Capítulo 13
A pesar de haber visto a Andrea, Harry ya no estaba tan seguro de los caballos y no quería que los demás supieran que Luna y él tenían la misma alucinación, si eso es lo que era, de modo que no volvió a mencionar los caballos; simplemente se sentó en el carruaje y cerró la portezuela tras él. Con todo, no pudo evitar mirar las siluetas de los animales que se movían detrás de la ventanilla.
—¿Habéis visto a Grubbly-Plank? —preguntó Ginny—. ¿Qué hace aquí? No se habrá marchado Hagrid, ¿verdad?
—A mí no me importaría —dijo Luna—. No es muy buen profesor.
—¡Claro que lo es! —saltaron Harry, Ron y Ginny, enojados. Harry lanzó una mirada fulminante a Hermione, que carraspeó y dijo:
—Sí, sí... Es muy bueno.
—Pues a los de Ravenclaw nos da mucha risa —comentó Luna sin inmutarse.
—Se ve que tenéis un sentido del humor muy raro —le espetó Ron mientras las ruedas del carruaje empezaban a moverse.
A Luna no pareció afectarle la tosquedad de Ron; más bien al contrario: se quedó mirándolo un buen rato como si fuera un programa de televisión poco interesante. Los coches, traqueteando y balanceándose, avanzaban en caravana por el camino.
Cuando pasaron entre los dos altos pilares de piedra, adornados con sendos cerdos alados en la parte de arriba, que había a ambos lados de la verja de los jardines del colegio, Harry se inclinó hacia delante para ver si había luz en la cabaña de Hagrid, junto al Bosque Prohibido, pero los jardines estaban completamente a oscuras.
El castillo de Hogwarts, sin embargo, se erguía ante ellos: un imponente conjunto de torrecillas, negro como el azabache contra el oscuro cielo, con alguna que otra ventana muy iluminada en la parte superior.
Los carruajes se detuvieron con un tintineo cerca de los escalones de piedra que conducían a las puertas de roble, y Harry fue el primero en apearse. Se dio la vuelta una vez más para comprobar si había alguna ventana iluminada cerca del bosque, pero no distinguió señales de vida en la cabaña de Hagrid. Luego volvió a mirar de mala gana, porque todavía albergaba esperanzas de que hubieran desaparecido, a aquellas esqueléticas criaturas que conducían los carruajes, y vio que se habían quedado quietas y silenciosas en la fría noche, y que sus blancos e inexpresivos ojos relucían.
Harry ya había tenido en otra ocasión la experiencia de percibir algo que Ron no podía ver, pero se había tratado de un reflejo en un espejo, algo mucho más incorpóreo que un centenar de sólidos animales lo bastante fuertes para tirar de una flota de carruajes. Si Luna no mentía, aquellas bestias siempre habían estado allí, aunque él nunca las había visto. Entonces ¿por qué podía percibirlas en ese momento, y su amigo no?
Andrea localizó de nuevo a sus amigos y se colocó a su lado sonriente con Ron, pero Harry no parecía moverse.
—¿Vienes o qué? —le preguntó Ron.
—¡Ah, sí! —respondió Harry rápidamente, y se unieron a la muchedumbre que corría escalones arriba y entraba en el castillo.
Harry se quedó mirando Andrea unos segundos de arriba a abajo mientras avanzaban entre la gente.
—¿Tengo algo en la cara? —preguntó Andrea dándose cuenta de que Harry no paraba de mirarla.
—Eh...no—respondió—¿Los ves?
—Vas a tener que ser más específico—le contestó ella cuando se acercaban a las puertas.
—Los caballos...
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Andrea Bletchley y la orden del fénix ☆
FanficEl quinto curso está a punto de comenzar. Andrea no ha pasado un verano muy agradable, encerrada en una casa, leyendo mentiras en el periódico. Está harta del ministerio... ¿Qué pasa si el ministerio también intercede en Hogwarts? Pues que Andrea no...