-39-

114 14 4
                                    


—Isabela—

Tras darle aquel cabezazo, lo soltó y cayó al suelo, aturdido por el mismo, por no decir qué inconsciente.

La cínica sonrisa de mi padre aún se mantenía en su rostro, victoriosa por la bizarra escena qué tenía enfrente.

Eso me enfureció, y, juntando la poca valentía qué tenía, di un paso enfrente, quedando entre un Julio inconsciente, y mi padre.

Mi corazón martillaba a más no poder, de manera pesada, asustado cuál ratón a punto de ser atrapado por el gato, pero no me detuve, aunque realmente no sabía qué pretendía hacer con exactitud.

Apreté los puños a mis costados.

—D-deténte... — hablé en un hilo de voz, temblorosa.

Su sonrisa se ensanchó ante mi acción, dando paso a una larga y estruendosa carcajada.

Dio un paso adelante, terminando con aquella carcajada para dejar ver un semblante en su rostro totalmente diferente; semblante que me puso los pelos de punta.

Retrocedí por inercia, y fue ahí cuándo decidió hablar.

—¿Ya se esfumó tu faceta heroica, o... seguiremos jugando a esto, Souza?

Muy en el fondo, los dos sabíamos qué aquello, más qué una pregunta, era una invitación de la qué los dos éramos conscientes; con eso me estaba dando a decidir él cómo sería mi futuro, y comprendía la idea, pero me mantuve firme.

Si entre mis decisiones debía considerar un típico él o yo, sería yo.

Y con aquello en mente, retomé mi posición.

—He dicho... qué basta, ya está bueno, papá. —sentencié pronunciando con desdén la última palabra.

Otra risa larga se escuchó entre nosotros, esta vez más fuerte y distorsionada qué antes, infundiendo temor en mí persona, esto era malo...

—¿Te parece si contamos qué tanto tiempo aguantas en esta faceta por tú príncipe azul?, bien.

Y sin darme tiempo alguno para reaccionar, se abalanzó sobre mí, haciéndome caer al suelo abruptamente, y apenas unos segundos luego, sentí cómo su mano impactaba contra mi mejilla.

—¿¡Quién te crees para llevarme la contraria, ah?! — gritó, levantándose.

Cerré los ojos con fuerza, tratando de buscar una manera para ahogar al miedo que nublaba mi mente.

"¿Tienes.... mucha hambre? —pregunté, riendo por dentro al ver la expresión de aquel chico en mi basura—"

Una pequeña sonrisa se formó en mis labios ante el recuerdo; sonrisa qué pronto fue reemplazada por una mueca de dolor al momento en qué una patada impactó contra mi estómago.

"¿Te casarías conmigo, Isabela?"

Las lágrimas comenzaron a aparecer entre el dolor y los recuerdos, pero aún así, mi sonrisa no desaparecía a pesar de qué era distorsionada gracias al dolor punzante que sentía ahora mismo.

Una tras otra, sin descanso.

Me dolía, aunque aún así, ahogaba los quejidos para no darle aquel placer a mi padre, pero fue cuándo sentí cómo algo se rompía en mi pecho, un grito desgarrador abandonó mi boca.

—Oh vamos mírate. Ahora te retuerces en el suelo... por necia. —sonrió— tú madre creyó qué al hacerse la valiente se zafaría de mí, y a serte sincero, pensé qué serías mejor qué ella... — se arrodilló frente a mi, para tomarme del cabello sin cuidado alguno y acercarme lo más posible hacia su rostro— pensé que serías más inteligente que Alicia —sonrió cínicamente.

Escucharla ser nombrada por su boca hizo revolver mi estómago, y me dio otro pequeño arranque por dejarle en claro mi pensar.

— M-me... das asc-co... — dije mientras ahogaba mis quejidos.

Ahora quién sonreía era yo, siempre quise decírselo cara a cara antes de... morir.

— ¿Si lo entiendes? — continúe— me das, ah- — ahogué otro quejido cuándo su puño entero chocó contra mi rostro.

CONTINUARÁ...

—Cap editado— 600 palabras.

┌ 𝑴𝒊 𝒇𝒆𝒍𝒊𝒄𝒊𝒅𝒂𝒅: 𝒆𝒔 𝒆𝒍𝒍𝒂. ❞ ➦𝐈𝐬𝐮𝐥𝐢𝐨.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora