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Abrió los ojos sintiendo sus párpados más pesados de lo normal

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Abrió los ojos sintiendo sus párpados más pesados de lo normal. Casi al instante, soltó un quejido y tocó su cabeza, sintiendo un dolor fuerte en ella. Miró a su lado, viendo la ausencia de la fémina y su lugar ya ordenado, a la vez soltó otro pequeño estornudo. Sintió su nariz congestionada y a tambaleos buscó toallitas para sonarse esta.

El ardor que sintió después de ello, hizo que sus ojos se humedecieran.

- Pudín ¿Agarraste un resfriado?.

Recordó como había negado aquello en cuanto la mayor lo mencionó, no quería preocuparla y que por su culpa no pudiera visitar a su nueva amiga. La pelivioleta el día del partido de práctica había conectado muy bien con la manager de Karasuno, por lo que la pelinegra la invitó ese fin de semana a su casa para conocerse mejor ambas.

Volvió a estornudar a la misma vez que la puerta era abierta, se sonó su nariz sin ver quién era y se volteó para darle la espalda al responsable.

- Hey~ Kenma-kun. ¿Quieres jugar un rato en el parque como en los viejos...?- se interrumpió a sí mismo al ver un desorden de toallas higiénicas en la cama y después escuchar otro estornudo salir del menor.- ¿Kenma? ¿Te has resfriado?.

El teñido se volteó con un gran sonrojo en sus mejillas y la respiración un poco agitada.

- No estoy resfriado.- negó para volver a estornudar y luego sonarse la nariz.

El mayor se acercó y tocó su frente, se sorprendió al sentir su alta temperatura.

- ¡Bro, estás ardiendo!.- retiró rápidamente la mano de su rostro y sacó su teléfono para entrar en los contactos, buscando el de su hermana.- ¿Tu madre?.

- En el trabajo, le tocaba tiempo extra ayer por la noche y hoy hasta la tarde.

Una lágrima cayó de su ojo izquierdo al volver a estornudar. Tenía mucho frío por lo que se tapó completamente con la manta sintiéndose un poco mejor.

- Hermano, tienes que salir de la cama y darte un baño con agua tibia.- aconsejó mientras tiraba fuertemente de la manta dejándolo destapado por completo.

El menor rápidamente se encogió y abrazó sus rodillas tratando de apaciguar aquel frío que sentía, pero el mayor lo jaló fuera de la cama y lo puso de pie.

- Kuroo, deja de molestar, no estoy enfermo y no llames a Hina.

El mayor lo vio incrédulo para luego agarrarlo de hombros y zarandearlo un poco, ya que sabía que este se sentía mal.

- ¿Qué pasará cuando se entere que estabas enfermo, que yo lo sabía y no le dije? ¿Ah? ¡Hina echará botulina y cianuro en mi comida en cuanto tenga la oportunidad! ¿Lo entiendes, verdad?.

El menor solo rodó sus orbes felinos irritado por la exageración y se deshizo del agarre del azabache para caminar a paso lento hasta el baño.

- Este resfriado solo será por hoy y un poco de mañana. Hina volverá en la tarde. Para cuando ella llegue, yo ya estaré bien.

El menor se sentó en el inodoro esperando a que su mejor amigo terminara de echar el agua tibia en la bañera.

- No será como piensas si no tomas medicamentos o aplicas alguna solución casera como cocimientos. Debemos llamar a alguien que sepa hacerlos.

Finalizó cerrando la puerta mientras que el menor se retiraba toda la ropa y se adentraba en la bañera. Soltó un gemido de satisfacción cuando sintió la tibieza del agua y se hundió hasta cubrirse los labios.

Ahora teniendo tranquilidad y un poco aliviado, no pudo evitar sonrojarse fuertemente por sus recuerdos de los sucesos de anoche.

- Hina, detente.

Trató de sonar serio pero sus jadeos descontrolados no lo permitían. Las manos de la mayor se movían con maestría por su entrepierna descubierta.

- ¿Estás seguro de que quieres que pare, Kenma-kun?.

Susurró en su oreja a la vez que tocaba lentamente pero apretando poco fuerte al miembro del menor, quien se encontraba agarrando las sábanas en un intento de controlar sus impulsos.

- Maldición.

Maldijo una vez sintió como la mayor pasaba la lengua de manera tortuosa por su glande y casi después lo adentró todo a su boca. Un gran gemido salió de su garganta al ver lo delicioso que se sentía la boca de la mayor alrededor de su piel.

Inconscientemente agarró los cabellos morados de la chica y marcó su propio ritmo, moviendo sus caderas. La fémina lo miraba divertida mientras hacía su trabajo lo mejor que sabía.

La respiración de Kenma no podía estar más acelerada, jadeos y gemidos salían descontrolados de sus labios por lo bien que se estaba sintiendo. Vio fascinado como su entrepierna salía y entraba de la boca de la mayor, sus lindos labios rosados ahora le parecían la imagen más erótica que haya visto alguna vez.

Empezó a gimotear bajo cuando sintió aquel delicioso ardor en su vientre y apretó mucho más los cabellos de la mayor a la misma vez que se venía en su boca y soltaba un quejido por la sensación de vacío. Se dejó caer completamente en la cama tratando de recobrar el aliento mientras Hina se tragaba su esencia y se limpiaba parte de esta en la comisura de sus labios.

La fémina lo miraba burlona mientras ocultaba la entrepierna del menor dentro de sus pantalones de pijama y se sentaba a horcajadas encima de este. Besó sus labios dulcemente y llenó sus mejillas y cuello con estos también.

- Se ve que lo disfrutaste bastante, Pudín.

Susurró en su oído de forma sensual mientras mordía despacio el lóbulo de su oreja, dándole un escalofrío al menor quien al darse cuenta de todo lo que había pasado, se había sonrojado con creces y había tapado su rostro con sus manos.

- Hina idiota.

Fue lo único que pudo decir mientras escuchaba la risa juguetona de su novia en su oído.

Suspiró enamorado deseando que la mayor ya se encontrara allí, la necesitaba junto a él. Quería abrazarla, besarla, oler su cabello y acariciarlo, jugar videojuegos juntos o simplemente hablar de tonterías pero que ella estuviera con él.

Escuchó extrañado el timbre de la puerta de abajo ser tocado para luego oír la voz de su mejor amigo

- ¡Kenma! ¡He llamado a Fubuki-chan!.

Aquí vamos otra vez.

Aquí vamos otra vez

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Don't kill me🖐️

¡Look Here, Kenma! || Kozume KenmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora