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Estaba abrazada a mí, con su cuerpo pegado a mi espalda. Nuestras piernas estaban cruzadas, abrazadas, y estabamos en una diagonal de la cama, con todas las mantas en el suelo, menos la que nos envolvía.

Volteé despacio, porque me dolía mucho la cabeza y no quería molestar a Mina, encontrándome con una sonrisa dormilona, unos ojitos brillantes y un cabello digno de un huracán.
Sus piernas soltaron las mías y dió un lento movimiento buscando llegar a estar sobre mí.

Anoche habiamos bebido mucho, jugado en la arena, jugado por los muebles de la casa; Voy a llegar a lo que quiero llegar, porque creo que si lo explico, si me siento a explicarlo muy en detalle, podría morir antes; Y ella se veía perfecta. Su piel fría que abrazaba la mía con amor, sus labios llenos de labial corrido por mi saliva, su cuello lleno de marcas.

Le pedí 5 minutos, debía ir al baño, ducharme y aprovechar para tomar un par de calmantes, porque... Puedo jurar que el ponchazo que sentía en mi estómago, no era simplemente por alcohol, eso era un cáncer asesino.— ¿Está todo bien? —Preguntó desde la puerta al verme con los ojos llorosos.

Volteé asustada y respiré hondo.— ¿Prefieres que te diga la verdad y te duela, o que te mienta y te haga feliz un rato más hasta que termine cayendo en la verdad? —Me abrazó, sin importarle que llevara una toalla humeda rodeando mi cuerpo.

— ¿Qué hiciste ahora? —Reí ante esa suposición de su parte.

— ¿Recuerdas que me dijiste que moriría por fumar? Bueno, resulta que creo que lo estoy logrando. —Suspiró molesta.— Tengo cáncer, Mina.

Me miró a los ojos y soltó un suspiro, parecía estar aliviada, cosa que me pareció rara, yo esperaba llantos y pataleos, maldiciones.

— ¿Lo sabías? —Pregunté cuando desvió su mirada, entonces rió.

— ¿Crees que soy estúpida, que estoy sorda o que estoy ciega? Porque espero que no pienses lo primero. —Dijo con una sonrisa.— Jeongyeon, desde hace meses te levantas en el medio de la noche, vas al baño, tomas muchas pastillas, y vuelves, recostándote lento, adolorida. —Me abrazó.— Además te escucho quejarte, y veo el dolor en tu cara... —Suspiró.— Además viniendo de una mujer que come de mujeres, que se droga, fuma, y que ha bebido como loca durante mucho tiempo, era de esperarse algo así, nadie es de acero.

— ¿Por qué no dijiste nada?

Sonrió con tristeza.— Creí que era tu derecho decírmelo, algún día lo harías ¿No? —Besó mi mejilla.— Sé que confías en mí, y entendía que tendrías que prepararte para decirme.

— Te amo. —Me besó.

— ¿Es grave?

— Va a matarme pronto, no he hecho nada para curarme, y no pienso hacer nada. —Iba a abofetearme, pero, antes de hacerlo, cerró el puño y dejó caer su cabeza en mi pecho.

— Si quieres hacer el desayuno quiero un café. —Besó mi mejilla, entonces entendí que debía irme del baño, así que caminé a la habitación, me vestí y fuí a preparar el desayuno.

Luego de un rato ella apareció con un vestido y una sonrisa, con el cabello con rulitos pequeños por la humedad que lo cubre.

— Bueno, si no me sonríes no puedo ser feliz. —Susurra en mi oído luego de mirarme durante algunos segundos.

La miré.— Te amo. —Sonrió.

— No harás ningún tratamiento, pero no morirás de cáncer ¿No es así? No es romántico.

— Odio que me conozcas tan bien.

— ¿Cuándo lo harás?

Respiré hondo.— Aún estoy bastante bien ¿Sabes? Necesito veinte calmantes por día y me duele como la mierda. —Respiré hondo.— Lo haré la próxima senana.

— ¿Ah sí?¿La próxima semana? —Estaba muy enojada.

— Eso dije.

— Desearía poder golpearte, Jeongyeon. —Dijo seria, yo Reí.

— ¿Y por qué no lo haces?

— Porque estás enferma y eso te hace estar en desventaja. —Se alejó de mí y apoyó sus manos en su  cabeza.— ¡¡¡De verdad quiero abandonarte ahora e irme con algún cincuentón feo, pero no quiero dejarte porque te amo y sé que no podré verte nunca más!!! —Dijo comenzando a llorar.

— Cariño, no... —La abracé, ella correspondió pronto.— No hagas eso... ambas sabemos que, aunque yo esté moribunda, soy mejor que un cincuentón.

Rió entre llantos.— Eres una idiota y te odio. —Me apretó con fuerza y llenó de besos mi cuello, con cariño.— ¿Tu familia sabe como acabará esto?

— Lo hablé con ellos antes que con nadie. —Acarició mi mejilla.— Estuvimos juntos las últimas semanas, por eso no pude estar contigo.

Limpié sus lágrimas y dejé un pequeño beso en su nariz.— ¿Y qué pasará cuando mueras?

— Dahyun mandará a alguien a buscar mi cuerpo, lo devolverán al país y me harán una linda cremación. —Acaricié su mejilla.— Además te cuidará en el viaje de vuelta a casa, aunque puedes quedarte aquí, si quieres, es tuya durante unas 3 semanas más.

— ¿De qué servirían 3 semanas más si no estaré contigo? —Sonreí.

— No sé, pero si encuentras a algún cincuentón sensual podrás hacer que me revuelque en mi tumba del odio. —Sonrió.

— Te amo ¿Me amas?

— Te amo. —Nos abrazamos amorosamente y ella se quedó viéndome.

— Voy a extrañarte muchísimo.

Mantenimiento - Jeongmi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora