-Narra Willy-
Las sábanas de su cama se habían enredado con mi cuerpo, formando un extraño revoltijo de carne, desnudez y tela. El frío del ambiente me erizó el vello de la única pierna que tenía descubierta, mientras que la otra estaba cómodamente resguardada bajo las mantas. Aún así la gélida brisa fue suficiente molestia como para inquietarme el sueño. Desperté en aquella cama matrimonial, en una habitación que jamás había visto hasta hacía unas horas. Notaba cada músculo del cuerpo relajado por primera vez desde que rompimos. Tras tanto tiempo separados habíamos conseguido soltar juntos la pesada carga de nuestra ruptura. Nos dejamos llevar por el desenfreno y la pasión de dos amantes ansiosos y al terminar fuimos incapaces de dispensarnos más que caricias hasta desfallecer sobre el colchón. Ni habíamos tenido la ocasión de charlar sobre lo ocurrido, pues de nuestros labios únicamente salieron besos. Lo último que recordaba era haber correspondido su abrazo bajo la impenetrable guarida en la que se habían convertido las sábanas y terminar quedándome dormido. No me preocupaba el no haber hablado con él, pues no creía que tuviéramos mucho que decir sobre lo acontecido restando lo evidente. El habernos acostado dispersó mis dudas, estaba tranquilo respecto a eso, tranquilo respecto a todo. Su amor ejercía cierto efecto anestésico sobre mi persona. Una sensación de satisfacción infinita, después de años sintiendo esa opresora mano envolviéndome el corazón, el momento cúspide de nuestro encuentro había conseguido que me soltara, librándome del desasosiego y devolviéndome la respiración. Creía que acabábamos de dar un paso importante, que nos habíamos dicho miles de cosas sin tener que decir en realidad nada. Él me quería, y yo a él. Le quería tanto que no entendía como me había resignado a su pérdida, cuando ahora tendrían que arrancármelo por la fuerza para que yo le soltara. Lo único capaz de alejarme de él, sería el propio Vegetta, si decidía escogerles a ellos antes que a mí. Pero tenía la esperanza de que no fuera así. Simplemente estaba preparándose para cortar con Jessica, y mientras tanto no me importaba tener que ser su secreto, su amante. Era difícil, pero también estimulante. Tener que escondernos del mundo y sentir esa complicidad cada vez que lo conseguíamos. Amarnos en la oscuridad y desvanecerme como las sombras ante la llegada de los primeros rayos de luz. Pero esta vez no sería así. Teníamos dos días enteros para disfrutar del apogeo de nuestra relación, esperaba que no quedaran desaprovechados. Todavía notaba su presencia sobre la piel, la imborrable huella de cada beso depositado por sus labios. Me revolví sobre las sábanas, mis labios se curvaron en una sonrisa de satisfacción. Me sentía en el paraíso, mi cuerpo y mi alma estaban en completa armonía. Abrí los ojos esperando ver su rostro todavía dormido, pero no lo encontré. ¿Dónde estaba? Me levanté e inspeccioné el dormitorio en el que horas atrás ni me había fijado. Mis pupilas recorrieron la estancia con curiosidad y repararon en la mesita de noche. En ella había un marco con una fotografía. Él aparecía sonriendo mirando a cámara, mientras que su novia le besaba la mejilla. Excelente falsa apariencia de pareja perfecta. Se me revolvió el estómago mientras observaba la foto y me tomé el atrevimiento de girar el marco hacia a la pared para no tener que seguir viéndola. La habitación estaba muy ordenada, lo único que desentonaba en ella era nuestra ropa esparcida sobre la moqueta. Recogí su camisa y me la coloqué en los hombros. Estaba rota por delante, la mayoría de botones se habían desprendido así que no pude cerrarla. Acaricié la tela de la prenda, recordando lo mucho que la había odiado la noche pasada por estar separándome del cuerpo de Vegetta. Agarré el cuello de la camisa y lo acerqué a mi nariz para aspirar su aroma. Olía como él , a su perfume y aroma de vainilla. Me la dejé puesta y volví a mirar hacia la cama, también me asomé al baño de la habitación esperando que estuviera ahí, pero ni rastro de él.
Salí del cuarto y lo encontré en el salón. Vegetta estaba sentado en el sofá observando algo, aún ni se había molestado en vestirse. Reparé en que la luz no se colaba por las persianas, señal de que todavía no amanecía. Su perfil quedaba iluminado por una sencilla lámpara de salón. Sobre la mesa había un recipiente con agua, intuí que abandonó el lecho porque tenía sed. ¿Pero que motivos le retenían ahí? Tragué saliva, al parecer el mayor todavía no se había percatado de mi presencia. Busqué llamar su atención haciendo ruido intencionadamente con un carraspeo, para después pronunciar su nombre con aire dubitativo. Él alzó el rostro para mirarme, sus ojos cristalizados y la expresión de tristeza fueron una patada a todos los pensamientos positivos y cariñosos que había tenido mientras estaba en la cama. Quizá simplemente debería haberme quedado ahí hasta que él volviera.-Willy..-Cuando habló, su voz sonó más ronca de lo usual. Me aproximé con lentitud, tratando de ignorar el frío y preguntándome cómo él era capaz de soportarlo con tanta templanza. Con el corazón en un puño me asomé para descubrir que era aquello que sus temblorosas manos sujetaban y que le tenía tan alterado. Lo reconocí al instante. No estaba familiarizado con ese tipo de imágenes pero era habitual verlas en series televisivas: Una ecografía. Apreté los labios con fuerza hasta que mudaron de color. Enseguida comprendí lo que estaba pasando, porqué miraba aquella ecografía como si estuviera ante el fin del mundo. Que él me quisiera no significaba que su situación familiar no pudiera hacerle arrepentirse de lo que habíamos hecho. Intenté que el egoísmo no se presentara en mi mente, traté con todas mis fuerzas de no pensar en cual era nuestro mayor obstáculo: Su hijo. De no haberlo concebido, probablemente Vegetta y Jessica ya habrían terminado. Pero sería insensato y egoísta por mi parte sentir furia hacia un ser inocente, sin consciencia y que todavía ni había nacido. Mas cuando recordaba que tan ingenuamente le había comprado esos juguetes pensando en que tendría que hacerme amigo suyo en el futuro por estar con Vegetta.. ¡Un futuro que posiblemente jamás llegaría debido a su existencia! No podía evitar sentirme estúpido por haberme imaginado criando al pequeño junto con Vegetta, dándole la vida que una vez soñamos juntos para nuestros propios hijos. Me había quedado callado imaginando mis ilusiones volviendo a romperse en mil pedazos, y él estaba esperando que dijera algo. Me obligué a recordar lo relajante que había sido escuchar la respiración del mayor hasta quedarme dormido, el volver a estar con él en una misma cama.-¿Te arrepientes?.-Pregunté, mordiéndome la cara interna de la mejilla. Lucía destrozado, con los ojos vidriosos y unas oscuras ojeras enmarcándolos. Recordé esa misma expresión cuatro años atrás, cuando su mundo se vio arruinado. Cuando apenas comía y caminaba como si fuera un muerto en vida. No quería tener que volver a verle así, quería al Vegetta risueño y bromista, quería al Vegetta feliz. Se quedó mirándome fijamente y me vi reflejado en sus ojos, los cuales amenazaban con desbordarse y ahogarme en su tristeza. Sabía que estaba enamorado de alguien excéntrico e inestable, pero no dejaba de ser frustrante no saber como tratar con él, como reaccionar ante cada bajada de ánimos. Siempre me prometía que estaría con él incondicionalmente y mi tozudez me hacía pensar que cumpliría pero cuando pensaba que él podía arrepentirse.. entonces mermaban mis defensas, me sentía vulnerable y expuesto al constante martirio que suponían sus dudas. Era uno de mis mayores defectos, ante la posibilidad de un nuevo abandono prefería salir huyendo antes de que sucediera, pues sabía que no podría soportar que volvieran a dejarme. Tenía esa molesta y estúpida manía de alejar a las personas que más me importaban, y todo por miedo a perderlas. Era absurdo e irónico. A estas alturas yo debía estar volviéndole loco con mis idas y venidas, mientras que él arrasaba mi cordura con sus ni contigo ni sin ti-Será mejor que me vista y vuelva a casa.-Sugerí, pues su silencio había sido suficiente respuesta. Él dejó la monocromática imagen sobre la mesa y se levantó de un sobresalto, dirigiéndose hacia mí mientras negaba.-No me arrepiento y eso es lo que me hace sentir peor, que volvería a hacerlo mil veces más.-Masculló, pero todavía tenía los ojos húmedos, todavía estaba triste. Me pregunté hasta que punto eran aceptables sus excusas, cuanto tenían de cierto y cuanto de consuelo. Si el hecho de no arrepentirse le hacía sentir peor.. ¿No era esa una clase de arrepentimiento? Puesto que permanecí en silencio, él me abrazó con fuerza contra su cuerpo.-No, Willy.. no te enfades.