11

3.3K 352 29
                                    

El ambiente caluroso, los repetidos pasos y los constantes jadeos eran lo cotidiano en el gimnasio de la preparatoria Nekoma.

En esos momentos, un partido de práctica se llevaba a cabo entre gatos cautelosos en el acecho observando a sus nuevas presas y pequeños cuervos preparando sus antes heridas alas para alzar en vuelo.

- ¡Vamos Yaku! ¡Pudiste haber salvado esa!.

Le replicó al menor de altura quien le saltó una vena en la frente por escuchar a la molesta pelivioleta decirle algo que él ya sabía muy bien.

- ¡Hina, si tanto te molesta, ven y juega con nosotros!.

Pocos segundos después de haber exclamado aquello, el equipo del Nekoma dejó de prestar atención al oponente delante de ellos para mirar a la fémina con un brillo esperanzador en sus ojos.

- ¡Sí, hermanita! ¡Únetenos!.

El entrenador Nekomata miraba todo con una sonrisa burlona de lado mientras negaba con la cabeza por la grandiosa pero injusta idea que habían sugerido sus subordinados.

- ¿Ah? ¿Están locos?. Ustedes...

- De hecho, Hina-chan, es una brillante idea.

Interrumpió el entrenador quien se incorporó de su asiento para dirigirse al entrenador "temporal" de Karasuno.

- Ukai-kun.- llamó con una sonrisa autosuficiente en sus arrugados labios.- Me gustaría introducir un nuevo miembro a la práctica, claro, si usted es que está de acuerdo con ello.

El menor delante de él entrecerró los ojos con desconfianza y miró detrás del anciano para ver a una adolescente de morados cabellos creando un moño en el teñido armador del equipo que tenían como oponente. También vio como este mismo le cedía su camiseta con el número cinco detrás quedándose con otra camiseta de tirantes debajo para luego ocupar una gris polera y cubrir su piel.

Devolvió su mirada a los ojos burlones del viejo delante de él.

- Está bien, no veo ningún problema.

Asintió de acuerdo con la propuesta del mayor sabiendo que si la fémina era algún tipo de prodigio solo serviría como escalón para que los chicos crecieran en experiencia y técnica.

Después de volver a sentarse en el lugar que le correspondía, Nekomata vio como su equipo formaba un semicírculo delante de él.

- Bien, como ya deben haberse dado cuenta. Deseo que Hina-chan se nos una y ayude a derrotar a esa monstruosa combinación del número nueve y el número diez.

- Señor, ya he hablado con el equipo, todos estamos más que encantados con que mi hermanita juegue en la cancha con nosotros.

La fémina quien observaba incrédula de brazos cruzados toda la situación, bufó.

- Ya sé que me necesitan, tontos. Pero no es culpa de ustedes, es por el idiota de su capitán quien no ha hecho más que sonreír como maniático sin planear ninguna estrategia.- el aludido se señaló a sí mismo fingiendo ofensa mientras que todos los demás se reían disimuladamente.- No pueden depender de Pudín y Yaku todo el tiempo ¿Entienden?.- cuestionó con las manos en sus caderas regañándolos con la mirada.- Bien entonces, pongan todos sus manos y tú, Tetsurō...- lo llamó con su tono de voz aún firme y su mano inclinada esperando por las demás.-...haz tu porquería de discurso y corramos a patear los traseros de esos molestos cuervos.

El ambiente se volvió completamente uno de sonrisas seguras y de orgullo hacia la fémina delante de ellos.

Rápidamente todas las manos del equipo se apilaron encima de la de ella.

Después de un emocionado y elaborado discurso por parte del capitán, el equipo corrió hacia la cancha después del sonido del silbato de advertencia por el árbitro, ya que el tiempo muerto había acabado.

Ella se quedó detrás esperando que su chico terminara de beber agua como un condenado y secar el resto de sudor en su nuca con desesperación.

Antes de que el chico se girara para poder ir de nuevo a la cancha, un beso mojado en su mejilla lo hizo detenerse en seco por la sorpresa.

- Para la buena suerte.- volvió a besar al chico pero ahora en sus fríos labios.- Aunque no la necesitamos.- murmuró al separarse guiñando uno de sus ojos verdes mirando el rostro sonrojado de su pareja.

- Hina, todos nos están viendo.

Avisó el chico con vergüenza en su tono. La fémina se encogió de hombros y sujetó la mano del menor para dirigirse de vuelta a la cancha ignorando las miradas burlonas de sus amigos y las curiosas de sus oponentes. Una vez en su respectivo puesto, le dedicó una sonrisa emocionada al pequeñin pelirrojo delante de ella, quien la miró sorprendido de ver a una chica en un partido de chicos.

La fémina sonrió de lado, cerró los ojos y se acomodó sus rodilleras mientras calentaba sus piernas y daba leves saltos en su lugar, pensando solo en una cosa.

Espero no haberme oxidado.

Espero no haberme oxidado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Look Here, Kenma! || Kozume KenmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora