Un par de corazones rotos

357 60 50
                                    

Cuando obtuve mi primer corazón roto tenía dieciséis y él diecisiete años

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Cuando obtuve mi primer corazón roto tenía dieciséis y él diecisiete años.

Una tarde de marzo estábamos al lado del otro, con la vista fija al cielo nublado y Taylor Swift sonando de fondo. Jethro llamó mi atención quitando la música de los parlantes, y él muy bien sabía que mi momento musical era sagrado, así que fue una buena estrategia para hacer que volteara a verlo.

―Debo contarte algo, Aithana ―dijo, acercándose más a mí.

―¿Qué pasa?, ¿Por qué quitas mi música? ―reclamé sonriendo, pero inmediatamente mi rostro cambió cuando vi su semblante.

―Es un tema serio y necesito que me entiendas ―reiteró, la voz se le hacía pesada y no me miraba a los ojos.

―Puedes hablar y sabes que no te juzgaré, Jet ―pronuncié y a su vez, tomé su mano para darle conforte. Su tacto era cálido y su piel se sentía suave junto a la mía, otorgándonos un poco más de intimidad en el momento de tensión.

Vaciló por un momento y, sin anestesia, por fin habló.

―El fin de semana partiré a Italia con mi familia.

―¡Eso es muy bueno, Jethro!, ¿Por qué sería un tema serio? Sabes que me encanta cuando visitas a tu familia y luego traes souvenirs.

―Es una visita indefinida, Thana. No tenemos fecha de regreso.

Ahí todo hizo click en mi cerebro y los recuerdos del último mes se recopilaron rápidamente.

―¿Qué dices? ¿Por eso últimamente salimos más, compras mis golosinas favoritas y tu mamá visita tanto a la mía? ―mi voz se fue quebrando y retiré mi mano de la suya. De pronto su tacto no se sintió sincero.

―No, o bueno… sí. Espera, no, no. No es por eso― respondió, nervioso y vacilante.

―¿Desde cuándo lo sabes? ―pregunté.

―Hace un mes…― dijo, con sinceridad.

―Es decir, que desde el catorce de febrero, más o menos; que estuvimos juntos en nuestra primera cita, ¡sabías que te irías a otro continente!, y aun así no dijiste nada― dije, a punto de llorar. Y digo a punto porque esa tarde tenía máscara de pestañas y un bonito delineado que por nada del mundo podrían estropearse.
Él cerró los ojos y su expresión denotaba tristeza e ira al mismo tiempo.

―Sí, lo sabía, Aithana. Sabía que me iría, pero no sabes cómo me sentí ese día, ¡estaba que saltaba de la fortuna!, me sentía feliz de poder tomar tu mano después de haber descubierto que me gustabas cuando era un niño de diez años, estaba jodidamente feliz porque eres mi mejor amiga desde que tengo uso de razón y perdimos el miedo a cargarlo todo ―Jethro gesticulaba con las manos y se oía exasperado, como si intentara convencerme.

―Eres un egoísta, Jethro ―zanjé, queriendo dar por finalizado el tema.

―No digas eso, Thana… sabes que para mí eres una pieza fundamental en mi sistema de engranajes.

Él y yo siempre habíamos dicho que éramos como un sistema de engranajes, si uno funciona correctamente, el resto del sistema puede funcionar sin problema alguno, siendo así una acción de trabajo arduo en equipo. Si uno estaba triste, el otro buscaba la manera de hacerlo feliz y, si uno estaba que rebosaba de alegría, el otro disfrutaba del sabor de la felicidad de su mano. En nosotros estaba pactado silenciosamente un acuerdo mutuo de sinceridad y lealtad hacia el otro y por eso, que me dijese que era una pieza fundamental me caló tan hondo que sentí mis ojos llover a cántaros.

―Si hubiese sido una pieza fundamental en tu engranaje, nunca me habrías mentido sobre lo que se aproximaba― dije, mirando hacia otro lado.

―¿Por sobre lo que yo pudiera sentir, hablas en serio? ―pregunté, anonadada por su respuesta.

―Compréndeme, por favor hazlo. No te pido que me esperes o algo similar, no soy quien para pedirte tal cosa, pero por favor, ¡no me odies!, no está siendo mi elección ―musitó, al borde del llanto.

―No te estoy odiando, me siento lastimada, sí, pero un corazón roto no deja de latir, leí por ahí.

―A fin de cuentas, somos un par de adolescentes. Pero prometo que volveré, vendré a verte apenas pueda y cumpliré con mi promesa de ir a un concierto juntos de nuestro artista favorito, o la de viajar por Latinoamérica y luego Europa ―exclamó. Su lenguaje corporal destilaba derrota, tristeza, cansancio, y pienso en cuantas oportunidades tuvo para decirme que se marcharía, y aun así decidió no hacerlo.

―Ya eso lo veremos. Nos vemos, Jethro ―dije, por fin levantándome del pasto y emprendiendo camino a casa.

―¡Aithana! ―gritó.

Volteé en su dirección y ver su rostro afligido me afectó aún más.

―¿Sí?

―Volveré por ti. No me olvides.

Asentí débilmente y le sonreí, siguiendo mi camino.

Promesas, promesas, promesas... armas de doble filo.





¿Hola? tengo el corazón triste

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¿Hola? tengo el corazón triste.

¿Que hubiesen hecho ustedes en ese caso?👀

¡Cuéntenme! 🙌🏽

¡Cuéntenme! 🙌🏽

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.





Amor jovial, puro e inocente | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora