Capítulo 21
Recorrieron la larga escalera de nuevo en silencio y a Andrea se le hizo eterna. En cuanto llegaron al pasillo se aseguraron de que estuviera despejado. Andrea cerró la puerta lentamente al ver que no había rastro del conserje o su asquerosa gata. Fred se dio la vuelta de nuevo y señaló al muro, parecía muy impresionado.
Andrea se dio la vuelta y observó que la puerta había desaparecido.
—No está...—murmuró Fred desconcertado.
Andrea, que todavía tenía esa sensación de malestar, se encogió de hombros y le dio la espalda empezando a recorrer el camino de vuelta a la sala común.
Por suerte no encontraron a nadie en los pasillos y no tuvieron que volver a correr. Fred intentaba volver a hablar pero Andrea ya no tenía muchas ganas de conversar.
—Mimbulus mimbletonia—le dijo Fred a la dama gorda que ya estaba medio dormida.
El retrato se abrió y entraron a la sala común donde solo quedaba Harry dormido en una butaca.
—Buenas noches—le dijo escuetamente Andrea a Fred antes de sentarse al lado de Harry.
—¿No vas a subir a tu cuarto? —preguntó antes de empezar a abrir la puerta de los dormitorios.
Andrea negó con la cabeza y señaló a Harry que dormitaba con calma en el sillón de al lado. Fred asintió triste, Andrea no entendía por qué, y desapareció por las escaleras. Andrea se quedó contemplando el fuego sin ser capaz de despertar a Harry quien parecía demasiado tranquilo para interrumpirle.
Andrea observó las brasas casi apagadas sumida en sus pensamientos. ¿Le había molestado que Fred hubiera besado a Angelina? Andrea hizo una mueca, pero aquello no podía ser, estaba... ¿Celosa? Negó con la cabeza sonriendo ante la tontería que acababa de pensar.
Andrea notó un chispazo en el brazo distrayéndola de sus pensamientos y Harry se estremeció a su lado murmurando algo incomprensible.
¡Crack!
Andrea miró la oscuridad que invadía la sala.
—¡Harry Potter!
Harry despertó sobresaltado. Todas las velas de la sala común se habían apagado, pero vio que algo se movía cerca de él. Andrea estaba a su lado y contemplaba algo que tenían en frente.
—¿Quién está ahí? —preguntó Harry incorporándose en la butaca. El fuego estaba casi apagado, y la estancia, oscura.
—¡Dobby tiene su lechuza, señor! —dijo una vocecilla chillona—buenas noches Andrea Bletchley.
—Buenas noches, Dobby—respondió Andrea intentando localizarlo.
—¿Dobby? —se extrañó Harry con una voz pastosa.
Andrea escudriñó la oscuridad hacia el sitio de donde procedía el sonido.
Dobby, el elfo doméstico, estaba de pie junto a la mesa donde Hermione había dejado media docena de gorros de punto. Sus grandes y puntiagudas orejas sobresalían por debajo de lo que Andrea sospechó que eran todos los gorros de lana que Hermione había tejido hasta entonces; los llevaba uno encima de otro, y su cabeza parecía dos o tres palmos más larga. En lo alto de la borla del último gorro estaba posada Hedwig, que ululaba tranquilamente y, según todos los indicios, curada.
—Dobby se ofreció voluntario para devolverle la lechuza a Harry Potter — explicó el elfo con voz de pito mientras miraba con manifiesta adoración a Harry—. La profesora Grubbly-Plank opina que ya está bien, señor —añadió, e hizo una exagerada reverencia hasta que su puntiaguda nariz rozó la raída alfombra de la chimenea. Hedwig soltó un ululato de indignación y voló hasta el brazo de la butaca de Harry.
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Andrea Bletchley y la orden del fénix ☆
Fiksi PenggemarEl quinto curso está a punto de comenzar. Andrea no ha pasado un verano muy agradable, encerrada en una casa, leyendo mentiras en el periódico. Está harta del ministerio... ¿Qué pasa si el ministerio también intercede en Hogwarts? Pues que Andrea no...