Capítulo 7

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-Narra Willy-

-Os he traído la cena antes de que se enfríe, no podéis quejaros.-Anunció un orgulloso Sebas tras cerrar la puerta, depositando sobre la mesa del salón la bolsa del local dónde había comprado. Tanto yo como Eliestábamos hambrientos, llevábamos media hora esperando la llegada de nuestro compañero.-¿Has recordado pedir que le quitaran..?-Empecé a preguntar, mientras que sacaba el contenido de la bolsa. Incluía dos hamburguesas, junto con un par de paquetes de patatas fritas, me adueñé de mis cosas y dejé las restantes sobre la mesa común. El chico me interrumpió antes de que pudiera terminar la pregunta, sentándose en el otro sofá.-Sí, solamente han dejado la carne y el queso.-Repitió con cierto cansancio, como si hubiera tenido que recordar en más de una ocasión mis exigencias respecto a la comida. Quizá lo había hecho, pero porque detestaba que le pusieran pepinillos y salsa a la hamburguesa, por lo que debía especificarse la eliminación de dichos condimentos. Aún así desenvolví la comida con cierta desconfianza, comprobando que a simple vista mi pedido era el correcto.-¡Buen provecho!.-Deseé enérgico previamente a dar el primer bocado, puesto que estaba muriéndome de hambre. Sentir la carne y el queso caliente deshaciéndose en mi boca fue un orgasmo para el paladar, estaba delicioso. Los siguientes diez minutos los pasamos comiendo en silencio, mientras veíamos un programa de televisión sobre cotilleos que nuestra compañera había insistido en poner, muy en contra de nuestra voluntad. Ya que no me interesaban en lo más mínimo los líos amorosos de un supuesto famoso, me concentré en llenarme el estómago con la cena. Me dejé llevar por el ansia, devorando la hamburguesa en cuestión de minutos. Cuando terminé me dejé caer hacia atrás, acomodándome en el sofá mientras me acariciaba la henchida tripa.-¡Que bueno estaba!.-Exclamé, sonriendo alegremente. Como siempre, yo ocupaba un sofá mientras que mis compañeros compartían el restante. Se apoyaban el uno en el otro de una manera tan íntima y natural, que bien podrían pasar por una pareja de enamorados. Me pregunté si tras los años habría llegado a ser así con él, de no haber caído ambos en las garras del amor.-Exageras, esas hamburguesas son cien por cien grasa.-Objetó el rapado, mientras que enredaba con el dedo índice uno de los bucles de Eli. Ella entornó los ojos, su pequeña boca formó una sonrisa burlesca.-Que casualidad, ayer estuvo con su querido novio y hoy todo le resulta maravilloso.-Quise evitar ensanchar mi sonrisa al escuchar su acusación, mas fracasé estrepitosamente. Sacudí negativamente la cabeza, sin poder dejar de pensar en él.-Eso es mentira, además no es mi novio.-Les había contado todo acerca de mi reencuentro con el mayor. Tras despedirnos una semana atrás, estaba realmente convencido de que hacía bien apartándolo de mi vida. Fue muy difícil no buscarle enseguida cuando empecé a echarle de menos, cosa que sucedió demasiado pronto. Tuve que resistirme porque aún temía su compañía casi tanto como empezaba a temer su ausencia. No quería seguir haciéndome daño observando como formaba una familia, como escribía las líneas de una nueva historia de la cual yo no formaba parte mas que encarnando el papel de un personaje secundario e intrascendente. Hacía mucho tiempo que yo era perfectamente consciente de que Vegetta tenía pareja, incluso antes de reencontrarnos. Pero no era lo mismo saber que sucedía, a tener que comprobarlo con mis propios ojos. Al enterarme había podido expresar hacia él y su pareja deseos sinceros de felicidad, pues por aquel entonces yo no formaba parte de su vida y era lógico que quisiera rehacerla. Pero ahora los dictados del caprichoso destino habían vuelto a unir nuestros caminos, ahora volvía a formar parte de su vida y por lo tanto existía la opción de que estuviéramos juntos. Sin duda, lo que más me dolía, es queVegetta no escogiera esa opción. Me sentía estúpido e ingenuo puesto que sabía, con toda certeza, que sin prestar atención a las circunstancias, yo siempre le hubiera escogido a él. ¿Porqué él no lo hacía? ¿Había sido nuestra relación un simple e insignificante paraje de su vida? ¿Era ella, la futura madre de su hijo, a quién había elegido como opción final para compartir el resto de su vida? Mi mente formulaba constantemente ese tipo de incógnitas, y no podía hacer más que sentirme estúpido al comprender que era el único que pensaba en el otro como el amor de su vida, único e irreemplazable. Y así transcurrieron los días en su ausencia, siendo incapaz de pensar en otra cosa que no fuera él. No fue por falta de intentos, pues el trabajo y los vídeojuegos fueron grandes compañeros en el proceso de desintoxicación que resultó ser su ausencia. Daba vueltas a lo sucedido en mi habitación, imaginando los acontecimientos si hubieran acaecido de forma distinta. Maldecía la interrupción de Jessica, preguntándome como habrían sido las cosas si no hubiéramos sido interceptados, y a su vez sabía que no podría haber soportado que me dejara después de habernos acostado. ¿Pero él habría hecho tal cosa? El orgullo y la seguridad de que no tenía posibilidades con el mayor, de que continuar siendo su amigo solamente me causaría daño, es a lo que me había aferrado para preservar la fuerza de voluntad que me mantuvo lejos de él. Después de volver a experimentar los sentimientos que su contacto físico y su afecto romántico me provocaban, me parecía inconcebible el hecho de fingir ser solamente un amigo. Sabía que no valdría la pena batallar contra lo que sentía, volver a engañarme pensando que mis sentimientos por él se habían extinguido, cuando seguían tan vivaces y reales como el primer día. Ya había llegado a la conclusión de que con su presencia todo era mejor, pero aunque lo necesitaba no terminaba de estar seguro de cuan masoquista y doloroso era tener que conformarme con los resquicios de su afecto. Así fue durante los primeros días, mis pensamientos en constante contradicción y mi estado de ánimo sufriendo bruscos e inestables cambios. Quería alejarme de él, y al mismo tiempo quería tenerlo tan cerca. Quería golpearle y abrazarle, maldecirle y decirle cuanto le quería y anhelaba. Hasta que una conversación con mi compañera de piso, me hizo ver que existían múltiples probabilidades de que él no sintiera nada por su novia, de que él estuviera con ella por el hecho de estar embarazada. Ya me lo había planteado con anterioridad, aunque lo veía algo impropio de Vegetta. Podía suceder que en un principio se hubiera creído enamorado, pero que con el tiempo dicho amor se hubiera consumido hasta quedar en nada. La pelirroja me había convencido de que posiblemente así era, mencionando que no debería poner en riesgo la felicidad de ambos alejándome de él. Me hizo imaginar que yo acabaría arrepintiéndome eternamente de mi precipitada decisión, y que Vegettaacabaría compartiendo la vida con una persona por la que no sentía nada, cosa que le convertiría en un hombre amargado e infeliz. Recordé su rostro carente de su habitual expresión de felicidad cuando, cuatro años atrás, terminamos. La angustia que su tristeza me había causado, el miedo de que no volviera a ser feliz y el alivio al comprobar que los años no habían alterado su sentido del humor, que seguía siendo el mismo de siempre. ”No pierdes nada en intentarlo, darte cuenta o preguntarle si realmente está con ella por amor” Me habían recomendado. No terminé de aceptar semejante propuesta, pues no me convencía y temía que él me afirmara que estaba enamorado, pues eso sería devastador. Aún así, sin estar convencido sobre nada y dejándome guiar por el anhelo que sentía hacia él, caminé hasta su casa ante la mínima oportunidad de excusa que se me puso por delante. Cuando llegué ahí, mi única intención era verle, enseguida me arrepentí puesto que me invadió la vergüenza de haber visto a su pareja, que con tanta simpatía me recibió después de casi haberme acostado con su novio. Le entregué la tarjeta, la cual había encontrado y utilizado como excusa, y me dispuse a marcharme consciente de que había cometido un gran error echando por la borda una semana de abstinencia. Él me retuvo. Realmente parecía contento de verme, con su preciosa sonrisa y sus grandes ojos mirándome fijamente, con aniñada ilusión. Su oferta fue tan tentadora que no pude rechazarla, por lo que acepté intentar pasar un rato con él, sin pensar en los muchos problemas que nos envolvían y simplemente disfrutando del tiempo juntos como antaño. Una vez juntos me olvidé de todo, olvidé que existía Jessica y su embarazo, olvidé que una vez él se marchó a España y me dejó solo. Olvidé nuestra dolorosa ruptura, creí que todavía seguíamos viviendo juntos y que simplemente estábamos preparando la cena como hacíamos en el pasado. Y fue genial, ojalá pudiera ser siempre así. No había necesidad de fingir, porque cuando estábamos juntos el resto del mundo pasaba a un segundo plano. Estar con él, simplemente bromeando y compartiendo el tiempo juntos, me sentó fenomenal. Aunque al principio de mi visita no sabía si compensaba tener que saber que él dormía, desayunaba y se acostaba con otra persona diariamente, conformándome con un resquicio de él, de su amistad y de su tiempo. Pero al final, tras tratar de cocinar juntos y ver una película, sin poder dejar de sonreír un segundo por su manera de ser, la cual siempre me colmaba de diversión, lo supe. La vida era más bonita cuando Vegetta formaba parte de ella. Todavía me dolía, pero sentía que una especie de barrera se había quebrado entre nosotros tras esta segunda reconciliación, que en esta ocasión estábamos más unidos que una semana atrás, en la que nos tratábamos más como conocidos que como amigos, empleando una extrema cordialidad impropia en nosotros. Todo esto fue el día anterior, y desde entonces no había dejado de sonreír porque lo pasé genial con él, porque esperaba volver a verle dentro de un rato, porque después de una semana de tristeza sin verle ahora estábamos mejor que nunca y porque creía posible la existencia, gracias a la influencia de mis compañeros de piso, de sentimientos de Vegetta hacia mí.-Me lo creeré si eres capaz de dejar de sonreír por un segundo.-Me acusó la pelirroja, mientras que tanto ella como Sebas me miraban fijamente. Intenté mantenerme impasible, pero no pude controlar mis comisuras que se curvaron solas, formando una sonrisa. No podía dejar de sonreír, si ya era risueño por naturaleza la amistad y el amor de Vegetta lo empeoraban, consiguiendo que todo me causara gracia debido al buen humor. Después de una semana bastante turbia, entendía que mi repentina alegría consternara a mis compañeros de piso, teniéndolos entretenidos y considerándola motivo de burla.-Tienes razón, Eli. No puede dejar de sonreír.-Declaró el muchacho de ojos verdes, señalándome el rostro. Empecé a sentirme cohibido por su atención, e incapaz de disimular mi felicidad, decidí cubrirme los labios con la diestra. A lo largo del día, se habían dedicado a pronunciar su nombre delante mía intencionadamente, divirtiéndose porque su simple mención trastocaba la expresión de mi rostro.-Nuestro Willy está enamorado..-Murmuró el castaño, mientras seguía acariciando de manera distraída la cascada de cabellos naranjas de Eli.-Y no es el único, Vegetta también está enamorado de él.-Contestó ella, con una seguridad en la voz que me hizo estremecer. Era de los pocos puntos en los que no le daba la razón, ella no podía estar segura de algo semejante, pues no conocía en absoluto la manera de pensar del mayor. Nuestra mentalidad era parecida, por ese motivo solía confiarle a Eli mis preocupaciones, puesto que pensábamos de forma similar esperaba que me comprendiera.-No puedes afirmar algo así, apenas le conoces.-Refuté, argumento que ya le había repetido en más de una ocasión, cuando se empeñaba en afirmar que era imposible que él no estuviera enamorado de mí.-Apenas lo conozco y aún así sé que está enamorado de ti, de lo contrario no haría las cosas que hace.-Exclamó. Ella estaba informada de casi todo lo que sucedía con Vegetta, estaba al tanto de los súbitos acercamientos físicos y también de las frases atípicas en una relación amistosa. Del coqueteo que el día anterior me había dispensado, el cual había tenido que pedir que no continuara, puesto que de esa manera solamente conseguía acrecentar mi amor por él.-Además casi os acostáis el otro día.-Añadió, con una inesperada franqueza que consiguió hacerme sonrojar. Todavía era incapaz de quitarme ese instante de la cabeza, aún después de marcharse su perfume se había quedado impregnado en la almohada. Recordaba la lentitud con la que sus labios habían trazado un río de besos sobre mi piel, como si cada centímetro de mi cuerpo mereciera ser atendido. Y mucho menos podía olvidar como me había mirado en aquel instante, sus pupilas dilatadas brillando de emoción y su cuerpo temblando por el deseo.-Bueno.. culpa de Sebas.-Espeté, dirigiendo una fulminante mirada al acusado. Sebas había sido culpable de mucho de lo sucedido aquella noche, y me había costado perdonarle, pero puesto que también le abandoné a su suerte, habíamos terminado volviendo a llevarnos bien. Sus intenciones no eran malas, solamente quería conseguirme al chico que me gustaba, aunque su procedimiento fuera cuestionable.-Ya te pedí perdón, vaya tío.. drogas a su novio y ya te lo recuerda de por vida.-Bromeó, haciendo gala de su habitual humor ácido. En este caso no pude evitar reírme, puesto que su frase expresada con absoluta despreocupación, me pareció bastante graciosa.-Además disfrutaste, se os escuchaba desde..-Agregó la pelirroja, consiguiendo que me ardieran las mejillas. Le arrojé una patata frita para hacerla callar.-Lo sé, lo sé.. ya lo has contado muchas veces, no lo cuentes más.-Rogué, puesto que me incomodaba y causaba mucha vergüenza que nos hubiera oído desde su habitación debido a que, distraídos por la pasión y las ganas, no nos habíamos molestado en ser silenciosos.-A mi no me importaría escuchar esa historia una vez más.-Exclamó Sebas, alzando las cejas y mirándome de manera sugerente. Esta última semana se había mostrado más insistente que de costumbre con el tema del sexo, en cambio yo había sido más esquivo que nunca.-Tú eres un salido.-Declaré, tirando otra patata frita. Le cayó sobre el hombro, la cogió y se la llevó a la boca sin reparos.-Si no hubieras estado por ahí no te lo hubieras perdido..-Se jactó la pelirroja, consiguiendo hacerle alzar las cejas con resignación.-Bueno pero yo vi a su novio sin camiseta y tú no, lo que te perdiste Eli..-Le habló de Vegetta como si yo no estuviera presente. Ella pareció más divertida que sorprendida, se giró hacia mí.-¿Ah sí? ¿Está bien?.-Sus ojos ámbar me miraron, esperando que yo le respondiera, demostrando que no confiaba en absoluto en la opinión y los gustos de su mejor amigo. Recordé como los ojos verdes del descarado habían repasado el cuerpo de mi ex pareja, no pude evitar sentirme rabioso.-Primero, como te he repetido mil veces, no es mi novio. Segundo.. no os interesa como está sin camisa.-Sebas se dispuso a responderme, pero la pequeña mano de nuestra compañera le cubrió los labios, impidiéndole que argumentara palabra.-Déjalo Sebas, se pone celoso si hablamos del cuerpo de su novio.-Comentó con un deje burlón, y los dos se rieron al unísono. Negué con la cabeza, decidiendo no entrar en su juego.-Que pringados sois..-Mascullé por lo bajo, preguntándome como había acabado siendo amigo de personas así, por las que había terminado sintiendo verdadero afecto.-¿Hoy no habéis quedado?.-Cuestionaron entonces, cuando pensaba que había conseguido que dejáramos aparcado el tema. Lo cierto era que no nos habíamos visto desde el día anterior, pero llevaba horas dando por hecho que volveríamos a vernos esta noche. Lo pasaba bien con él, tanto que nunca era suficiente. Aún recordaba cuando hablábamos cada día durante demasiadas horas, sin cansarnos jamás de la compañía del otro. Después fuimos a vivir juntos, sin dejar de perder esa magia que hacía tan especial nuestra amistad, el hecho de que no pudiéramos estar separados por un largo lapso de tiempo. Fuera una elección entre distintas opciones, siempre escogíamos la compañía del otro, y no nos defraudábamos. Así que, creía que no era una locura desear lo mismo, desear poder estar con él casi cada día, de modo que pudiéramos recuperar aquello que habíamos perdido.-Supongo que sí, voy a comprobarlo.-Me marché del salón para no darles la satisfacción de llamarle delante de ellos, lo que seguramente provocaría burlas e indirectas más propias de dos colegiales que de los adultos que en realidad eran.

Sensaciones Pasadas (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora