☠Capitulo 08☠

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Su beso me supo a pasión, me supo a codicia y sobretodo a perversión.


El deleite que sintieron mis labios en ese momento es difícil de describir, no sé quién me besó pero valla que me gustaría repetirlo, cuando logramos separar nuestros labios simplemente se alejó y no fui lo suficientemente valiente como para quitar la venda de mis ojos; para cuando salí del mar solo pude ver su silueta perderse en la oscuridad.

Estoy a pocas esquinas de mi casa, pero aún no quiero entrar; desde aquí se escucha la fuerte discusión que están teniendo mi padre y hermano.

Me abrazo a mi misma cuando el frío se hace presente y con mil dudas camino hasta mi casa, es la única en todo el pueblo que tiene las luces encendidas y ese bullicio, me es imposible no sentirme un poco avergonzada al ver a Andreus observando desde su ventana.

Su cabello negro está mojada lo cual provoca que pequeñas gotas de agua aterricen en su cara, tienes los labios entreabiertos y no lleva camiseta lo que permite que pueda ver su pecho desnudo y el tatuaje adornar su cintura; lo observo desde el jardín de mi casa y cuando nuestros ojos se encuentran aparto la mirada.

—¡Tienes que terminar esto! —grita mi padre. —¡Estoy harto de tus estupideces!

Al entrar a casa lo primero que veo es a mi padre y hermano tensos y gritándose el uno al otro.

—¡¿Si estás harto de todo esto, por qué no te mueres?! —vocifera Rinaldo caminado furioso a la segunda planta.

Dos ojos parecidos a los míos me observan cansados, cada vez que veo a mi padre no puedo evitar pensar en lo unidos que éramos hace unos años pero luego las cosas fueron cambiando el se volvió más distante y yo más fría; ambos con el orgullo latente, en estos días está haciendo todo lo posible por acercarse a mi pero soy demasiado orgullosa para permitirlo.

—Elo, ¿Cómo estás? —cuestiona acercándose.

Me mantengo en mi lugar sin apartar la mirada de él; elimina la poca distancia que nos separa y cuando viene a abrazarme la detengo alzando mi mano.

—Por favor no lo hagas. — Retrocedo dos pasos.

Frunce el ceño confundido y se acerca nuevamente.

—¿Hacer qué?

—Fingir que te importamos —respondo. —Por favor no trates de confundirnos y vete.

No espero a que responda si no que subo rápidamente a mi habitación.

Unos sollozos llaman mi atención así que me detengo y busco su origen. Provienen de la habitación de invitados.

Cuidando no ser descubierta abro la puerta, asomo la cabeza y una cabellera negra desalineada llama mi atención.

—¿Maya? —llamo a mi hermana menor quién se encuentran dentro de la bañera.

No me mira, su cuerpo sigue sacudiéndose por los sollozos, está en ropa interior pero lo que llama mi atención es que la bañera no tiene agua.

Cierro la puerta detrás de mi y me mantengo en silencio en espera de su reacción, en esta familia es poca la comunicación pero nos conocemos lo suficiente como para saber que solo hablamos cuando nos sentimos en confianza.

—Estoy harta —susurra con la voz rota. —Quiero escapar de todo esto.

Voltea a verme con los ojos hinchados por tanto llorar pero mis ojos quedan fijos en algo nuevo: los cortes en sus brazos y piernas.

—¿Por qué lo haces? —cuestiono sintiendo como mi corazón se rompe.

Desvía la mirada y rompe en llanto; sin dudarlo me acerco a ella abrazándola dispuesta a ser su apoyo todo el tiempo que necesite.

Los Monstruos También Aman. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora