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—Kiyoomi, déjalo —Suspiró el rubio.

—Enserio, Atsu, yo no podría decirle esas cosas a alguien... —Murmuró el de rulos, acariciando las mejillas de su novio.

—¿Y por qué debería creerte? ¿Porque eres mi novio? —Suspiró nuevamente el rubio, alejándose levemente de su novio.

—No —Negó—. Porque te estoy diciendo la verdad, ¿por qué le diría a alguien que no siga sus sueños? No soy nadie para hacerlo —Bufó.

—¿Y entonces por qué Suna te dijo eso? ¿Por qué escuche todo lo que tú dijiste? —Rió incrédulo.

Kiyoomi se quedó en silencio al escuchar las palabras de Atsumu. Tenía razón, el rubio había escuchado todo y eso no lo podía negar nadie.

—¿Ves? —Suspiró—, ahora ni das la cara para responderme —Agarró su mochila y se levantó de la cama de su novio—. Nos vemos, Kiyoomi —Murmuró el rubio, yendo a la puerta de la habitación.

—Pero... —Susurró mirando a su novio, viendo cómo se dirigía a la puerta—. Atsumu yo- —Kiyoomi fue interrumpido.

—No, no quiero escucharte más —Le miró—. Kiyoomi, ¿no lo entiendes? No soy idiota, me ha dolido tu actitud, pensé que tú no eras así...

—¡Pero no soy malo, enserio Atsu! —Kiyoomi se sentó rápidamente en la cama, mirando al rubio.

—¿No? —Atsumu rió incrédulo—. ¿No eres malo, Kiyoomi? —Kiyoomi negó—. ¿Entonces por qué Rintarou me pegó después de decir que llevamos tres años juntos? ¿Eh, Omi? —El apodo del de cabellos negros sonó en modo despectivo.

—Yo... —Susurró Kiyoomi, haciendo una mueca.

—¿Te cansaste de estar con Rintarou y por eso me hablaste a mi? —Rió triste—. Enserio, ¿fui la segunda opción todo este tiempo? —Su pecho dolía, dolía muchísimo.

—Atsu... amor, hey, no —Kiyoomi se levantó y se acercó a él, con intención de tomarle del rostro.

—¡No me toques! —Gritó el rubio, permitiendo que las lágrimas se resbalaran de sus mejillas mientras ponía los brazos frente a su rostro para que no le tocase—. ¡Aléjate! —Gritó, retrocediendo hasta chocar con la puerta.

—¡Dios Atsumu que no estoy haciendo nada malo! —Suspiró acercándose—. Vamos a hablar, por favor, amor —Le agarró de las muñecas.

—N-no —Negó el rubio—. No, déjame, enserio —Murmuró. Por sus mejillas seguían rodando lágrimas y más lágrimas, se sentía mal.

—Atsumu... mi amor... —Susurró. Con su mano libre le tomó del rostro y con su pulgar limpió una de sus mejillas—. Rintarou es un asco, nunca le engañé contigo porque en ese tiempo él y yo ya no éramos nada —Sonrió.

—Pe-pero yo te hablaba por instagram, Omi yo te coqueteaba pensando que estabas soltero —Murmuró Atsumu, aguantando las lagrimas.

—Y lo estaba... no te sientas mal, mi amor —Le dio un pequeño beso en los labios y sonrió.

—Pero Rintarou dijo... —Kiyoomi cortó las palabras de su novio.

—Nada, no dijo nada —Habló serio—. No hablaremos de ese chico nunca más, ¿entendido? —Bufó, soltando al chico y alejándose de él.

—Creo que mejor me voy a mi casa —Le miró—. Adiós, Omi —Antes de que el otro pudiese decir algo, Atsumu salió corriendo de su casa.

Su pecho dolía, sentía angustia y culpabilidad. Él, el gemelo de Osamu, Miya Atsumu; había estropeado la relación de Suna Rintarou y Sakusa Kiyoomi hacía años atrás.

lienzo  #  osasuna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora