-12-

211 30 4
                                    


Aún se mantenía temblorosa, habían pasado ya unos minutos pero seguía sin querer decir ni una palabra, y la verdad, tampoco parecía qué fuera a hacerlo.

Ella veía hacia un punto x de la habitación, pro se notaba que no estaba acá, se veía ligeramente perdida en sus pensamientos.

No pensaba decir algo, así qué por mientras, posé mi mirada en un lugar no tan específico, hasta qué un suspiro entrecortado dejó la boca de Isabela, llamando mi atención al instante.

—Prométeme...— habló entrecortadamente por lo bajo.

Silencio.

—Prométeme algo, Julio...— sorbió ligeramente de su nariz.

—Bien —Dije con simpleza, a pesar de qué no entendía del todo.

"Haría lo qué fuera qué estuviera a mi alcance para quitar esa mirada rota de sus ojos."

Sus murmullos divagaban de una cosa a otra; su voz era inestable, era casi imposible poder entenderle de esa forma, y comenzaba a empeorar, pues las lágrimas comenzaron a correr nuevamente por sus mejillas.

—S-si... alguna vez tú... —sollozó.

—S-si alguna vez llegas a venir y-y yo... n-nO salgo p-por mucho t-tiempo...—  su labio inferior temblaba.

—P-prométeme qué llamaras a la policía, o... q alguien, y luego, t-te iras de allí— dijo por fin calmando su tono de voz.

Me ceño de frunció notablemente.

—Sin explicación alguna, les dirás mi dirección con la excusa de qué es una emergencia... ¿vale? — tomó una bocanada de aire y me miró, suplicante.

Al ver mi cara de confusión, habló nuevamente.

—No hay nada qué entender, solo... promételo— dijo, demandante.

—No haré eso. —espeté— al menos no hasta qué me expliques qué sucede —dije aumentando mi tono ligeramente.

—Promételo— habló nuevamente, mirándome directamente a los ojos.

Fruncí el ceño muchísimo más qué antes y mantuve su mirada en la mía

—Bien —murmuré cautelosamente— lo prometo. —sentencié, reclinándome un poco con los brazos cruzados sobre mi pecho.

Suspiró pesadamente; parecía haberse quitado un peso de encima. Cuándo devolvió su mirada a la mía, levantó las cejas, confusa.

—Habla, ¿qué promesa se supone  qué fue esa?— dije totalmente serio.

Desvío la mirada.

—¿Sabes...? —un pequeño sollozo escapó de su boca— todo sería un completo desastre de no ser porque estás en mi vida.

Al instante sentí cómo cierto calor subía a mis mejillas, aquello qué había dicho decía todo, menos la explicación qué esperaba, así qué fruncí el ceño en busca de alguna.

—¿A qué se supondría qué viene eso? — pregunté.

Las lágrimas comenzaron a amenazar y por fin, escaparon de sus ojos, creando un camino a lo largo de su rostro.

—Gracias a ti los golpes no son tan dolorosos... —murmuró sollozaste por lo bajo.

Tardé unos segundos en reaccionar; mis ojos se abrieron en demasía ante aquello.

No podría ser lo qué pensaba...o quizás... sí.

CONTINUARÁ...

—Cap editado— 470 palabras.

┌ 𝑴𝒊 𝒇𝒆𝒍𝒊𝒄𝒊𝒅𝒂𝒅: 𝒆𝒔 𝒆𝒍𝒍𝒂. ❞ ➦𝐈𝐬𝐮𝐥𝐢𝐨.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora