Tensión

151 31 32
                                    

Cuando Aithana se dirigió al baño pude observar sus manos envueltas en puño y cuando las mantenía entre las mías, le sudaban

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Cuando Aithana se dirigió al baño pude observar sus manos envueltas en puño y cuando las mantenía entre las mías, le sudaban. Sinceramente, mi estado de alerta se activó ante esa cantidad de sonrisas tensas y la postura rígida de mi acompañante pero aun así, me dije a mí mismo que debía evitar preguntar o al menos, por el momento porque no debo exigir explicaciones cuando me fui sin darlas hace siete años. No soy quien y ella evitó hablar luego y lo respeté.

Zac me lleva directo hacia la gran pared que, según me cuenta, es el lugar donde los clientes suelen dejar una frase que los haya marcado en su vida y por lo consiguiente, me incita a mí a dejar mi frase favorita. Sonrío ante la idea y mientras voy pintando con los materiales que me tienden ella me comenta un poco sobre el lugar, es una chica agradable que no deja morir la conversación mientras Thana vuelve y eso me da tiempo de acordarme de aquella frase que leímos hace años en un libro y desde entonces, la acoplé a mi día a día, la plasmo en la pared con mi letra mal hecha y unos cuantos dibujitos y, debo admitir que esto cumple el rol de catarsis.

Son diecisiete palabras que significan mucho para mí.

«No quiero ser una persona reconocida por el mundo… solo quiero ser alguien a quien valga la pena conocer»

Veo a Aithana venir en nuestra dirección y luce mejor que hace unos quince minutos, así que mis hombros se relajan un poco y evito a toda costa hacerme películas mentales al respecto. Quizás sea algún ex ligue o qué sé yo, de todas maneras, ahora mismo todo pende de un hilo.

En cuanto llega hacia nosotros, lee la frase y sonríe con, lo que puedo identificar, nostalgia. Me mira directo a los ojos y deja un beso casto en mis labios y ahí es donde me repito: esta mujer me tiene a sus pies porque diablos, ¡me tiene sonriendo! y me impresiona que aun cuando pasó tanto tiempo se sigue sintiendo como desde el primer día.

No hay mucha conversación de por medio, pero después de unas cuantas despedidas estamos de vuelta al automóvil con música de la radio y cada quien sumido a sus pensamientos, como si las palabras sobraran y, presiento que ambos estamos ansiosos por saber del futuro.
El silencio es apreciativo entre nosotros porque, aunque siempre tuvimos tema del que hablar; cuando había silencio se apreciaba la tranquilidad.

Cuando estaciono el automóvil en frente de la residencia Stone, Aithana respira hondo y abre su puerta, yo la imito y pronto nos hallamos entrando a su hogar que luce tranquilo; percibo un exquisito olor y al retirarme los zapatos como Aithana indica ―ya que un requisito necesario para entrar a su casa era estar en medias―, soy guiado hacia la cocina donde asumimos, se encuentra Cassie.

―¡Hijo! ¡Qué alegría tenerte por aquí! ―anuncia, viniendo hacia mí para darme un fuerte abrazo.

―La alegría es doble Cass. Ya extrañaba mucho la ciudad. ¡Sigues igual de hermosa que siempre! ―halago.

―Por dios, deja de ser tan lame botas, Jethro. Eso le subirá más el ego ―anuncia su hija, abriendo la nevera.

―¡Qué mal educada, Aithana! ―la regaña su madre y me río ante la situación― Gracias por el
halago, Ben me lo repite siempre.
Ella sonríe ante la mención de su esposo y antes de preguntar por él, aparece por el umbral de la puerta.

Amor jovial, puro e inocente | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora