EXTRA 2 » La correspondencia y la magia del amor

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Estoy riéndome como una desquiciada

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Estoy riéndome como una desquiciada. Estoy por entrar a la iglesia y no puedo creer el protocolo sorpresa que han preparado mis amigas para darme la bienvenida a la bonita iglesia que será testigo del matrimonio de un par de mejores amigos.

Papá me lleva de su brazo izquierdo y se ríe a la par, durante la marcha nupcial no está sonando el Ave María como se había acordado. Por el contrario, se escucha una canción romántica y bailable. Mis amigas se pasan sus ramilletes de damas de honor entre sí, hacen una pequeña coreografía con sus acompañantes y todos los presentes vitorean. Yo estoy a punto de llorar y mi padre me mira, tendiéndome un pañuelo blanco. Lo tomo entre mis manos y espanto las lágrimas por salir.

Sonrío a los flashes, me río otro poco del pequeño bailo y también disfruto de mi entrada sobre la alfombra roja. Amigos y familiares saludan, algunos derraman algunas lagrimitas y Jethro… qué decir de él.

Espera por mi en el altar, su cabello luce un poco más largo de lo habitual y está peinado de forma estratégica y elegante, una dulce sonrisa decora su rostro y algunas lágrimas le hacen compañía a la imagen que me da. Está moviéndose al ritmo de la canción y no puedo esperar el momento de tenerlo frente a frente.

―Te amo, mi pequeña ―susurra mi padre cuando llegamos al altar. Se posa frente a mí y deja un beso en mi frente. Asiento y respondo que también lo amo.

Tiende mi mano derecha a Jethro y me entrega a él, como en esas películas románticas donde hay casamientos le dice algunas palabras que no reconozco y luego se va. La madre de Jet repite la acción de mi padre y cuando toma mis manos susurra:

―Mi tesorito compartirá el resto de su vida con su mejor amiga y no hay más nada que me haga feliz en este instante, preciosa. Cuídalo mucho, tanto como él cuidará de ti. Bienvenida a la familia, Aithana.

Le sonrío y le regalo un abrazo. En estos momentos tengo tantas palabras atoradas en mi garganta que se me hace imposible formular algo coherente.

Cuando por fin tengo a Jethro frente a mí, confirmo una vez más que con él nunca fue suficiente comparar las mariposas en el estómago con los nervios, porque siempre se siente como un ejército de elefantes cuando me mira.

Me sonríe y susurra que luzco hermosa.

―Tú luces guapísimo, bombón ―le devuelvo el susurro.

El sacerdote llama nuestra atención y todos toman asiento en sus lugares.

―Bienvenidos, hermanos, a la celebración eclesiástica de la unión de Aithana Stone y Jethro Bianchi.
El sacerdote le da inicio a la homilía.

Escuchamos atentos, sonreímos y nos regalamos miradas de soslayo cargadas de emoción, alegría y por sobre todas las cosas, amor…

―¿Han venido aquí a contraer matrimonio por su libre y plena voluntad sin que nada ni nadie los presione? ―pregunta el sacerdote.

Amor jovial, puro e inocente | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora