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Un pequeño estornudo a su lado la hizo observar preocupada al menor

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Un pequeño estornudo a su lado la hizo observar preocupada al menor.

- Pudín ¿Agarraste un resfriado?.

Cuestionó a la vez que le quitaba la consola al medio rubio, quien volvió a estornudar antes de responder.

- No, debe ser una simple alergia. Devuélveme mi consola, Hina.

Exigió con su habitual tono sereno e inexpresivo rostro. La ojiverde lo miró con el ceño fruncido.

- ¿Estás seguro? Si estás enfermo, me quedaré contigo aquí y no iré a Miyagi mañana.

El menor la miró sorprendido para luego negar rápidamente. No quería que por su culpa, la pelimorada no fuera al viaje que deseaba desde hace tiempo.

- No te preocupes, estoy bien, no es necesario que te quedes.

Negó a la vez que se tapaba con la cobija y se resignaba a dormir, la fémina aún insegura dejó la consola en la mesa de noche y se acercó al menor.

- ¿Me das un abrazo?.

Pidió con un puchero sumamente tierno para Kenma que había abierto un solo ojo cuando sintió a la chica más cerca de él. El menor solo asintió levemente sonrojado y pasó uno de sus brazos por la cintura pequeña de su novia. La acercó hasta sentir sus manos en su pecho y su respiración en su cuello, lo que lo hizo ponerse nervioso.

Hina dejó sus labios entreabiertos en el cuello del menor y exhaló despacio, viendo como este se tensaba al sentir sus labios en esa zona tan sensible.
La mayor rió por lo bajo divertida y acarició su pecho para luego alzar la mirada y conectar con la dorada de su pareja, el cual estaba bastante sonrojado por su toque.

- Eres cálido.

Comentó con una pequeña sonrisa para luego acariciar sus suaves mejillas, admirando cada detalle de su lindo rostro, sintiendo de nuevo como el de ojos felinos se tensaba en su lugar. Acercó sus rosados labios a una de sus rojas mejillas y lo besó demorándose considerablemente en ese lugar, para luego bajar entre besos hasta sus labios los cuales estaban atrapados por sus blancos dientes.

- Relájate, Pudin. No haré nada que no te guste.

Susurró encima de sus labios, los cuales estaban más rosados de lo normal por las mordidas que el menor se daba a sí mismo. Después de decirle aquello, el menor se relajó un poco, sin embargo, seguía estando nervioso.

Su pulgar acariciaba sus mejillas mientras ambos se miraban directamente a los ojos, el menor daba leves caricias a sus caderas y trataba de que la mirada verde de la fémina no lo pusiera aún más nervioso. La mayor pasaba por algo similar, aquellos brillantes orbes dorados tan parecidos a la acechante mirada de un gato, le estaban dando placenteros escalofríos.

Ahora su pulgar acariciaba el contorno de su mandíbula hasta llegar a su mentón. Sus respiraciones estaban entrelazadas cuando la mayor acarició con una lentitud tortuosa el labio inferior del menor. La respiración de Kenma se estaba descontrolando poco a poco al sentir las caricias de la mayor. Se acercó inconscientemente hasta sus labios, buscando algo que quería pero le daba pena admitir en voz alta.

Sonriendo de lado, la fémina decidió ser la de la iniciativa otra vez. Se acercó hasta que cada uno sintió los labios del otro. Casi después la mayor entreabrió los suyos para atrapar los del Kozume que se había quedado tieso en su lugar, un tierno beso empezó entre los dos. Ambos podían sentir sus pechos tocarse, ella ya había pasado una de sus manos por el cuello del menor y este estaba acariciando cuidadosamente la espalda de la mayor cuando sintió su lengua adentrarse en su cavidad. Su respiración se había hecho aún más torpe y sus caricias pasaron a ser fuertes. 

Cuando la habitación comenzó a calentarse, inesperadamente el que aumentó la velocidad fue el menor quien ya se estaba desesperando. Su besos se volvieron profundos mientras apretaba el cuerpo de la mayor contra él. Con sus temblorosas manos descendió por la espalda baja de la pelimorada y atreviéndose, apretó con ahínco su trasero acercándola hasta sentir su pelvis contra la de él.

Entrelazaron sus piernas y el menor pudo sentir como el muslo de Hina rozaba su entrepierna, separaron sus bocas con las respiraciones agitadas, ambos con los ojos entrecerrados y sus narices rozando.

- ¿Tú quieres seguir, Kenma?.

Le preguntó seriamente mientras veía como el menor había perdido la pena y ahora acariciaba con delicadeza su muslo para luego hacerlo con uno de sus glúteos. El de ojos dorados negó también serio.

- Si seguimos, no podré parar y no dejaré que te vayas mañana.

La mayor sonrió enternecida y luego soltó una risita para restregar su pierna en la entrepierna del menor con suavidad haciendo que el mismo apretara su mandíbula y la viera seriamente, regañandola con la mirada.

- Pero debemos hacer algo con esto o sino no podrás dormir hoy, Pudín.

Susurró entre sus labios a la vez que su mano derecha recorría todo el camino hasta el pantalón de su pijama, refiriéndose a la tortuosa erección que tenía el menor entre sus piernas. Estiró el elástico, jugando con él para provocar aún más al menor, quien ya estaba apretando fuertemente el glúteo de la fémina.

- Hina...

Advirtió entre gruñidos sintiendo como la mayor ya se encontraba tocandolo por encima de la tela.

- Sh, tú solo cierra los ojos y siente. Yo voy a ayudarte con esto, Pudín.

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Hoy tampoco habrá lemon, señorit@s.
Capítulo largo, por lo menos para mí que soy una vaga. Lo siento por la tardanza👋.

¡Look Here, Kenma! || Kozume KenmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora