Aitana.
Si supieran lo mal que se siente una persona al ser traicionada creo que no existiría tanta traición.
La culpa es algo venenoso, la incertidumbre es algo mortal y el dolor es algo mortificante; A veces creo que la desgracia es mi mejor amiga ya que ella siempre es la causante de mis derrotas.
He pasado por muchas cosas con tan solo diecisiete años, cosas que siempre he mantenido en secreto pero que día con día permanecen en mi mente, recordándome de donde he venido; durante mucho tiempo traté de llevar una vida normal pero eso no me sirvió ni me servirá de nada, sé lo que soy y sé a lo que vine a este mundo.
Término de abrochar el último botón de mi camisa rosa pastel mantenimiento toda la calma posible, estoy en los baños del hospital privado de una parte del pueblo, específicamente en mi zona, donde solo doy las ordenes yo.
Es bueno disfrutar del poder pero es algo que requiere carácter e inteligente, de lo ambos me sobra y mucho; al terminar salgo con toda la paciencia posible, aún no he obtenido noticias de Eloísa ni de la otra escoria que se entrometió en los planes, es algo que aunque no lo de a demostrar me molesta mucho, se supone que me tienen que informar de todo lo que esté pasado.
—Señorita tiene una llamada pendiente de un número desconocido —indica Sammy quien es como mi mano derecha.
—Ahorita la atiendo, por ahora no me molestes con nada —ordeno llegando a la sala de espera.
Es un lugar espacioso y por loco que suene; cómodo, este hospital no es tan concurrido ya que solo personas muy allegadas a mi tienen acceso.
Tomo asiento y cruzo mis piernas mirando de reojo a Adrián quien está a un lado de su amigo Athan.
—¡Estoy harto de esta maldita espera! —grita Andreus entrando rompiendo una silla a su paso.
Ruedo los ojos, lleva haciendo eso desde que llegamos, no niego que me dolió muchísimo ver el momento exacto en el que dispararon a mi hermana mayor, aunque ella es un poco descuidada y muy reservada con sus demostraciones de afecto sé que me ama al igual que yo a ella.
—No hagas ruido —pido con voz serena—, Toma asiento.
Niega con la cabeza y vuelve a salir del lugar perdiéndose en un pasillo.
—Odio los hospitales —gruñe Athan poniéndose de pie siguiendo a Andreus.
Mantengo la compostura y evito pensar que el causante de mis desvelos está a solo dos pasos de mi pero es imposible cuando siento su calor tan cerca lo que indica que está al lado mío.
Odio que mi cuerpo lo conozca, que reaccione con tanta rapidez con tan solo sentir su calor, no lo amó, lo que siento por el no es más que un ferviente deseo que consume hasta lo más profundo de mi ser.
—Al fin solos —murmura—, he escuchado que la soledad tiene sentido cuando te importa mucho alguien.
Su voz se escucha muy cerca de mi odio, fijo mi mirada en un punto ciego fingiendo que no le doy importancia a sus palabras, el muy maldito tiene la lengua venenosa, puede enamorarte pero destruirte con solo abrir la boca.
—Vete con tus palabras de poeta a otro lugar que no estoy de humor —digo con crudeza.
No dice nada simplemente se aleja volviendo a su lugar, al parecer le molestó lo que dije; era lo que quería lograr ya estoy harta de que me controle se supone que yo soy la que manda pero el por alguna razón siempre termina saliéndose con la suya.
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Los Monstruos También Aman. ©
Tajemnica / ThrillerLos errores del pasado de algún modo siempre terminan afectando nuestro futuro y Eloisa Spencer es testigo de ello ya que luego de una trágica noche que marcó su vida tiene que enfrentarse a un admirador secreto y tres chicos cuyo objetivo es desper...