-Pidió al ver que no me molestaba en responder, meciéndome entre sus brazos. Me mantuve inmóvil como una estatua, sin rechazar ni corresponder su cálido contacto. No estaba disgustado con él, entendía y consideraba lógico que se sintiera mal cuando pensaba en su familia. Pero eso no significaba que fuera menos doloroso y difícil de soportar verle destrozado.-No estoy enfadado, pero no quiero que la culpa haga que te arrepientas de lo que ha pasado.-Confesé, pues sobretodo me preocupaba su estado de ánimo. Él dejó escapar un suspiro y me soltó.-De verdad que no estoy arrepentido, Willy.. pero siempre que estamos juntos intento no pensar demasiado en.. en mi otra relación.-Me miró fijamente cuando comenzaron las explicaciones. Era difícil que Vegetta se quedara sin palabras, pero fue más que evidente lo mucho que le costó admitir en voz alta que tenía otra relación, aunque no fuera ningún secreto.-Y cuando he pensado bien y me he dado cuenta de que vamos a ser padres, y ella no sospecha nada de esto. Piensa que vamos a estar juntos, los tres.-Realizó un ademán con los brazos, señalando a nuestro entorno.-Y esta es nuestra casa y lo he hecho contigo en nuestra cama, donde dormimos cada noche. ¿En qué clase de persona me convierte esto? Y aún así ni estoy arrepentido, ni quiero que te vayas.. todo lo contrario, quiero que te quedes.-Su voz quebrada le obligó a hacer otra pausa, me fijé en lo rojos que estaban sus ojos y traté de mantenerme impasible.-Soy lo peor Willy, es un milagro que sigas enamorado de alguien como yo.-Me sorprendió tal afirmación, ya que normalmente Vegetta tenía un alto concepto de sí mismo. Pero yo no compartía su opinión, le tenía por una buena persona que se había visto envuelta en un enorme compromiso. Entendía que estuviera volviéndose loco. O el amor, o sus principios. O la amistad, o su familia. Él no tenía alternativa, tenía que escoger dos de las cuatro cosas que más apreciaba y más importantes eran. Yo tampoco sabría que hacer de estar en su lugar.-No lo eres, las circunstancias que..-Intenté explicar, pues no quería que siguiera sintiéndose una mala persona. A ojos de cualquiera que no fuéramos nosotros, lo que habíamos hecho debía ser terrible y nos dejaría como a los malos del cuento, pero ellos no estaban en nuestra piel. Ellos no entendían lo mucho que habíamos pasado por estar juntos ¿Y qué más podía decirle? ¿Que yo era incluso peor? ¿Que yo, en más de una ocasión, me dejé arrastrar por mi deseo más egoísta y había deseado que su hijo no naciera? Quizá él jamás me perdonaría algo así, era un pensamiento atroz y malvado que estaba avergonzado de haber tenido.-No intentes justificarme, lo soy. Pero seguiré siéndolo mientras crea que es por algo que vale la pena, por estar juntos.-Me interrumpió, y comprendí que no conseguiría hacerle cambiar de idea, estaba librando su propia batalla contra la consciencia. No podía hacer más que esperar a que finalizase y ayudarle a sanar sus heridas cuando eso sucediera. Le besé en los labios y me correspondió, noté su mano sobre la cabeza y tras una agitación mis oscuros cabellos quedaron todavía más despeinados. Cuando nos separamos aprecié que sus ojos empezaban a secarse, me dedicó una mirada decisiva de lo más significativa.-Cortaré con Jessica cuando pueda, intentaré tardar lo menos posible. Por ella, no merece algo así.-Probablemente tenía razón, y ella no merecía ser engañada así. Pero no conocía a Jessica lo suficiente como para que me importara ni una cuarta parte de lo que Vegetta me importaba. Y él tampoco merecía algo así, no se merecía el tener que estar toda la vida con una persona que no quería, no se merecía estar atado a ella o sentirse la peor persona de mundo por no estar enamorado. Quedar atrapado en un matrimonio infeliz era algo permanente y triste que no deseaba para mi compañero. Él era responsable de su hijo, no de su pareja.-Y por ti.-Añadí seriamente. Sus labios se curvaron en una dulce sonrisa.-Y sobretodo por ti.-Terminó diciendo, sujetándome la cara entre sus manos y mirándome a los ojos.-Te mereces algo muchísimo mejor que esto.-En principio pensé que se refería a él mismo y quise rebatirle, pero enseguida entendí de que hablaba. Decía que merecía algo mejor que ser un secreto, que tener que aprovechar la ausencia de su pareja para poder estar juntos. Y esperaba que tuviera razón.
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Sensaciones Pasadas (Wigetta)
Fanfiction(SEGUNDA PARTE TRAS SENTIMIENTOS LATENTES) Willy y Vegetta se reencuentran casualmente años después de haber roto. Ambos han llevado sus vidas por caminos distintos. Vegetta está a punto de formar una nueva familia. ¿Quedarán resquicios de su amor c...