Capítulo 6

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Narra Vegetta-

Tras introducir la masa en la nevera, me dediqué a barrer el salón. Me sentía frenético, y la única manera de calmar mi inquietud y evitarme pensar demasiado en lo acontecido, era no parar de hacer cosas en ningún momento. Recordaba que cuando trabajaba en Youtube, era más sencillo, pues siempre había algo que hacer. Algo que me mantenía ocupado. Ahora cuando terminaba el trabajo, tanto tiempo libre era un suplicio sin él. Entonces hacía la cena, limpiaba la casa y me entregaba a todo tipo de tareas domésticas. También había ido a visitar a mis padres la última semana, salido varias veces con Jessica y nuestros amigos, leído otros dos libros sobre el embarazo y el cuidado de un recién nacido e intentado prosperar respecto a mis escasos conocimientos culinarios. Por no hablar del gimnasio, donde pasaba la mayor parte del tiempo, esforzándome por mejorar mi condición física. Estaba acumulando polvo en el recogedor, cuando escuché la plácida voz de Jessica.-Déjalo cariño, descansa un rato.-Me repitió, como siempre que me entregaba demasiado a una tarea. Palmeó el sofá, justo a su vera.-Ven aquí conmigo.-Pidió amablemente, mientras ojeaba los diversos papeles que sostenía. Terminé lo que estaba haciendo, antes de recostar el cepillo contra la pared y acudir a su lado. Ella sabía que hacía tiempo que estaba nervioso, pero suponía que era meramente por el hecho de que estábamos cada vez más cercanos de la paternidad. Realmente esa era solo una de mis muchas preocupaciones. Me sonrió cuando estuve sentado, recostó la cabeza sobre mi hombro.-He avisado a tus padres, porque seguro que tú te has olvidado.-Aspiré la fragancia floral impregnada en su oscuro pelo laceo, jazmines.-No me he olvidado, lo estaba posponiendo…-Musité, entre inseguro y jocoso. Ejerció cierta separación para dedicarme una mirada acusadora, rebosante de cálido reproche. Suspiré, asintiendo levemente con la cabeza.-Vale, sí, me he olvidado un poquito. Perdón.-Me disculpé, pues cabía admitir que últimamente no prestaba demasiada atención a sus peticiones. Afortunadamente ella había asumido las riendas y preparaba el evento con ayuda de algunas amigas.-No pasa nada, estás muy despistado últimamente.-Declaró, dejando las invitaciones para coger en su lugar una pequeña libreta junto con un bolígrafo que había sobre la mesa. Estaba abierta por la mitad, la hoja atestada de nombres escritos por la minúscula curvada caligrafía de la morena.-Tengo apuntado a Willy ¿Le invitarás?.-Mi corazón dio un vuelco, fue inesperado volver a oír el sonido de su nombre, y más en boca de mi novia.-¿Willy? Pues…-Hacía una semana entera que no había recibido noticia alguna sobre el menor. Le echaba de menos, pero él había tomado una difícil decisión que yo debía respetar. Al igual que yo había tenido que rechazarle, yendo contra todos mis deseos e instintos. Asimismo la culpabilidad me invadía por lo que casi hicimos. Me era imposible hablar del moreno sin recordar sus rasgados ojos brillando por la excitación, sus mejillas sonrosadas y la erótica forma en que su boca se había movido al pedirme que le hiciera mío. Tenía esa imagen grabada a fuego en la mente, cada vez que la evocaba notaba un estremecimiento recorriendo mi columna vertebral. Los demás sucesos de la noche eran ligeramente borrosos, mas el recuerdo de su rostro en aquel momento estaba esculpido eternamente en mis retinas. Casi sentí que mi corazón se detuvo por una visión tan hermosa y voluptuosa del pequeño. El placer que sentí al mirarle fue casi un pecado, temblaba ante el recuerdo de sus labios húmedos que me sumían en los más impuros pensamientos, imperdonables en un hombre comprometido. Estaba esforzándome por respetar a mi familia. Mis principios siempre se habían basado en pensar que lo más importante en una pareja era ser fiel y sincero. De haberme preguntado, habría negado poder llegar a ser jamás partícipe de semejante engaño. La infidelidad y el abandono era algo desleal, y siempre había querido considerarme un hombre de palabra. ¿Cómo había podido llegar a defraudarme de tal modo? Una mujer embarazada merecía todo tipo de cuidado, no ser engañada. Sentía que mis ideales libraban una constante lucha contra mis deseos. Pues por mucho que supiera que había tomado la decisión correcta, no dejaba de maldecirme por haberlo hecho. Me faltaba él, me faltaba su cuerpo entre los brazos y su aroma entre las sábanas. Y aunque muchas veces había querido dejarme arrastrar por el deseo de estar con él, me daba cuenta que de hacerlo.. no sería yo mismo. Me odiaría si tuviera que desoír todo cuanto creía, y sabía que Willy nunca me pediría que hiciera nada parecido. La infidelidad era rastrera y sucia. ¿Cómo podía resultar tentador algo tan deleznable? ¿Cómo podía sentir tantas ganas de convertirme en lo que más odiaba? ¿Sería su ausencia? Siete días sin él, perjudicando mi juicio. Siete días sin él, insoportables y vacíos. Me preguntaba cómo demonios había aguantado cuatro años, cómo no había perdido la cordura y me había vuelto loco de anhelo. No quería obsesionarme, empezar a considerar al menor un vicio, el objeto de mi adicción. La única jodida persona capaz de hacerme depender de ella en toda mi vida. En las escasas ocasiones en que Jessicahabía preguntado sobre la ausencia de Willy, inventaba viles excusas para no tener que decirle que era probable que no volviera a verle. Ella sospecharía, preguntaría si nos habíamos peleado y yo no era el mejor de los embusteros.-Lo invitaré cuando lo vea.-Contesté, al comprobar que ella todavía esperaba mi respuesta. Temía que hubiera sospechado por la tardanza, pues me había dejado arrastrar por mis intrincados pensamientos.-Mis padres han alquilado un sitio precioso, aunque me parece algo exagerado. La verdad es que la idea no me convencía pero creo que será divertido.-Explicó, aunque yo siguiera sin mostrar demasiado interés ante el acontecimiento. Me quedé mirando su elevada tripa, recordando la calidez en mi corazón al ver la silueta del pequeño en la ecografía. Valdría la pena contenerse, aunque fuera solamente por nuestro hijo. Puse mi mano en su vientre y se lo acaricié con dulzura, recordando que hacía dos días había vuelto a sentir movimiento.-Lo será, seguro.-La animé, consiguiendo que sonriera, sin saber si lo hizo debido a mis palabras o al gesto. Me besó en la boca y correspondí el beso fugazmente. Ni cosquilleo en la lengua, ni fuego en las venas, ni un hormigueo en la boca del estómago. Era doloroso besarle y no experimentar las mismas sensaciones que con Willy, sentía que como novio debía estremecerme ante el mero roce de sus labios, mas era incapaz de hacerlo.

Sensaciones Pasadas (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora