Capítulo 12

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-Narra Vegetta-

Willy se vistió tras haber disfrutadoambos de un miserable desayuno improvisado con las provisiones que Jessica me había dejado en la cocina. No quedaba nada relacionado con el típico desayuno suave, así que nos preparé un simple bocadillo a cada uno. Y cuando uno estaba hambriento todo le sabía genial, aunque sospechaba que en unas horas nuestros estómagos nos odiarían por haberles hecho ingerir eso a una hora tan temprana. Recosté la espalda contra la puerta cerrada cuando escuché como Willy salía de nuestra habitación, ya vestido con la misma ropa del día anterior. Se había peinado los oscuros cabellos, de modo que lucía mucho más formal que veinte minutos atrás en los que su pelo estaba potencialmente despeinado. El menor cruzó los brazos al verme recostado en la puerta, deteniéndose justo frente a mi cuerpo. Su rostro se contrajo en una mueca de disgusto.-..Samuel.-Se notaba que aún le resultaba difícil llamarme así con fluidez, pues se había acostumbrado con los años no solamente a referirse a mí como Vegetta, sino también a pensar en mí como si aún lo fuera. Por esa razón había visto necesario presionarle para ver el vídeo horas atrás, haciéndolo despedirse definitivamente de esa especie de personaje que había nacido por Youtube. Si pensaba dejar a mi novia por él, y si esperaba que juntos empezáramos una nueva vida prospera y duradera, como mínimo Willy debía llamarme por mi nombre y ser consciente de que era a Samuel a quien él amaba. Desconocía exactamente en que momento me había sentido a la sombra de mí mismo, pero por un instante temí que Willy no estuviera enamorado de mí como la persona que era en la actualidad. Temí que él estuviera prendado del pasado y de lo que habíamos sido en él, y no del futuro que nos esperaba. Suponía que mis temores respecto a eso eran, en realidad, un sentimiento de lo más humano. Todos temíamos no dar la talla o empeorar con el tiempo, de modo que dejáramos de ser interesantes para las personas que nos importaban. Así que eso me ocurría, no quería que un día el menor se topase con que no sentía nada por la persona en la que su antiguo amigo se había convertido. No quería haberme transformado en un tipo de hombre para el que no existía cabida en su corazón. En cuatro años podían cambiar infinidad de cosas, ahora ambos habíamos madurado y nuestra manera de pensar acerca del pasado era distinta. Cuando estaba acompañado de cualquier persona que formaba parte de esta nueva vida, no pensaba que tuviera mucho que ver con el Samuel de hacía unos años, sin embargo, en compañía de Willy era como si el tiempo se hubiera detenido para siempre y estuviera en mis eternos veinticinco. Estar juntos se presentaba como un viaje temporal hacia el pasado, y lo que me asustaba era que no pudiéramos dirigirnos también hacia el futuro. Debíamos crear nuevos recuerdos y avanzar juntos, de modo que no quedáramos para siempre detenidos en el tiempo. Por fantástica que pareciera esa idea.-Samuel, deja de hacer el pringao. Tengo que ir a trabajar.-Insistió, intentando apartarme de la puerta de salida. Yo sonreí, apoyé las manos sobre sus hombros huesudos y tamborileé los dedos sobre ellos. Ya habíamos librado media hora antes esta misma batalla verbal, cuando tras desayunar él había insistido sobre que debería empezar a vestirse para irse a trabajar. ”Quédate” ”No” ”Quédate conmigo” ”No puedo” ”Di que estás enfermo” ”¿Qué leches te crees? No es el colegio”. Y evidentemente no habíamos llegado a ningún acuerdo, de lo contrario ahora no estaría intentado retenerlo usando mi baza más desesperada e infantil, obstruir la puerta de salida. Comprendía que el menor quisiera ir al empleo puntual, pues yo siempre había sido muy consecuente y profesional con mis horarios laborales pero.. ¿Qué tan malo sería que le despidieran? A Willy no le gustaba ese trabajo, no le hacía feliz. Ambos habíamos trabajado juntos una vez en algo que verdaderamente nos gustaba, y no existía nada mejor que esa sensación de bienestar económico y personal. Puede que fuéramos incapaces de encontrar otro sitio tan divertido y liberal como lo había sido Youtube, dónde éramos nuestros propios jefes, pero sí que podríamos encontrar salidas que realmente nos interesaran, y cualquier cosa mejor que una estúpida empresa donde arreglaban aparatos tecnológicos.-Ni te gusta ese trabajo, déjalo.. busca otra cosa.-Le pedí, apretando la espalda contra la oscura madera de la puerta. Yo había dejado mi trabajo en el hospital hacía ya un tiempo, el cual había sido más deseo de mis padres que mío. Aunque el sueldo fue aceptable, me sentía muy inconforme con lo que hacía, necesitaba algo que me entusiasmara de verdad. En su lugar aún estaba pensando en posibles oficios que podrían interesarme, aunque inclusive tuviera que estudiar para ello. Nunca era demasiado tarde para ser feliz.-Tú eres un mantenido, pero yo tengo que pagarme el alquiler.-Se quejó Willy, ladeando la más encantadora de sus sonrisas. Y también la más falsa. Tristemente estaba en lo cierto, mi familia me había apoyado económicamente mientras buscaba algo que me hiciera sentir bien conmigo mismo. Y lo había encontrado, Willy, pero él no daba dinero. Y detestaba estar quieto sin hacer nada, pero los últimos sucesos con el avanzado embarazo y el hecho de reencontrarme con Willy habían conseguido que no me concentrara en nada más que en eso. Tenía bastantes ahorros de mis épocas más fructíferas, pero quería volver a generar mis propios ingresos cuanto antes, así que no tardaría en indagar o pensar detenidamente en posibles empleos. Quizá mientras encontraba o estudiaba algo pudiera conseguir un puesto en el gimnasio como monitor de ejercicios.-Chaval.. golpe bajo.-Mascullé divertido, aunque un buen jarro de agua fría aderezado con realidad no me había sentado nada mal. Willy dejó escapar un suspiro.-De verdad V..Samuel, no quiero llegar tarde.-Insistió, mirándome con enojo. Él tenía razón aunque yo deseara que se quedara en casa, Willy era un adulto y como tal tenía que ocuparse de sus responsabilidades. Me aparté de la puerta haciéndome a un lado y bufé.-Volveré antes de que te des cuenta.-Exclamó el menor, me apoyó las frías palmas sobre el rostro y segundos después noté como sus labios se cernían sobre los míos, brindándome un afectuoso beso de despedida. Parecía absurdo que después de todo aquel beso me hubiera dejado con ganas de más, pero no me importaba. No me importaba que ya hubiéramos tenido toda la noche para eso, con él nunca sería suficiente. Puede que fuera una bestia insaciable que más deseaba mientras más tenía, pero mis ganas de Willy jamás se verían agotadas por mucho de él que probase. A menudo me cansaba fácilmente de muchas cosas, pero rara vez me cansaba de algo que verdaderamente me gustara, lo que me gustaba mucho nunca dejaba de parecerme fascinante. Por lo que me apasionaba redescubrirle, volver a hallar en él cosas que ya me habían gustado en el pasado pero que el despiadado paso del tiempo me obligó a olvidar.-Que te sea breve.-Deseé tras separarnos, él asintió con la cabeza y abandonó la vivienda. Me quedé parado en el umbral, mirando como caminaba hacia el ascensor mientras notaba la áspera textura del felpudo acariciándome los pies descalzos. Estaba apunto de resignarme ante su partida y cerrar la puerta, cuando sentí la necesidad de añadir dos palabras a nuestra despedida.-Espera.-Exclamé divertido, caminé por el desértico rellano para alcanzarlo. Él estaba llamando a los botones del ascensor para hacerlo bajar.-¿Qué?.-Preguntó, girándose hacia mí y mirándome con impresión, no debía esperarse que todavía le molestara. Sus ojitos rasgados estaban más abiertos que de costumbre, esbocé una sonrisa que buscó ser rompedora.-Te quiero.-Le recordé, porque esperaba enternecerle y quería que lo supiera aunque el apego y la pasión experimentados bajo las sábanas la pasada noche ya me habían arrancado esas mismas palabras de la garganta en más de una ocasión. El silencioso eco del portal se llenó con sus carcajadas, que me contagiaron una sonrisa.-¿Qué pasa?.-Cuestioné, sin comprender cuál era en este instante su motivo de diversión.  Las puertas metálicas del ascensor se abrieron tras nosotros cuando bajó al piso en el que nos encontrábamos, Willy me brindó un beso receloso y una mirada indescifrable cuando nuestros labios dejaron de tocarse.-Vuelve a casa.. o ponte algo de ropa.-Recomendó, todavía risueño, entrando en el ascensor antes de que las puertas pudieran llegar a sellarse. Miré hacia el resto de puertas cerradas del rellano y tuve que aliviarme de que fuera tan temprano que ningún vecino estuviera despierto rondando por el edificio. Entré en casa enseguida, sin saber si debería reírme por lo inconsciente que estaba siendo últimamente o debía empezar a comportarme con más cautela.

Sensaciones Pasadas (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora