☠ Capítulo 31☠

4.1K 542 113
                                    

Dicen que las miradas no mienten pero hay algunas cuyas verdades se pueden confundir.

—¿Sabes disparar? —me pregunta Cassie cuando nos adentramos a un callejón.

Llevamos dos horas caminando sin ningún rumbo ya que no sé en qué hospital está mi hermana y tampoco tengo ningún teléfono para comunicarme sin contar con que se ha desatado la guerra en este pueblo y los hombres de mi hermana no quieren dejar entrar a nadie a la parte de Worfing que ella domina.

—No manejo muy bien las armas pero puedo defenderme —es lo que digo al recordar la vez que Andreus me enseñó a disparar.

—Pues cuídame la espalda iré a ver si no hay muros en la costa —me entrega una pequeña pistola, al ser pequeña no pesa tanto pero la sola idea de disparar me pone nerviosa.

—Pero... Arel debe saber más que yo —indico señalando al chico que solo se limita a cargar con su laptop.

—Cuídame la espalda —repite Cassie ignorando mi reclamo.

Niego con la cabeza pero es muy tarde ya que se da la vuelta y camina a pasos lentos por el estrecho lugar; el sonido de gritos y disparos me distraen por un momento en los que la añoranza vienen a mí al recordar cuando esté pueblo era un lugar tranquilo en el cual esos gritos que ahora son de agonía antes eran de felicidad.

—¡Corre! —grita Cassie pasando por mi lado a una velocidad alarmante.

No pierdo tiempo y empiezo a correr siendo consciente de que mi vida depende de ello.

—¡Alto o les irá peor! —gritan muy cerca de nosotros.

Volteo a ver por leves segundos a Arel quien corre a mí lado buscando no dejar caer el artefacto que carga consigo, estamos huyendo de la muerte, intentando escapar del peligro pero mientras más rápido vamos más se nos acercan.

Paso por un momento de total adrenalina en el cual detengo mis pasos y enfrento a las personas que nos persiguen, sin perder tiempo empiezo a descargar mi arma sin ninguna dirección en específico.

—¡Mueran malditos hijos de perra! —grito caminado hacia ellos.

—¡Eloísa! ¡Corre! —grita Arel pero lo ignoro y sigo disparando.

Pero por alguna razón ellos no me devuelven el ataque ni se molestan en huir simplemente permanecen ahí a la espera de no sé que.

Camino más hacia ellos como una gacela camina hacia un león y cuando estoy a unos simples pasos de ellos me doy cuenta de lo que pasa.

—¡Ataquen!

Y otra vez la vida vuelve a pasar frente a mis ojos pero esta vez hay alguien recibiendo los golpes por mi, su melena blanca es lo primero que veo y luego sus ojos azules muy abiertos.

—¡Arel! —grito cuando veo lo que hace.

Está recibiendo los disparos por mi.

—En la guerra no se abandona un soldado —me guiña un ojo antes de caer de rodillas al suelo—. Cuidala por mi —me entrega su laptop.

—No —susurro cayendo con el al suelo.

—¡Tenemos que irnos, Eloísa! —grita Cassie respondiendo al ataque de esas personas.

Los Monstruos También Aman. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora