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—Osamu... —Susurró Suna, acariciando con delicadeza los cabellos del contrario—. Hey, Miya —Susurró sin obtener respuesta.

Rintarou hacia aproximadamente unos veinte minutos que terminó de dibujar al final, después de estar toda la tarde completa. En su intento de llamar a Osamu para que mirase la obra, falló por completo. El joven estaba tan dormido que no escuchaba a sus llamados y mucho menos los respondía.

—Miyaaa —Se quejó. Se encontraba de rodillas frente a la cama, tocando su cabello, nariz, mejillas... todo—. ¿Tan pesado tienes el sueño? Ugh... —Suspiró rendido—. Iré a tu cocina a beber agua, ojalá no te moleste —Y dicho aquello, salió de la habitación para dirigirse a la cocina.

En su travesía, fue observando lo lindo y acogedor que era el hogar de los Miya. Sonreía al ver algunos cuadros, deteniéndose para admirarlos. A veces incluso, tocaba los lienzos por puro gusto; a Rintarou le gustaba la textura del lienzo con la pintura encima.

—Seguro son comprados... —Susurró. Una vez llegó a la cocina, miró por la ventana, apreciando que era realmente tarde—. Mmm... ahora en un rato volveré a casa —Sonrió levemente, agarrando un vaso de cristal de un armario.

Mientras Rintarou llenaba su vaso, escuchó una puerta abrirse. Poco después, unas risas invadieron sus oídos.

—¡Bah Omi! —Gritó una voz—. ¿Cómo piensas que le gané a Kita? Obvio me escondí las cartas debajo de mi culo —Admitió aquella voz entre risas.

—Qué idiota... —Rió levemente la otra voz—. Pensé que Aran te descubriría pero no —Negó, sonriendo—. Eres muy bueno, amor.

—¡Lo sé! —Rió nuevamente la primera voz—. ¿Uhm? —Su vista se dirigió a la cocina—. ¡Osamuuu! —Llamó aquella voz al joven durmiente—. ¿Estás en la cocinaa~? —Rió. Poco después, varios pasos se comenzaron a escuchar cada vez más cerca de la sala donde Rintarou se encontraba.

—Creo que debe est- —Kiyoomi fue interrumpido por su mismo—. Oh... —Miró al frente.

—¿Está Samu o dejó la luz encend-? —Atsumu cerró la boca y abrió los ojos ampliamente—. ¡Ah! ¡Es el chico de la otra vez! —Gritó, apuntando con el dedo índice a Rintarou.

—Tú... —Rintarou entrecerró los ojos, mirándole de brazos cruzados—. Hijo de puta, me rompiste mi lienzo —Fueron las palabras que dijo nada más verle.

—¡Ya te dije aquel día que fue un accidente! —Gritó Atsumu—. Espera, ¿qué haces aquí? ¿¡Vienes a cobrar venganza!? ¡Ataca, Omi-kun! —Y se escondió tras la espalda de su novio.

—No soy tu pero, Miya —Suspiró su novio, mirando al castaño—. Hola —Saludó sin más.

—Hey —Saludó de vuelta—. No vengo a cobrar venganza, ojalá —Admitió—. Estuve terminando el trabajo que me rompiste, como no tengo dinero para un lienzo, tu hermano se prestó a ser mi lienzo —Miró a Atsumu.

—¿Samu? —Atsumu asomó la cabeza, riendo—. Wooow, que buen hermanito es —Sonrió amplio.

—Cosa que dudo que tú seas —Murmuró Rintarou. Sus ojos se posaron en el chico frente al rubio—. Te conozco —Entrecerró sus ojos.

—Eso te iba a decir... —Murmuró Kiyoomi, después de estar un rato observando al joven.

—Mm... ¿Suna? —Una cuarta voz se unió—. ¿Tsumu? ¿Sakusa? —Habló con un tono dormido, mirando a todos.

—Ah... —Habló Rintarou, sin quitar la mirada de Kiyoomi.

—Uh... —Habló Kiyoomi, sin quitar la mirada de Rintarou.

—¿Ehh? ¿Qué pasa? —Dijo extrañado Atsumu—. Hola Samuciin —Sonrió.

—Sakusa —Dijo Rintarou.

—Suna... —Contestó Kiyoomi.

La sala se quedó en completo silencio, hasta que Osamu lo rompió con un bostezo.

—Uhu... perdón —Rió—. Acabo de ver la pintura, es muy linda Rin —Sonrió amplio—. Mira Tsumu, le rompiste su lienzo y usó mi espalda para su trabajo —Me giré, sintiendo una mirada sobre mi—. ¿Te gusta? Tardó toda la tarde, incluso me quedé dormido —Admitió entre risas.

—Muy muy lindoooo —Sonrió el rubio—. Me gusta, me gusta. Yo te pondría un diez de diez —Miró a Rin.

—Oh... gracias —Asintió.

Se notaba una tensión en el ambiente.

—Con que sí seguiste tú carrera de bellas artes —Dijo Kiyoomi, sorprendiendo a Rintarou.

—Sí, la seguí —Murmuró.

—Eso es genial, te felicito porque está muy hermoso.

Ambas miradas se conectaron.

—Gracias, Kiyoomi —Respondió Rintarou, mirando a Miya—. Osamu, vamos a tu habitación —Indicó con el dedo—. Debo sacar la foto, se me olvidó.

—Oh, okey —Asintió—. Entonces vamos, Sunarin —Sonrió, dirigiendo al mayor hasta su habitación.

—Adiós —Murmuró Kiyoomi, viendo cómo se alejaban.

—¿Qué? —Habló Atsumu, mirando a su novio—. ¿Lo conoces de algo? ¿Omi? —Preguntó.

—No —Y se marchó al salón, dejando a un confundido Miya en la cocina.

lienzo  #  osasuna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora