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—Julio—

Isabela pareció salir de un transe; reaccionó y terminó en desviar la mirada, dejando ver cierto sonrojo en sus mejillas.

Reí por lo bajo; reacciones cómo aquella me agradaban.

Cuándo el silencio reinó entre nosotros, algo llamó mi atención. Justo al centro de la habitación, se encontraba un pequeño punto blanquecino qué llamó mi atención.

Al entrar no había detallado la habitación, y me dio curiosidad aquello, pues Isabela, quién estaba totalmente fuera de sí, reaccionó con... lo qué parecía ser... miedo.

Enarqué una ceja ante su reacción; me paré de la cama y me acerqué hacia aquel blanquecino punto

"¿De qué tienes tanto miedo?"

Me preguntaba, y me respondí a mí mismo en cuánto me encontré de frente a aquella pequeñez para tomarla del suelo. No tuve qué acercarla demasiado para darme cuenta de lo qué era; al identificarle, mis ojos se abrieron en demasía.

—Estuve a punto, si. — resonaron las palabras de Isabela hace unos minutos.

Ya había atado cabos, y fue allí cuándo por fin, vi alrededor de toda la habitación; pues no era un solo punto blanco, sino varios; varias pastillas a lo largo de la habitación, ella había... ella en serio lo había intentado... ella...

—Isabela... — murmuré ahogado entre el shock.

"Mi pecho se oprimía con la sensación de qué en cualquier momento, podría perderte."

Para entonces, Isabela estaba hundida en lágrimas.

—Lo... s-siento... —sollozó.

Yo aún estaba atónito con la situación, no podía comprender demasiado, sólo sabía qué... estuve a punto de perderla.

—No sabía lo qué hacía, no sé qué estaba pensando, s-solo... ya no más... y-ya no m-más... —habló, suplicante.

Esto me sobrepasaba.

Impotencia; sentía impotencia, me sentía impotente ante todo esto, no sabía qué hacer o qué decir, no sabía cómo proceder, pues en el fondo... sentía qué Isabela no me quería ahí, qué, de ser posible, si hubiera sabido qué venía, habría acabado rápidamente; y el sólo imaginarme aquello... me estremecía.

Dolía, en serio lo hacía. Y todo por el hecho de no poder evitarlo, de no poder salvarla; de no poder aliviar su dolor cómo ella hizo conmigo.

Ella... siempre ha sido frágil, aunque no lo demostraba; su fuerza mental era simplemente imparable, y compensaba todo lo malo qué pudiera sucederle sentimentalmente, tenía toda la fuerza del mundo para enfrentar las grandes pequeñeces del mundo, pero esta vez se le había salido de las manos.

Y por sobre cualquier otro sentir, Isabela era y siempre sería mi amiga, y... verle de esa forma no era de mi agrado; el perderla no era una opción, no si podía ayudar, y lo haría, al menos lo intentaría: por ella.

Reaccioné, y sin prestarle demasiada atención a los balbuceos entre lágrimas qué daba Isabela, le abracé.

—Por sobre todo, en cualquier lugar, momento o circunstancia estaré para ti— murmuré sosteniéndola entre aquel abrazo firmemente.

"Aquella era mi promesa para ella."

—Sin importar qué... porqué... —balbuceé.

"Por qué te amo, Isabela."

CONTINUARÁ...

—Cap editado— 500 palabras.

┌ 𝑴𝒊 𝒇𝒆𝒍𝒊𝒄𝒊𝒅𝒂𝒅: 𝒆𝒔 𝒆𝒍𝒍𝒂. ❞ ➦𝐈𝐬𝐮𝐥𝐢𝐨.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora