☠ Capítulo 38 ☠

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La vida es dura y un poco egoísta.

Horas son las que llevo encerrada sin tener ánimos de salir, los gritos de Aitana detrás de la puerta aún siguen resonando mientras yo me mantengo relajada jugando Candy crush en la laptop, mi mente no le deja de dar vueltas al asunto de las pinturas y creo que jamás dejaré de pensar en ellas, es un detalle único para mí, es que no sé, eso de que me pintara desnuda lo dije sin pensar pero amo el hecho de que el no lo haya tomado de ese modo.

—Eloísa, ¿Podrías dejarme entrar? —pregunta por cuarta vez mi hermana.

Suspiro con pesar antes de levantarme a abrir pero en eso me llega un correo desde el aparato que tengo en mano ya que abrí mi cuenta no hace rato.

Detengo mi accionar y abro dicho correo el cual es sin destinatario, simplemente es un link el cual abro de inmediato.

—¡Oh por Dios! —chillo colocando una mano en mi boca.

El artefacto cae de mi mano ante la sorpresa.

—¡Maldición! —grita mi hermana desde afuera— ¡Eloísa Spencer abre la jodida puerta!

Intento mantener la compostura y vuelvo a coger la laptop y casi tengo que rezar para ver el cuerpo desmenbrado de alguien que para mí mala suerte es conocido.

Es Arturo.

Sus ojos negros aún permanecen abiertos y tristemente a pesar de ya estar muerto se ve que sufrió mucho, sus partes están a cada lado de su cuerpo y es una imagen tan escalofriante que tengo que dejar de verla por mínimos segundos.

No puede ser que él también esté muerto, la pantalla vuelve a iluminarse con algo y está vez en serio me asusto.

Tres días, tres vidas adivina quién es la última; su nombre comienza con B y termina con A.

Firma tu fiel admirador: A.

La conmoción me hace cerrar los ojos y fingir que solo es un sueño, esto definitivamente no está pasando.

Es clara su amenaza, si no me reúno con el matará a Brenda y pese a que me traicionó y ya no la concidero mi mejor amiga no tengo el valor de dejarla morir de ese modo y menos cuando fui yo la culpable de la desaparición y muerte de su hermano; más bien es una obligación en mi ir a buscarla.

—¡Eloísa! —grita mi hermana desde afuera.

Apago la computadora y la escondo debajo de la cama antes de acercarme a la puerta para al fin abrirle, mi hermana luce exageradamente exaltada y me mira como si fuera a matarme.

—¿Qué pasa? —pregunto sin ganas.

No le puedo decir nada a Aitana ya que dudo que me deje ir, creo que esto no se lo puedo decir a nadie porque ninguno estará a favor de mi decisión la cual es ir al encuentro del admirador y saber de una vez por todas quién es.

—¡¿Qué pasa?! —exclama cruzando los brazos—. ¡Esa es la estúpida pregunta que haces!

La ignoro yendo al baño, no estoy para aguantar sus gritos; ni que fuera mi madre.

—Cuando recuerdes que no soy tu hija sino tu hermana mayor me hablas —le digo cuando veo que me persigue.

Abro el grifo sin mucho cuidado y coloco mis manos debajo del agua la cual está fría.

Los Monstruos También Aman. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora