Que mal suena la palabra casamiento

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Mina se fue un Lunes y no volví a saber de ella hasta la noche del Martes, en la que me dijo que al día siguiente podía pasar a ver a mi hijo desde las 16 a las 18, a las 18:30 llegaba Momo.

Cuando fui ella no me dirigía la mirada, me permitió mirar su mano, que estaba, sorprendentemente, curada.
La saludé con un abrazo, pero no quiso besarme.

Ese fin de semana me rechazó, el miércoles volví a ver a mi hijo.
Fue eterno el tiempo sin ella, las horas avanzaban demasiado lento y ver que ella no respondía mis mensajes no me tranquilizaba.
Tampoco me tranquilizó que me pidiera que la buscara en su casa por la noche, ni que me llevara a un lugar lejano con mi propio auto.

La oscuridad cubria su cara, pero al encender la luz no me calmó ver sus lágrimas.— Te extrañé Jeongyeon. —Susurró con una sonrisa, yo también sonreí y ella se subió en mis piernas, nos abrazamos.

— Yo también te extrañé. —Nos besamos varias veces y acaricié su mejilla.

— Te ves hermosa. —La luz de la luna me permitió ver su cara, que estaba limpia, limpia de maquillaje, de golpes. Solo tenía espacio en ella para mis besos.

Mis pensamientos se deshacen, al igual que mis preocupaciones, mientras siento como sus manos se afilan suavemente contra las papilas de la humeda lija en la que los sabores se intensifican. Algo brilla frente a mis ojos y puedo oír el rugir del sol.
Un soldado corre apresurado por la ruta de mi abdomen, saltando, y, pronto, atravesandome como una pequeña y filosa daga. Así es como el cielo presencia la caída de las mismísimas estrellas, el choque del Sol y la Luna, acompañado por un "Aah" que hace que el corazón parpadee con la velocidad de mil caballos.
Me siento traicionada y amada, me siento viva, libre, soy libre y vuelo, como globos rellenos de suspiros al espacio, donde lo único que existe es ella. Sí, ella, Mina y sus ojos, que me piden y me dan poesía, poesía pura y duradera, que contagia de adrenalina a nuestros cuerpos, matándolos y dejandolos en decadencia y agotamiento.

Para nosotras ya no existe ni una gota de esperanza, estamos tan atraídas por lo impuro de nuestra pasión, de nuestro amor, que no tenemos escapatoria. El mal está junto a nosotras, ya no podemos irnos de él, porque nos envenenó y una vez que eso sucede solo hay una salida, salida que esta muy lejos y nuestra pereza nos obliga a permanecer así, juntas.

La culpa palpita, pero se ve superada al escuchar un suspiro de Mina y luego una frase que me hace volver a la realidad como una bofetada que me da vuelta la cara y me llena de dolor.— Momo se va a casar.

Hoy es un buen día para morir.— ¿Qué?

— Quería decírtelo, lo sé desde el Viernes pasado. Tu hijo no sabe, por ahora. —Ella quitaba nuestra ropa del asiento y la dejaba en los asientos de adelante mientras hablaba.— ¿Estás molesta? —Miró a su derecha, para verme de reojo, yo me arrodillé y me pegué, por detrás, a ella.

— ¿Molesta? Sí. —Acaricié su estómago con mi mano derecha, con la izquierda subí hasta tomar uno de sus pechos.— ¿Contigo? Definitivamente no. —Nuestros labios se unieron.

Esto ya es una pura y dura excusa para no llorar, para mostrarme fuerte y orgullosa. Creo que Mina lo sabe, pero entiende que la necesito, por eso acepta hacer todo esto conmigo.

Un rato después.

— Mis padres se van a divorciar. —Susurró pensativa.— No se lo había dicho a nadie antes, creo que fue porque estaba triste. —La miré.— Me enteré cuando caminaba junto a su casa, antes de ir a trabajar, no sé qué hizo mamá, pero papá le pidió que se divorciaran. —Cerró sus ojos.— Es posible que sea solamente una separación temporal, otra vez, y que estén separados durante unos meses y después vuelvan corriendo al otro porque saben que se aman.

Su carita se undió entre mis pechos, y respiró hondo, yo acaricié su cabello.— Ha sido un tiempo difícil. —Murmuré.

— Ah, mi novio finalmente consiguió un puesto de trabajo importante en el hospital, ahora sí ejerce en sus propias reglas su área. Fuimos a cenar y estuvimos durante varios días en su casa, festejando, juntos. Me dijo que me amaba, se disculpó por no decirlo nunca, pero dijo que se sentía cargoso al decirlo. —Se dió vuelta para mirar al techo.— Estoy muy confundida. Siento demasiadas cosas, han sido muchos sentimientos juntos. Lo peor fue que le dije que yo no sabía si lo amaba, tampoco sabía si podía amarlo, porque mis sentimientos estaban borrosos el día de la fecha. —Rió con frustración.— No sé que me pasa, me siento terriblemente mal.

Besé su cabeza y me miró a los ojos.

— ¿Qué pasaría si yo te dijera que te amo? —Definitivamente nos fuimos a la mierda, creo que lo mejor es terminar con esto por hoy, ya es demasiado.

Solté aire por la boca y le sonreí, le dí un beso y la hice salir de mí, entonces tomé mi ropa y me vestí, ella hizo lo mismo, algo triste.
Volvimos a nuestros asientos y le pregunté si le gustaría quedarse a comer en casa, pero se negó, dijo que estaba muy cansada.
La llevé a su casa y nos despedimos con un breve beso, un abrazo y la susurrada promesa de vernos otra vez.

Ella salía de mi auto, una vez más, igual que siempre, pero, ahora, de una manera diferente, triste, definitivamente triste.

Había entendido que conmigo no puede hablar de amor, o que no quiero escucharla hacerlo, mucho menos ahora.
Sé que después de tantas noticias está confundida, necesita pensar y no ser impulsiva, porque si lo es, si llegara a serlo, acabaríamos mal, muy muy mal.

Mantenimiento - Jeongmi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora