Grimmauld place

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Capítulo 2

Andrea se despertó al día siguiente con dolor de cabeza. Se incorporó poco a poco y miró el reloj que tenía en la mesilla. Eran solo las seis de la mañana, pero Andrea podía oír los ruidos procedentes de la cocina.

Se cambió rápido el pijama y se espabiló echándose agua en la cara.

Caminó hasta la cocina donde ya estaba toda su familia reunida, Andrea los miró con el ceño fruncido.

Su hermano estaba sentado alrededor de la mesa enfrascado en una de sus lecturas. Su padre para sorpresa de Andrea parecía muy contento, andaba por la cocina más molestando, que ayudando a su madre. Rosella en cambio no parecía muy alegre y parecía que la actitud de su marido la incordiaba. Fruncía el ceño mientras daba la vuelta a las tortitas como si de un momento a otro, fuera a destruirlas con la mirada.

En cuanto Andrea traspasó el marco de la puerta los tres se volvieron hacía ella, cada uno con un aspecto diferente, Bruno levantó la vista de la página y la miró aturdido, la expresión de su madre se relajó y su rostro volvió a ser afable, aunque Andrea podía notar el rastro de preocupación en sus ojos. La sonrisa de su padre se agrandó al verla y en seguida fue a recibirla como si acabara de volver de un viaje muy largo.

—¡Andrea! —exclamó—perfecto.

La asió de la mano y la sentó en la mesa de la cocina. Andrea levantó la ceja exigiendo alguna respuesta por su raro comportamiento.

—¿Por qué no estás hoy en el trabajo? —preguntó Andrea mientras se servía café.

—He pedido el día libre—dijo él sirviéndola el desayuno que le había quitado de las manos a su madre, ella le fulminó con la mirada, pero en cuanto se volvió Andrea su expresión volvió a relajarse.

—Hemos decidido, tu padre y yo...—dijo ella con calma —por favor no te enfades.

Andrea frunció más el ceño.

—¿Por qué debería enfadarme? —preguntó mirándolos a ambos mientras Bruno se volvía a esconder tras el libro.

—Creemos que aquí no estás segura—prosiguió su padre y yendo al grano le dijo—vas a pasar el resto del verano en otro lugar.

—¿Otro lugar? ¿Cómo que no estoy segura? —preguntó Andrea elevando el tono sin darse cuenta.

—Un sitio que tiene la orden donde estarás más protegida—respondió su padre manteniendo la sonrisa.

—Aquí estoy segura.

—No, no lo estás. Hemos hablado con Dumbledore y coincide conmigo...

—Aquí estoy segura—repitió Andrea cortante.

Su madre colocó su mano sobre la suya, pero Andrea la apartó rápido volviendo a mirar a su padre. Dejó el tenedor y apartó el plato. Ya no tenía tanta hambre.

—Andrea por favor, es por tu bien—dijo su madre con dulzura, pero Andrea no reaccionó siguió mirando a su padre.

—¿Y vosotros?

—Bueno...Nosotros no necesitamos esa protección, y no vamos a malgastar el sitio que tienen.

Andrea se levantó con fuerza de la mesa derribando sin querer la taza.

—¡Sí, genial! ¡Mandar a la lunática fuera! —exclamó con sarcasmo—como todos los veranos...

La expresión de su padre cambió, dejando de estar sonriente. La miró con firmeza y Andrea comprendió porque la gente le tenía tanto respeto.

Andrea Bletchley y la orden del fénix ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora