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Una chica de cabello azabache y de piernas delgadas caminó por los pasillos de la gran institución, llevándose toda la atención de los otros alumnos que por ahí pasaban.

Sus ojos estaban ocupados analizando el papel que entre sus manos se hallaba. Era otra carta de confesión de amor, suspiró agotada, no quería ser grosera con nadie, por lo que atendería al llamado del chico que escribió aquello.

"Por favor, venga a la azotea al final de las clases."

Volvió a suspirar mientras pasaba por los últimos clubes, iba distraída hasta que escuchó una carcajada en uno de los salones.

- Veremos si es verdad que se vuelve loca sin sus pastillas.- comentó entre risas una voz femenina.

Detrás de ella, varias más se dejaron escuchar. Ella se acercó aún más para saber de lo que estaban hablando. La puerta estaba entreabierta, por lo que se podía ver a una chica robusta sentada encima de una de las mesas del salón con una amplia sonrisa en su rostro. Antes de entrar a regañar a esas chicas por maltratar a los útiles, la que parecía la líder habló una vez más.

- Ella ahora está en su club de karate pero siempre sale a las siete y media.- afirmó ya que llevaba días aprendiendose los horarios de la azabache de ojos azules.- La provocaremos en el callejón que está a unas cuadras, siempre se va por ahí, la estúpida.- se burló mientras agitaba un frasco de pastillas de color naranja en una de sus manos.

La de cabellos negros decidió esperar a que dijeran algo comprometedor sobre la chica a la que seguirían, pero solo empezaron a hablar calumnias sobre otras profesoras y obscenidades sobre el profesor Sakurayashiki. Suspiró con decepción, pero también decidió correr silenciosamente pero a una velocidad rápida a la cercana azotea.

Abrió la puerta de esta, y vio al chico que se encogió una vez la vio en el mismo lugar que él.

- Kuroo-senpai, yo...- fue interrumpido por la susodicha.

- Por favor, perdóname, pero tengo que hacer algo importante.- afirmó con pena y con preocupación, haciendo que el menor apretara los labios frustrado.- Lo que sea que necesites decirme, siempre puedes ir al club de fotografía a buscarme ¿Está bien?.

Él desvió la mirada y apretó las manos haciéndolas puños, para luego obligarse a asentir.

- Tenga cuidado.- le deseó una vez que la volvió a mirar.

Ella le sonrió agradecida para luego asentir también y luego hacer una reverencia como disculpa por dejarlo solo. Rápidamente bajó las escaleras mientras sacaba su teléfono de su bolsillo con apuro. Buscó el contacto de Kenma, quien seguro debe haber terminado hacía unos minutos el entrenamiento.

- ¿Qué sucede, Hina? ¿Ya estas viniendo? Kuroo se está desesperando porque tú no vienes...- su dulce y calmada voz la hizo sonrojarse al instante, pero luego se obligó a negar y olvidar su enamoramiento con su mejor amigo.

- Escucha Kenma, estás cerca del club de fotografía, ¿cierto?.- cuestioné con esperanza.

El menor solo musitó un sonido de aprobación con indiferencia.

- Yaku fue a buscarte y se llevó las llaves de tu club, murmurando que de seguro a ti se te había olvidado cerrarlo como siempre.

La mayor soltó un suspiro mientras caminaba hacia el club de voleibol apresurada al ver que ya no estaban las chicas en el salón de antes y ya eran las 7:39.

- Kenma, necesito que vayas al club de fotografía y recojas mi cámara, la dejé encima de la mesa que está en el cuarto blanco ¿Sabes cuál es, cierto?.

¡Look Here, Kenma! || Kozume KenmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora