Miedo.
Angustia.
Desespero.
Así puedo describir como me siento en este momento al ver a mi agresor, su parecido con Nathan es impresionante, cuando lo veo mi mente evoca la imagen de ese chico rudo que era celoso conmigo en todo momento.
Está golpeado, con el labio inferior partido y sangre emana de su cabeza; sus ojos grises me acribillan haciendo que retroceda dos pasos, mi cuerpo impacta con el pecho de alguien y no tengo que voltear para saber que se trata de Adrián.
Estamos en una habitación cerrada, Andreus nos estaba esperando con el hermano de Nathan, tienen todo preparado ya que en una mesa hay todo tipo de armas desde cuchillos a pistolas y otros instrumentos que no sé ni que son pero creo que son para torturar.
Athan está en el umbral de la puerta jugando con un cuchillo.
—¿Me vas a matar como mataste a mi hermano? —reprocha el herido escupiendo sangre— Hazlo rápido no soporto verte, zorra.
Antes de que pueda hablar un cuchillo impacta en el brazo derecho de él haciendo que grite de dolor.
—Te lo advertí —dice Athan acercándose— No le hables mal a una mujer delante de mí.
—¡Son todos unos hijos de perra que merecen morir! —brama el herido retorciéndose en el suelo.
—Ya me cansé, ojitos acaba con el de una buena vez —vuelve a hablar Athan con voz ronca.
—Si, tengo cosas que hacer —secunda Adrián detrás de mi.
Andreus me mira pero no dice nada.
—Yo... No —susurro negando. —Yo no puedo matarlo, eso está mal.
Las lágrimas nublan mi vista mientras trato de retroceder.
—¿Por qué no? —habla Andreus por primera vez. —Tu ya haz hecho esto antes.
Vuelvo a negar abrazándome a mi misma.
—¿Cómo lo saben?
—Eso no importa ahora mismo —responde Adrián.
Andreus se acerca con una pistola y me la ofrece.
—Yo no lo voy a matar —sollozo. —No soy una asesina.
Mi cuerpo se sacude por los sollozos que escapan de mi, me abrazo más fuerte y cierro los ojos como si así pudiera escapar de esto.
—¿A qué le temes? —Escucho la voz de Athan. —Nosotros no diremos nada.
—Es que ustedes no entienden, esto es demasiado —susurro sintiendo las lágrimas empapar mis mejillas. —Yo no los maté porque quise, fue un error y se supone que nadie sabía eso.
—Un error sería matar a uno solo pero a cuatro personas no, ya eso no es un error —comenta Adrián. —Y peor aún tú lo mantienes oculto privando a sus familiares de darle un entierro digno.
La imagen de esos chicos aparecen en mi mente: Marcos, Peter, Jason y Nathan. Sus cuerpos sin vida son algo algo que jamás borraré de mi memoria, no quiero cargar con alguien más; suficiente tengo con ellos, yo no soy una asesina y nunca lo seré.
Abro los ojos y le hago frente a Adrián quien mantiene su distancia, está contra la pared en una posición relajada mientras le da una calada a su cigarrillo.
—¡¿Y acaso crees que no lo sé?! —grito presa de la rabia— ¡¿Crees que no me culpo día con día por ser una maldita egoísta?! ¡¿Crees que no sé que sus familias aún después de cinco años tienen la esperanza de encontrarlos?! —me acerco a el— ¡Todo el maldito tiempo soy conciente de eso porque por si no lo sabes uno de ellos era hermano de mi mejor amiga!
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Los Monstruos También Aman. ©
Mystery / ThrillerLos errores del pasado de algún modo siempre terminan afectando nuestro futuro y Eloisa Spencer es testigo de ello ya que luego de una trágica noche que marcó su vida tiene que enfrentarse a un admirador secreto y tres chicos cuyo objetivo es desper...