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Y lo hice.

Dudoso de mi decisión, pero lo hice.

Se me ocurrió la idea de esperar por unos minutos más, sino aparecía por ningún lado, me iría. A fin de cuentas, apenas acababa de conocerle y si sus intenciones no eran las qué pensaba, terminaría por seguir con mi vida comúnmente, pero lo cierto era, qué si quería verla.

No tenía idea de qué hora sería, siquiera sabía cómo medirla o algo por el estilo, pero sabía qué ya había pasado un buen tiempo, y aún nada, ella no aparecía.

Algo me decía qué no le vería más... así que me levanté, tomé la bandeja, y me acerqué hacia la entrada para dejarla justo dónde había estado antes, y me alejé de allí.

Si unos cuántos pasos vacilantes, pero sabía qué era ridículo esperar más, así qué mirando aquella casa por última vez, me di vuelta para comenzar a alejarme.

Y fue ahí cuándo me detuve, ese familiar — click — resonó entre la silenciosa oscuridad, y rápidamente me di vuelta... yla vi.

Pude notar por la luz proveniente de la casa qué su cara estaba un poco enrojecida, al igual que sus ojos, pero no le di mucha atención.

Me dio una sonrisa de boca cerrada, y me extrañé, pues parecía qué el ambiente estaba pesado, pero nuevamente, hice caso omiso.

— Lo... siento por tardar, estaba... — sus labios se fruncieron, vacilantes — ocupada, solo... lo siento.

No comprendía su actitud, todo estaba demasiado... raro, pero hablé— Ah... — o bueno, intenté hacerlo— no... probl... em— dije de manera casi incomprensible.

Isabela rió cabizbaja y se dio la vuelta hacía la entrada, por un momento pensé qué se iría, hasta qué entró y se dio la vuelta, ladeando la cabeza— ¿No vas a venir? — preguntó.

—Ahm... — de nuevo, al igual qué la vez anterior, vacilé, no estaba acostumbrado a este tipo de tratos a decir verdad.

Ella carcajeó otro poco para luego volver a hablar en un murmullo— Soy una niña, no te haré nada, aparte... —hizo una pausa— eres mi amigo ¿no? —sonrió, estirando su mano hacia mi.

—A... mi... gos — sonreí ligeramente.

Con un poco más de confianza, me acerqué y tomé su mano; ella me haló hacia el interior de la casa, haciéndome una seña para qué hiciera silencio. Algo qué en realidad no había entendido muy bien qué digamos, por lo qué iba haciendo ruido hasta más no poder, hasta qué por fin, y por primera vez, entramos a su habitación.

Aquella dónde comenzó todo.

CONTINUARÁ...

—Cap editado— 420 palabras.

┌ 𝑴𝒊 𝒇𝒆𝒍𝒊𝒄𝒊𝒅𝒂𝒅: 𝒆𝒔 𝒆𝒍𝒍𝒂. ❞ ➦𝐈𝐬𝐮𝐥𝐢𝐨.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora