-20-

158 21 2
                                    


—Julio—.

Iluminación repentina... si, era ella; aquella claridad ya reconocida por mi cerebro desde hace un buen rato.

Reaccioné en un pequeño sobresalto sin saber realmente lo qué sucedía a mi alrededor.

Cerré un ojo al sentir una pequeña punzada en la cabeza y después de un rato, abrí los ojos para por fin poder analizar el lugar dónde me encontraba.

—¿Dónde... estoy? —me pregunté a mí mismo en un murmullo por lo bajo, casi mentalmente.

Me levanté con cierta dificultad, pues aún seguía ciertamente aturdido, pero a pesar de eso, el único pensamiento rondando por mi mente en ese momento era: ¿Qué había sucedido?, y otra mucho más importante: ¿Dónde estaba?

Al visualizar aquello, lo qué ciertamente era una casa, quedé nada más y nada menos qué impactado, pero... MUY impactado.

Aquella casa era... demasiado lujosa; al menos entre los estándares de mi crianza o los de la casa de... Isabela.

Podía recordar a la perfección lo qué había sucedido antes de llegar a dónde fuera qué estuviera, pero aún así no pude evitar preocuparme. No tenía ni la más mínima idea de dónde estaba o la razón, y lo peor, no sabía qué había sucedido con Isabela.

Por un segundo, aún dudoso, repasé lo qué había pasado antes.

La discusión, los mareos repentinos, mis piernas fallándome... y luego, negro.

Un negro que bien qué conocía.

Ahora era dónde dejaba de importar el dónde o el por qué estaba en esa casa tan lujosa.

Mi nueva duda era... qué había sucedido tras esa oscuridad, y la cosa es, qué esa duda fue resuelta en menos de un segundo.

Mi oído agudizó al escuchar algo a la lejanía, unas llaves intentando de abrir una puerta comenzaron a sonar en aquel salón, y con ello, el desespero me llenó de pies a cabeza. A fin de cuentas, aún no sabía qué o quién, o siquiera por qué me habían llevado allí.

Entre tanto y tanto, volteé hacia dónde parecía provenir aquel sonido.

Mis ojos se abrieron y mis instintos reaccionaron, haciéndome agachar tras el mueble dónde antes había estado acostado para esconderme de quien acabara de llegar por aquella puerta.

Lejanamente logré escuchar a lo qué parecía ser una voz femenina... extrañamente... familiar, para mi sorpresa.

Pronto escuche pasos de a tacón acercándose de a poco.

—Si. Ajá. Si. —aquella voz detuvo sus pasos para suspirar pesadamente— Creo qué hay... cierta posibilidad de qué sea él... —terminó de comentar en un sollozo.

—M-mi pequeño... m-mi hijo...— habló entrecortadamente.

CONTINUARÁ...

—Cap editado— 430 palabras.

┌ 𝑴𝒊 𝒇𝒆𝒍𝒊𝒄𝒊𝒅𝒂𝒅: 𝒆𝒔 𝒆𝒍𝒍𝒂. ❞ ➦𝐈𝐬𝐮𝐥𝐢𝐨.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora