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—¿Conocías a Sakusa? —Habló Osamu, tumbándose nuevamente boca abajo en la cama.

—Ugh... —Murmuró Rintarou—. ¿Algo así...? Sí, ya le conocía —Murmuró nuevamente, sentándose sobre su trasero para poder sacar unas fotos a la espalda.

—Mmm... es curioso —Respondió Osamu, pensando—. ¿Ya sacaste las fotografías? —Sonrió.

—Ah sí, sí —Asintió—. Gracias por dejarme trabajar sobre tu espalda, fue una agradable experiencia —Se levantó, guardando su teléfono en el bolsillo trasero.

—¿Enserio? Puedes usarla las veces que necesites, con tal de que puedas aprobar tus tareas —Sonrió Osamu, sentándose sobre la cama para mirarlo—. Oye Rin... ¿estás bien? Antes estabas más feliz.

—¿Antes estaba más feliz? Ah... —Rió levemente, negando—. Tranquilo, estoy perfectamente. Solo pasa que es muy tarde y bueno, estoy bastante agotado —Asintió, yendo a recoger todos sus materiales.

—¿Quieres que te lleve a tu casa? No me gustaría que vayas solo, es peligroso —Hizo una mueca.

—No me va a ocurrir nada —Respondió Rintarou, cerrando su maletín de pinturas.

—Pero es peligroso Rin... ¿y si te hacen algo? —Lo miró nuevamente.

—Osamu.

—¿Qué?

—No me van a hacer nada —Negó.

—¿Por qué lo niegas? —Suspiró.

—Soy hombre, no mujer.

Y el silencio reinó en la habitación. Rintarou por desgraciada llevaba la razón, era un hombre, ¿que era lo peor que le podía pasar? ¿Que le roben? Pff, algo muy leve y con menos probabilidades ya que solo llevaba encima su maletín de pinturas y materiales.

—Ya... tienes razón —Murmuró.

—Por desgracia llevo razón, pero bueno —Suspiró—. Gracias de nuevo por dejarme hacer el trabajo, te debo una —Sonrió muy levemente.

—¡No es nada! Por favor, siempre que lo necesites dímelo —Sonrió amplio.

Rintarou le dio una sonrisa nuevamente para después, despedirse con la mano. Bajó las escaleras, suspirando y sin mirar al frente.

Es Kiyoomi... —Pensó, haciendo una mueca al recordar al menor.

Estaba tan perdido en sus pensamientos que, sin darse cuenta, chocó con alguien; suponiendo que sería el gemelo de su nuevo amigo.

Rintarou supuso mal

—¿Rin? Perdóname, no miré por donde iba —Habló el contrario.

—No me hables, Sakusa —Murmuró, apartando su mirada.

—¿Por qué? Digo yo que podemos hablar. Ahora somos unos adultos, ¿no? Hablemos como los adultos que somos y no como aquellos adolescentes idiotas.

Rintarou rió incrédulo ante sus palabras.

—¿Adolescentes idiotas, no? —Rió sarcástico—. Tú eres el que me cagó la vida, me cagaste la adolescencia.

—Exagerado como siempre —Rodó los ojos.

—¿Verdad? Cómo mis sueños exagerados que siempre tuve de joven —Rió nuevamente—. Y tienes la cara de felicitarme por mis trabajos de clase cuando te cagabas en mi cuando te decía que quería estudiar bellas artes.

lienzo  #  osasuna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora