EXTRA 1» El poder de una promesa

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―¿Estás seguro de hacer esto, Jethro? ―inquiere mi madre, apoyada en la ventana

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―¿Estás seguro de hacer esto, Jethro? ―inquiere mi madre, apoyada en la ventana.

―No, má ―respondo. Se me escapa un suspiro y le regalo una sonrisa en forma de despedida. Ella me devuelve la sonrisa y se aleja de la ventanilla, me lanza un beso y la miro una última vez antes de que el automóvil arranque para llevarme al aeropuerto.

Estoy a punto de quizás, hacer la cosa más loca que he hecho por alguien en mi vida.

Viajar a través del Océano Atlántico con destino a Canadá desde Italia suena bien. Un viaje tranquilo de turista o de trabajo, pero ¿viajar para tocar en un concierto con una de las cantantes femeninas más famosas del momento?

Se lee como una locura, ¿no es así?

Pero todo sea por volver. Por cumplir promesas y cerrar un ciclo que, siendo sinceros, no sé si estoy listo para cerrar, que todo sea por subir a ese escenario y tocar como nunca, sentir esa electricidad y adrenalina en mi sistema nervioso.

Que todo sea por volver a verla...

Siamo arrivati, giovanotto* ―expresa el taxista. Saco mi billetera y le tiendo el pago del viaje. El señor amable me recibe el dinero y se baja para ayudarme con mis maletas.

Grazie molte. Bella giornata* ―respondo.

Cuando el señor se sube a su auto, tomo mis maletas y respirando hondo me dirijo hacia la taquilla para retirar mis boletos y pasar a la sala de espera. Los nervios me carcomen y eso me lleva a mover la pierna derecha de forma frecuente para canalizar mis nervios. Reviso las noticias, escucho música y juego Candy Crush mientras llaman a la sala de embarque.

Volver a Canadá nunca se sintió como un sueño lejano, porque siempre tuve presente volver a mi tierra pero, siempre que tenía boletos algo sucedía. Después de la cuarta vez que se me impidió viajar no volví a insistir, y eso fue hace dos años. Así que después de asegurarme de que todo iba a salir bien y ningún inconveniente podría entrometerse en mi misión, aquí estoy.

Cuando uno sale de casa y de su zona de confort se siente como una cachetada mental.

Se explora un nuevo entorno y una nueva realidad toca nuestra puerta con la esperanza de poder adaptarnos a ella. Cuando a mi familia y a mí nos tocó salir de Canadá por razones que se escaparon de nuestras manos, sentí como si algo faltara durante mucho tiempo, sentí soledad y tristeza porque todo lo que conocía de pronto se me fue arrebatado de las manos. El rumbo lo sentía incierto y no disfrutaba de las bellezas que me rodeaban que por cierto, eran muchas.

Era un nuevo territorio por conocer y el nuevo inicio se me dio fatal, hasta que un día me dije a mí mismo que ya era suficiente de lamentos y tristeza, que debía aprender a vivir con el hecho de que, aunque Canadá era el país donde nací y crecí, Italia estaba esperando que me levantara de mi letargo y demostrara de qué estaba hecho.

Amor jovial, puro e inocente | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora