Capítulo 17

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-Narra Willy-


Trabajo. Un monótono y largo, o más bien eterno, día de trabajo. Normalmente intentaba entretenerme mientras trabajaba, pero aquel día las agujas del reloj se pusieron de acuerdo para girar al revés. Cada hora laboral parecía un día entero, así que -considerando esta información que acababa de inventarme- pasé más de una semana trabajando, sin descanso. Definitivamente deberían pagarme horas extras. Cada cinco minutos mi atención se desviaba hacia la ventana, me preguntaba qué estaría haciendo Samuel. ¿Estaría en casa, solo y aburrido? Según me había dicho cuando despertamos, aprovecharía el día para recorrer la zona en busca de trabajo y quizá volvería a hacer una visita a Jessica. A partir de ahora sus encuentros con su ex se volverían algo frecuente, como recoger el correo o vaguear los domingos. Era lógico dado que tendrían un hijo en común, algo a lo que no podía ni intentaría oponerme, pero tampoco me entusiasmaba. El día anterior, tras haber visitado a Jessica, Samuel había vuelto sintiéndose culpable. Puede que después consiguiera distraerse con un absurdo ''ritual'' que él mismo había inventado, pero era cuestión de tiempo que tras la próxima visita, la culpabilidad volviera a hacer su aparición. Aunque habíamos acordado comenzar de nuevo y dejar atrás nuestros irreparables errores del pasado, conocía a Samuel, para él no era tan sencillo dejar atrás sus preocupaciones. Conseguía evadirlas por unos días, quizá durante semanas, pero siempre volvían con más fuerza, era como arrojar un boomerang. No es que no estuviera orgulloso de su iniciativa de querer empezar de nuevo haciendo las cosas bien, pero no terminaba de creerme que cumpliera con lo dicho, aunque me encantaría que así fuera. Bajé la vista hacia la configuración que estaba ejecutando, la última de mis tareas antes de poder decir adiós al cubículo gris que ocupaba y volver a casa con él. O no, depende de si había salido. Empezaba a considerar este trabajo como algo temporal, una fuente de ingresos mientras pensaba en otro tipo de empleos. Quería volver a ser el chico que tenía mil proyectos en mente y luchaba por llevarlos todos a cabo, no el que se conformaba con trabajar en una aburrida empresa. Volvería a encontrar algo a lo que dedicarme que también me divirtiera. Me gustaba ganar dinero, sí, pero también disfrutar con la manera de conseguirlo. Dejaría volar libre mi ambición, quizá pudiera montar alguna especie de negocio con Samuel, ambos estábamos buscando un trabajo que nos llenara, y tenía guardados algunos ahorros desde hacía ya unos años. Si la idea funcionaba, a lo mejor en unos años teníamos la estabilidad económica suficiente para irnos a vivir juntos, preferiblemente al extranjero, últimamente Madrid parecía una jaula, como todos los lugares en los que permanecía durante demasiado tiempo. Me recosté contra el respaldo y di un pisotón para desplazarme hacia atrás gracias a las ruedecillas del asiento. Es lo que tiene esperar a que un ordenador procese la información, empiezas mirando a la ventana y terminas fantaseando con irte a vivir al otro lado del mundo con la persona que quieres. Pero estaba ante una triste realidad: Nada es eterno. En realidad, normalmente triste, porque en esta ocasión me alegraba que nada fuera eterno, no querría estar eternamente trabajando. Terminé lo que estaba haciendo, me aseguré de dejar todo en su lugar y me despedí de mis compañeros de trabajo.


Recorrí al menos tres calles antes de llegar hasta el sitio donde tenía aparcado el coche. No me arrepentía de haberlo dejado algo lejos del trabajo, llevaba todo el día sentado y necesitaba estirar las piernas. Además el temporal era muy favorable, ni frío ni calor. Sólo una leve brisa que acariciaba la piel y la refrescaba sin llegar a ser molesta. Estaba revolviendo mis bolsillos en busca de las llaves del coche, cuando identifiqué un objeto extraño enganchando en el parabrisas. Me acerqué y reconocí que era un papel. ¿Publicidad? ¡¿UNA MULTA!?.-Me cago en todo..-Maldije, sin comprender que tipo de infracción había cometido esta vez. Rodeé el vehículo y desprendí el menudo papelillo del parabrisas. No, no se trataba de una multa, era demasiado pequeño. Era un post-it amarillo, escrito por delante y por detrás con bolígrafo azul. Fruncí el ceño y empecé a leer, intuyendo quien era el causante. '' Tengo una sorpresa que sólo verás, si a las 11 te presentas en la dirección que hay detrás '' Divertido giré el papel, mientras me preguntaba cuánto tiempo le habría llevado al mayor conseguir escribir una rima tan cutre. Me lo imaginé diez minutos sentado frente al post-it, mordisqueando la punta del bolígrafo y sonriendo satisfecho al terminar la rima, sintiéndose el mismísimo Pablo Neruda. Como la indescifrable pista indicaba, detrás estaba escrita la dirección de una calle, y debajo de ésta su firma terminada en un corazón, como si fuera necesario que lo firmara para hacerme saber que era suya. Sonreí dulcemente, doblé la nota y la guardé en el bolsillo trasero de mis vaqueros. No podía quejarme, prefería que perdiera el tiempo dejándome cosas en el parabrisas a que lo hiciera poniéndose triste por lo sucedido con sus padres y Jessica.

Sensaciones Pasadas (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora