☠ Capítulo 35 ☠

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Y si no funciona seguiremos intentando.

—No quiero moverme de la cama me duele demasiado la cabeza —digo en un susurro mirándole todo menos su rostro.

Se cruza de brazos haciendo que sus músculos se contraigan.

—Tus ojos parecen decir todo lo contrario —declara acercándose a mí.

—No me quiero mover de verdad —vuelvo a decir.

—Está bien. —se acerca aún más lo suficiente como para que yo pueda sentir su calor corporal.

Sostiene el comienzo de la blusa que traigo puesta y la desliza sin cuidado por encima de mi cabeza.

—¡Oye! —chillo— ten más cuidado.

No dice nada sino que me agarra de la cintura para impulsar mi cuerpo hasta arriba de manera que quedo colgando en su hombro izquierdo.

«Al menos la resaca servirá de algo»

Camina conmigo supongo que hasta el baño mientras siento una pequeña presión en mi vientre bajo, sea lo que sea que esté planeando sé que después de mucho tiempo me va a gustar, pero no haré como las últimas veces, está vez lo dejaré a el ser el impulsivo.

Llegamos hasta el baño y no puedo detallarlo ya que estoy boca abajo algo que no dura mucho ya que me alza colocándome de pie frente a él.

—¿Me das permiso? —pregunta con cortesía.

Asiento cerrando los ojos para contener una sonrisa.

Siento como sus gruesas manos tocan mis hombros para luego deslizarse por encima del elástico de mi sostén, lo aparta de mi cuerpo con suma lentitud y hago uso de todo mi autocontrol para no abrir los ojos.

Cualquier rastro de dolor de cabeza y mareo pasa a segundo plano cuando desabrocha mi pantalón y lo libera de mi cuerpo con un poco de mi ayuda, lo lanzó a un lado y al fin abro los ojos.

Me encuentro con ese mar esmeralda que simbolizan sus ojos los cuales están dilatados y me miran expresando todo el deseo que se puede sentir.

—Siempre me han gustado tus ojos —murmura acercando su mano a mi cara—, es como un refugio para demonios y monstruos.

Ambos estamos semidesnudos aquí en el baño, ni siquiera me permito detallar el lugar ya que mi mirada permanece en él, quisiera no ser tan fácil pero las ganas pueden más conmigo.

Da un paso hacia atrás despertando las alarmas en mi mente, «Si me abandona lo mato.»

Pero solo se acerca a la bañera enorme que espacio para dos personas y abre las llaves de agua, son cinco, hay dos en el techo y una a cada lado, sin contar con un pequeño ducto en el cual se vierte el shampoo de espumas.

Hace un ademán con la mano para indicarme que lo acompañe a la bañera y lo hago sin mucha dificultad, el primero en entrar es él y luego me ayuda a hacer lo mismo.

—¿Por qué haces esto? —pregunto.

Ambos estamos frente a frente mirándonos fijamente.

—No lo sé, estaba en mi oficina y sentí hacerlo así que vine —responde jugando con las espumas que se van formando.

Los Monstruos También Aman. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora