Flores amarillas

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―Despertar esa mañana a su lado fue agridulce

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―Despertar esa mañana a su lado fue agridulce. Fue desconcertante también.

―¿De qué otra forma podrías describir esa mañana? ―inquiere Grecia, mi compañía de hoy.

―Nostálgica porque recordé que lloré antes de quedarme dormida. Vulnerable porque sentía esa imperiosa necesidad de hablar con Jethro sobre lo ocurrido el día anterior e impotente porque aún así, no pude decir palabra alguna. Me desperté primero que él, así que aproveché para hacer el desayuno y organizar muchos pensamientos que se hallaban en una laguna, había bebido, pero eso no me hizo olvidar mucho de lo que hablamos; aunque hay ciertas cosas que no recuerdo ―explico.

Una vez al mes visto a Grecia en su consultorio. Empecé a frecuentar el consultorio cuando tenía veinte y estaba a mitad de carrera universitaria porque sentía que muchas cosas no estaban yendo del todo bien en ese momento, así que en una de las visitas que le hice a mis padres, tomé la iniciativa de decirles que quería asistir a terapia; lo cual desencadenó un montón de interrogantes por parte de ellos, pero terminaron comprendiendo y fue cuando empecé a frecuentar este lugar. Al principio no tenía una dirección muy estrecha con la razón de asistir y pronto empecé a darme cuenta de que realmente me hacía bien, de que no estaba mal venir a conversar con alguien que le pudiera dar nombre a lo que sentía y… luego de eso, dejé de venir por miedo a ser juzgada y me sentía tan perdida que me vi en la obligación de hablarlo y como en los últimos años, Grecia me estaba esperando. Terapias progresivas y semanales, hasta que las citas pasaron a ser mensuales. Y aquí estoy el día de hoy, recostada en el diván de su consultorio hablando de lo atorrante que es sentir que avancé y luego sentirme estancada.

―¿Cuál crees que fue el desencadenante de todos estos pensamientos intrusivos, Thana?

―Joe. Fue Joe. Él apareció en mi café hace alrededor de un mes, cuando Jet volvió. Tenía esa sonrisa petulante de siempre y dijo cosas desconcertantes, como que deberíamos salir por un café y eso. Luego volvió a aparecer cuando estaba con Ana y Kells en el café. La misma situación ¡y me quedé callada! era como si me pusieran en mute y no podría moderar palabras. Jethro llegó justo y lo mandó a volar, pero pasé el resto de la tarde muy tensa.

»Me sentía muy… muy ajena al lugar, a la situación. Entré como en un transe y luego que reaccioné, vino la rabia y el miedo, porque… ¿por qué volver? ¿por qué aparecer así en mi lugar sagrado? ¡diablos, Grecia! él debería estar viviendo su gran vida en otro lado, no viniendo a buscarme después de haber sido un desgraciado ―exclamo. Las palmas de las manos me pican, siento el corazón agitado y tengo calor, mucho calor. Leves temblores paulatinamente me saludan y mi respiración falla.

―A ver, Thana. Vamos a respirar juntas ¿sí?

»Estás a punto de tener un ataque de pánico. Así que vamos a tomar unas cuantas respiraciones juntas hasta volver a la normalidad, a ver. Inhala profundo… retiene cinco segundos y suelta ―dice, mientras frota su palma derecha en mi espalda.

Amor jovial, puro e inocente | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora