☠Capitulo 02☠

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Alguien sabe lo que hice.

Alguien sabe que soy criminal, no solo por la muerte de cuatro chicos si no también por ocultar dicho acto y vivir como si nada ha pasado.

La sangre gotea en mis manos y mi mente no logra aclarar lo sucedido pero de algo estoy segura, alguien sabe lo que he hecho.

Escuché sus pisadas, sentí su mirada acusatoria e incluso puedo jurar que lo ví sonreír, lo ví sonreír tres putas veces.

¡Despierta!

Oh Dios mío iré a la cárcel o aun peor voy a morir, los padres de esos chicos no tendrán misericordia de mi.

Despierto agitada y respirando forzadamente, sostengo mi pecho como si así pudiera detener los latidos acelerados de mi corazón algo que es imposible.

Conforme van pasando los minutos mi respiración se va calmando y puedo volver en sí.

—Tranquila es solo otra pesadilla —hablo conmigo misma.

Cierro y abro los ojos constantemente para que mis ojos se adapten a la oscuridad para así poder salir de la cama.

El festival se canceló por la lluvia que destruyó las decoraciones, el clima de este pueblo es un asco, la mayor parte del tiempo está lloviendo y cuando no, está nublado. Miro el reloj que está a mi izquierda: las seis de la tarde.

Me acerco despacio a al ventanal de mi habitación y corro las cortinas solo un poco.

Mi habitación está en la segunda planta lo que me permite desplazar mis ojos desde el jardín de mi madre al patio de los vecinos nuevos, todas las ventanas de esa casa están cerradas exepto una: la que está a la par con la mía, desplazo mi vista por esa ventana intentando ver algo.

Las cortinas están abiertas al máximo, puedo ver casi toda la habitación, los muebles están bien organizados y por los colores neutros y dibujos por doquier deduzco que es de un chico, sigo saciando mi curiosidad hasta que mis ojos se detienen en algo o mejor dicho alguien.

Su silueta es casi imperceptible pero sin la necesidad de verlo por completo sé que se trata de el chico que me defendió ayer de nombre Andreus.

No puedo apartar la vista, mi curiosidad es tanta que salgo al balcón y me acomodo mejor.

Está haciendo lagartijas con solo un short rojo, está demás negar su belleza y ver cómo sus músculos se tensan a cada nada me hace pensar cosas no aptas para menores.

Mis ojos no abandonan el va y viene de su cuerpo sudoroso, mayormente yo no haría eso pero no todos los días ves a tu vecino caliente ejercitándose.

Se pone de pie mientras se seca el sudor con una toalla, camina por la habitación distraídamente hasta que sostiene su celular apuntando a mi dirección, reaccionó cuando el flash enciende dos veces, lo que indica que me tomo una foto.

—Con esto te voy a demandar por acosadora —dice con la mandíbula tensa.

«Acosadora»

Eso es lo que soy, sale al balcón con la toalla blanca alrededor de su cuello, su cuerpo está bien trabajado y no voy a negar que esas tabletas le sientan de maravilla a este hombre.

Recorro su cuerpo como una pervertida deteniendo mis ojos en la flor que tiene tatuada a un lado de la cintura, la misma flor que hay en el jardín de mi madre.

—Me siento violado —inquiere ante mi silencio.

Sin decirle nada vuelvo a entrar a mi habitación, si me va a acusar de acosadora debo hacer bien mi trabajo, lo mínimo que pueden hacerme es castigarme y a mi de por sí no me gusta salir.

Los Monstruos También Aman. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora