No debo decir mentiras

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Capítulo 15

Aquella noche, la cena en el Gran Comedor no fue una experiencia agradable ni para Andrea, ni para Harry.

La noticia de su enfrentamiento a gritos con la profesora Umbridge se había extendido a una velocidad increíble, incluso para Hogwarts. Mientras comían, sentados entre Ron y Hermione, Andrea oía cuchicheos a su alrededor.

Lo más curioso era que a ninguno de los que susurraban parecía importarle que Andrea o Harry se enteraran de lo que estaban diciendo de ellos. Más bien al contrario: era como si estuvieran deseando que se enfadaran y se pusieran a gritar otra vez, para poder escuchar su historia directamente.

—Dicen que vieron cómo asesinaban a Cedric Diggory...

—Asegura que se batió en duelo con Quien-tú-sabes...

—Anda ya...

—¿Nos toman por idiotas?

—Yo no me creo nada...

Un grupo de chicas miraban a Andrea desde la mesa del frente.

—Voy a empezar a cobrar por mirar—dijo ella en voz alta para que la oyeran mientras las sonreía con falsa amabilidad, una sonrisa que sus ojos no compartían. Las chicas se giraron asustadas y volvieron a hablar entre ellas.

—Lo que no entiendo —comentó Harry con voz trémula, dejando el cuchillo y el tenedor, pues le temblaban demasiado las manos para sujetarlos con firmeza— es por qué todos creyeron la historia hace dos meses, cuando se la contó Dumbledore...

—Verás, Harry, no estoy tan segura de que la creyeran —replicó Hermione con desánimo—. ¡Vamos, larguémonos de aquí!

Ella dejó también sus cubiertos sobre la mesa y Andrea siguió su ejemplo; Ron, apenado, echó un último vistazo a la tarta de manzana que no se había terminado y los siguió. Los demás alumnos no les quitaron el ojo de encima hasta que salieron del comedor.

—¿Qué quieres decir con eso de que no estás segura de que creyeran a Dumbledore? —le preguntó Harry a Hermione cuando llegaron al rellano del primer piso.

—Mira, vosotros no entendéis cómo se vivió eso aquí —intentó explicar Hermione—. Aparecisteis en medio del jardín con el cadáver de Cedric en brazos... Ninguno de nosotros había visto lo que había ocurrido en el laberinto... No teníamos más pruebas que la palabra de Dumbledore de que Quien-tú-sabes había regresado, había matado a Cedric y había peleado con vosotros.

—¡Es la verdad!

—Harry ella ya lo sabe—musitó Andrea.

—Ya lo sé, Harry, así que, por favor, deja de echarme la bronca —dijo Hermione cansinamente—. Lo que pasa es que la gente se marchó a casa de vacaciones antes de que pudiera asimilar la verdad, y ha estado dos meses leyendo que vosotros estáis chiflados y que Dumbledore chochea.

La lluvia golpeaba los cristales de las ventanas mientras ellos avanzaban por los desiertos pasillos hacia la torre de Gryffindor. Andrea tenía la impresión de que su primer día había durado una semana, pero todavía debía hacer una montaña de deberes antes de acostarse. Empezaba a notar un dolor débil y pulsante sobre su brazo izquierdo. Cuando entraron en el pasillo de la Señora Gorda, miró por una de las mojadas ventanas y contempló los oscuros jardines. Seguía sin haber luz en la cabaña de Hagrid.

—¡Mimbulus mimbletonia! —dijo Hermione antes de que la Señora Gorda tuviera ocasión de pedirles la contraseña.

El retrato se abrió, dejó ver la abertura que había detrás, y los cuatro se metieron por ella.

Andrea Bletchley y la orden del fénix ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora