Alucinante

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Jethro

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Jethro.

Son las tres de la mañana y estoy fascinado.

Tengo en mis manos un cuadernillo de dibujo en el que se nota que han dejado de dibujar hace tiempo, pero cada trazo luce intacto en cuanto a color y textura.

Antes de salir de casa de Aithana, su madre dejó en mi bolso un cuadernillo de dibujo que en cuanto la caché colocándolo con mis pertenencias me hizo una seña para que no preguntara ni hiciera gestos, así que con ciertas interrogantes en mi cabeza ignoré lo que estaba haciendo y en cuanto llegué a la que ahora es mi casa provisional, me puse a ver minuciosamente cada dibujo que yace en el cuadernillo que tengo en mis manos justo ahora.

Cuando me fui y pasé ese año hundido en una tristeza espantosa conecté mucho con eso de escribir cartas y pronto me vi creando versos a los que le coloqué melodía luego, pero al menos dos veces al mes le escribía a Cassie para que le imprimiera a Aithana algunas de las que le escribía; algunas más breves que otras, algunas solo decían que la quería y en otras le narraba cosas que me había sucedido.
Ninguna tuvo una respuesta.

Cada vez que Cassie decía “ella solo la recibió, Jet” cuando le escribía para saber si había logrado que me leyera, respiraba hondo y lo dejaba pasar, aunque internamente no se sintiera bien; pero poniéndome en sus zapatos y viéndolo como ella o el caso de que hubiese sido al revés, creo que yo hubiese tenido la misma reacción y hubiese querido colocar tierra de por medio, así que simpatizaba con su postura y guardaba la esperanza de volverla a ver.

Ciertamente dolió mucho porque veamos… Fue mi primer corazón roto, había silencio de por medio y estaba solo, sin mi mejor amiga y primera novia; desde luego no fue una buena combinación.

Así que escribí mucho, salí de mi pozo que sí tenía fondo y me enfoqué en la carrera, en la música y poco a poco se fueron presentando oportunidades, así como también dejé de escribirle con frecuencia.

Empecé a aceptar que no me quería más en su vida y me dispuse a empezar a respirar conscientemente y ahora mismo con este cuadernillo en mis manos, me doy cuenta de que Aithana tenía miedo.

Y quizás lo siga teniendo.

Cada dibujo es distinto, todos están a lápiz y tienen ese toque refinado en cada trazo que me hace alucinar. En algunos detalla el verde de mis ojos, en otros resaltan mis pecas y dibuja mi espalda. Mis facciones se ven tan delicadas y varoniles a la vez que me cuesta mucho asimilar que ese ahí plasmado soy yo. En las esquinas de cada dibujo hay una foto de referencia y cada una me trae recuerdos distintos, evoco cada sonrisa y lo que sucedió en el inmortal recuerdo que tengo en frente; también palpo las líneas y su textura es etérea. Dibuja precioso.

También tienen algunas palabras detrás del retrato y cada uno me hace sonreír de distinta manera y chillar como un niño pequeño porque me siento inmensamente emocionado y también tengo estos sentimientos encontrados en mi pecho porque definitivamente, ella fue evasiva ante mis palabras pero me dibujó y esto me hace aumentar un poco la esperanza porque también pensó en mí.

Aithana me tiene alucinando.

Bebo un poco del vino que tengo en mi copa y sigo pasando páginas, sigo maravillándome de su arte y me encuentro una lista muy curiosa de “cosas que hacer antes de morir” que hicimos cuando teníamos alrededor de quince y dieciséis. Leo cada punto y me río de lo que pensábamos en aquel entonces, de las aspiraciones que teníamos y que todos los puntos engloban un “juntos”.

Me pregunto seriamente si aún estamos a tiempo de cumplir todas nuestras metas y cada punto planteado en esta lista.

Siempre me tildaron de masoquista cuando por indiscreción me cachaban escribiendo cartas, alguna novia que tuve me cacheteó por decirle que Aithana había sido mi primer amor y mamá me intentó prohibir volver a Canadá, porque según su “opinión de madre”, yo necesitaba sentar cabeza con una muchacha italiana de buena familia que estaba interesada en mí. Pero siempre me acoplé al dicho que dice «si ese amor fue tuyo, volverá» y también al hecho de que prometí volver a ella, siendo su amigo o como fuese, pero necesitaba fervientemente terminar de escribir esa estrofa que nunca terminé de nuestra canción y, de ser posible, empezar una nuevos versos y melodías; siempre de su mano.

Así que ahora estoy aquí, siete años después, para continuar con esa canción melodiosa que empecé a escribir hace algunos años.

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Jethro tiene mi corazón. No diré nada más <3

 No diré nada más <3

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