08

3.3K 385 10
                                    

- Yo...

Un suave monosílabo fue lo único que pudo responder. Sus manos temblaban nerviosas, y sus ojos observaban cualquier cosa menos el rostro serio del menor a pasos de ella.

- Tú...

Le siguió el chico, incitando a que continuara.

- Joder.

Maldijo por lo bajo al ver lo complicado que era eso para ella. El menor solo se dedicaba a observarle meticulosamente.

- Hina, estoy esperando.

Cuando oyó su voz más cerca, se alejó dos pasos, tratando de evitar esa conversación lo mejor que podía. Pero sabía que eso ahora era imposible.

Aún temblando, con sus dos manos hechas puños, lo miró directo a los ojos.

- Estoy jodidamente enamorada de ti, Pudín.

Decir que la expresión estupefacta del chico no le causó ganas de lagrimear, sería una vil mentira. Aprovechando el estado en shock del menor, se escabulló entre los puestos de ropa, corriendo no tan rápido por su vista borrosa entre la multitud.

Mientras a los lejos escuchaba la voz del chico, ahora de segundo año, llamándola desesperadamente, pidiendo que se detuviera.

Pero ella no se detuvo.

- Hola hermanita ¿Cómo fue tu cita?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

- Hola hermanita ¿Cómo fue tu cita?.

Escuchó preguntar burlón a su mellizo quien se encontraba sentado en el sofá con su móvil en sus manos. Sin parar a contestarle, pasó sus manos por sus mejillas secando el resto de lágrimas que poseían. Subió las escaleras rápidamente ignorando a su hermano de paso, el mismo que se incorporó al ver su comportamiento inusual.

- Hina ¿Qué sucede?.

Escuchó vagamente detrás de la puerta, una vez llegó a su habitación y se tiró en su cama, devastada.

Las ganas de llorar volvieron a ella y sus sollozos no pasaron inadvertidos por su hermano, quien abrió sin dudarlo, la puerta y se adentró en la habitación de su melliza.

Al ver su estado, su ceño se frunció y rápidamente se sentó a un lado de su hermana, acariciando sus cabellos, intentando tranquilizar.

Sin decir nada, se acostó a su lado y la atrajo hasta su pecho una vez que pareció relajarse. Inconscientemente la menor de altura se acurrucó entre el cálido pecho de su mellizo y olió su colonia.

- ¿Sabes? Hoy me nombraron capitán del equipo.

Una sonrisa emocionada salió de los labios de la menor. Se separó y alzó su rostro hasta el del mayor.

- ¡¿En serio?! ¡Eso es increíble, Tetsurō!.

Chilló emocionada, abrazando al de cabellos azabaches quien solo soltó una risita por el cambio de humor tan repentino de la pelimorada.

Una vez se separó otra vez, lo observó con una sonrisa burlona.

- Llevas mi sangre, era obvio que serías tú el capitán.

Se incorporó y tiró un mechón de su cabello hasta su espalda como toda una creída.

El mayor soltó una alta carcajada y se incorporó también, ya ambos con una sonrisa relajada en el rostro, el azabache estaba aliviado al ver que su hermana había olvidado aunque fuera momentáneamente lo que le atormentaba.

- ¿Necesitas que duerma contigo hoy?.- cuestionó "fingiendo" preocupación.- Ya sabes, se acerca una tormenta y si duermes sola no podré dormir a gusto con tus gritos.

La fémina al oír esto lo observó con una mirada amenazante, obteniendo otra carcajada burlona del mayor quien solo repetía "De acuerdo, ya me callo".

Aquella noche, Hina no pudo evitar observar a su hermano plácidamente dormido a un lado de ella con una leve sonrisa en el rostro.

¿Qué haría yo sin ti, Tetsurō?.

• • •

Esa mañana, se dedicó a revisar su teléfono pero al no ver mensajes o llamadas perdidas del menor, apagó este definitivamente con una expresión sombría y desilusionada en el rostro.

Al llegar al instituto, se esforzó en fingir sonrisas y actuar como si todo estuviera bien.

Nada estaba bien y su hermano a su lado lo sabía. Este ya intuía lo que sucedía y estaba dispuesto a poner de su parte para arreglar aquella situación.

Los mellizos Kuroo, tan burlones y sonrientes, la mayoría de personas que los vieran por primera vez, pensarían que solo son una cara bonita, sin embargo, aquello era tan incierto que las personas se sorprendían al saber que ambos eran dedicados al estudio y con las mejores notas entre los estudiantes de tercer año. Eran famosos por su atractivo y su carismática personalidad, tan amables pero atrevidos a la vez.

Sin embargo, nada de aquello le interesaba un poco siquiera a los mellizos, quienes ahora estaban ocupados en clases.

Iban al mismo salón y siempre almorzaban junto al menor que nunca soltaba su consola.

Por esa misma razón, la chica decidió ese día, almorzar sola en la terraza de la preparatoria, ser presidenta estudiantil tiene sus ventajas. Disculpándose con su hermano, quien sin rechistar aceptó la decisión de la menor y la dejó ir. Sin embargo, nunca prometió no decirle nada a segundos.

- Tenemos que hablar.

¡Look Here, Kenma! || Kozume KenmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora