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La pierna de Kenma no dejaba de moverse debajo de la mesa por los nervios que le provocaba la penetrante mirada de su pareja.

Vamos, Kenma, confía en mí.

- Yo...lo siento por no decirte, Hina. No quería que te preocuparas por nada.

La fémina suspiró y cubrió su rostro entre sus dos manos.

- ¿Por nada? Creí dejarte en claro que todo lo que tenga que ver contigo, me importa, Pudín.- tomó la mano del chico por encima de la mesa, le dió un apretón y luego entrelazó sus dedos.

Kenma miró embelesado como ambas manos encajaban a la perfección y luego volvió la vista hacia su novia. De alguna manera veía a sus ojos tristes, y eso no le estaba gustando para nada.

- Pero ya estoy bien, ya pasó.- queriendo detener su tristeza, decidió cambiar de tema.- Y...¿Te divertiste en Miyagi?.

Rápidamente una sonrisa divertida apareció en el rostro de la pelivioleta, para luego soltar una risita.

- No tienes ni idea.- soltó otra risita por lo bajo y acarició el dorso de la mano de su pareja con el pulgar.- Kiyoko-chan me llevó a los entrenamientos de Karasuno y fue demasiado chistoso. Esos dos de primero son muy competitivos, siempre están discutiendo por quien es el mejor. Me sorprendí cuando vi a ambos correr hacia nuestra dirección de aquella manera, pensé que nos iban a pasar por encima.

Unas pequeñas carcajadas fueron inevitables de soltar. Kenma sonrió de lado al verla tan feliz, ese viaje le había hecho bien a Hina, después de todo, en Tokio tenía muchas responsabilidades.

- Ah, tengo ganas de jugar con Shouyou una vez más.

La de ojos verdes lo miró divertida, soltó su mano y se cruzó de brazos.

- Entonces ahora sí es tu amigo.

El menor se sonrojó levemente y desvío la mirada avergonzado.

- Cállate, Hina idiota.

Las risas de la ojiverde se escuchó por toda la habitación, y la madre del menor que estaba a punto de tocar la puerta de su hijo, se detuvo y sonrió para sí misma.

Estoy tan feliz porque mi hijo tenga a alguien tan buena como Hina-chan.

Estoy tan feliz porque mi hijo tenga a alguien tan buena como Hina-chan

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- ¡Hina suéltame! ¡Ya te pedí perdón!.

La más baja sonrió siniestramente y siguió jalando la oreja de su hermano hasta su habitación. Una vez que llegaron, lo soltó bruscamente y lo empujó hacia su cama, el pelinegro rebotó en esta y sintió miedo cuando vio aquella sonrisa en el rostro de su melliza.

- Tú y yo, vamos a hablar, hermanito.

Este trató de escapar por su vida pero antes de que pudiera tocar la puerta, Hina agarró sus tobillos y lo tumbó en el suelo.

- KENMA-KUN. SÁLVAME.

En la casa de al lado, un teñido de ojos dorados estornudó, y se extrañó por ello.

- ¿Me habré resfriado otra vez?.

De vuelta con los mellizos. Un pelinegro de 1.87 m se encontraba atado de manos y de pies con una cinta adhesiva demasiado resistente, y su boca en el mismo estado. Se retorcía como gusano pero no conseguía soltarse.

Una teñida de ojos verdes revolvía una mezcla que se veía peligrosa en un envase de vidrio y se acercó a su mellizo lentamente. Se agachó a su altura.

- Dime, Tetsurou. ¿Por qué demonios llamaste a aquella niña cuando has estudiado medicina natural?. Vamos, responde.- este movía la boca pero no salía nada de ella, ya que estaba cubierta.- Ah, cierto, mis disculpas.- dijo aquello y retiró rápidamente la cinta, haciendo que el más alto soltara un chillido por el dolor.- Ahora sí, habla o sino tragarás cianuro.

El pelinegro tembló, ya que su teoría se había vuelto realidad. Desvío la mirada y apretó los puños en su espalda.

- Me gusta Fubuki-chan y quería tener una excusa para pasar tiempo a solas con ella, usé el resfriado de Kenma para ello.

La fémina no se sorprendió pero sí se decepcionó, pensaba que su hermano era mucho más perspicaz que eso.

- De verdad que eres un idiota, Tetsurou.

- Sí, lo sé, no debí usar a Kenma para ello y...

Su melliza lo interrumpió quitándole las cintas de los pies.

- Olvídate de esa zorra.

Él abrió los ojos sorprendido, su hermana no insultaba a nadie sin tener razones claras.

- ¿Por qué le dices así? ¿Qué ha hecho para que la llames de esa manera? No tienes dere...

- Se aprovechó de Kenma.- automáticamente el pelinegro se quedó mudo.- Cuando los dejaste solos, Kenma la confundió conmigo y la besó, sin embargo, ella jamás lo apartó, y además le siguió el beso.- terminó para luego desatar las manos de su hermano quien se encontraba estupefacto.

- ¿Cómo sabes eso? Estuviste en Miyagi en ese momento.

Ella soltó una risita sarcástica y luego se incorporó para dejar el veneno mortal en su pequeña alacena.

- Ella vino a mí en la mañana y me lo restregó en la cara. Tengo su teléfono ya que intentó grabar algo que me perjudicara, pero no lo consiguió.

Le pasó el teléfono desbloqueado, ser inteligente tiene demasiadas virtudes. El Kuroo menor oyó decepcionado toda la conversación.

"KENMA SERÁ MÍO"

- Ya veo.- el menor soltó también una risita irónica.- Esta también terminó siendo una arpía como todas.

Él suspiró por lo bajo y dejó el teléfono encima de la cama para mirar a su hermana.

- Siento no haber confiado en ti desde el primer momento. Siempre eres tú la que me salva, hermanita.- dijo para luego abrazarla fuertemente.

La mayor rodó los ojos por lo cursi de su hermano y le devolvió el abrazo.

- Nunca dejaría que alguien te hiciera daño, idiota.

- Yo tampoco dejaré que alguien te haga daño, lo prometo, Hina.

Lo siento, Tetsurou, pero eso no está en tus manos, está en las de Pudín.

¡Look Here, Kenma! || Kozume KenmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora