a los que aún no habían capturado ni una vez -un payaso y un chaval con pasamontañas negro con una boca de calavera dibujada en blanco- llevaban inactivos desde hace días, los mismos que llevaban siendo aburridos para patrullar, haciendo descender las alertas y por consiguiente, la acción.

Es como si se hubieran esfumado.

Y hasta aquel ruso que los odiaba por lo molestos, temerarios y escurridizos que eran -a parte de también odiarlos por el simple hecho de ser criminales claro-, les "extrañaba". Extrañaba la acción que suponía su sola presencia. Y ni hablar de sus huidas, nunca le había costado tanto seguir el ritmo a alguien. Se tenían demasiado bien estudiadas las zonas por donde iban para evitar a los z y mary -normalmente, por los tejados-, como si pasaran por allí a menudo.

Es una pena que sean criminales que, de capturarlos, tendrían suficientes razones por las que acabar en la federal con cadena perpetua.

Esos conocimientos del terreno, negociar y habilidades físicas no se encuentran en todos los policías.

«¿Qué les habrá pasado?» pensó entonces.

Se mordió el labio, de nuevo en un intento de pensar en algo. Esos dos no han sido atrapados nunca, pero sus compañeros sí. Y alguna vez, había algún sapo que, desesperado por no ir a la cárcel o incluso escapar de su propia mafia, daba datos importantes, entre ellos, cosas de aquella pareja.

❝Solo asistian a cosas que fueran importantes o en las que estuviera el jefe; reuniones con el mismo, dar información de mafias rivales o sobre el C.N.P, recibir el pago, tomar misiones..., He estado en todas las celebraciones y ni siquiera cuando eran después de una reunión o misión bien hecha, estaban allí.❞

Recordó una de las cosas que dijo el último sapo durante el interrogatorio. Ese, fue el único que ellos -o alguien más de la mafia- no mató. Pero sí desapareció, lo recuerda.

Esos dos eran fantasmas la mayor parte del tiempo.

Y en medio de sus pensamientos relacionados con ellos, el semáforo frente a él se puso en rojo, obligándole a frenar. Ahora se aburría más todavía pese a que apenas estaría así un minuto. Su mirada se desvió al teléfono que había encontrado en el baño de comisaria dos días antes y ahora reposaba en su rodilla. Lo observaba como si fuera encontrar algo que le diera una pista de su dueño que antes no vio. Pero obviamente, no había nada nuevo.

Los colores de la funda -una línea roja vertical algo ancha que la dividía en dos, habiendo marrón a la izquierda y azul a la derecha- le recordaban a Horacio, a quien había llamado, pero su teléfono estaba apagado -por eso pensaba que tenía que ser del pelirrojo-, al igual que el de su hermano. En ese mismo momento, como había hecho el mismo día que encontró el móvil y en el anterior, llamó al rubio.

Bip, bip, bip...

❝Has llamado a Gustabo, Gustabo con B de Bombón, ¿Quieres algo? ¿Si? ¿No? ¡Deja un mensaje y descubramoslo!❞

Colgó ante las palabras pregrabadas del buzón de llamada. Nunca había conocido a alguien que pudiera estar tanto tiempo sin usar el móvil, ni tampoco escuchado algo tan... De niño, dicho con una voz adulta.

¿Le habrá pasado algo a los muy probablemente, futuros alumnos?

Recurrió a sus recuerdos de hace dos días. Mientras hacía lo posible porque Conway dejará de golpear a Gustabo con la porra, Horacio estaba en el baño escondido por si le caía un golpe a él también.

¢нαιи σf ℓιєѕ •||𝕍𝕠𝕝𝕜𝕒𝕔𝕚𝕠/𝕀𝕟𝕥𝕖𝕟𝕒𝕓𝕠||•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora