Cosas de familia

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Nos vimos una sola vez más esa semana, es que, la muchacha apareció afuera de la casa y tuve que invitarla a pasar.

Se sentó en mis piernas y me miró, me miró hablar, escuchar, reír, decirle "Te quiero". Sospecho que solo fue a eso, que ese era su propósito de ir, verme y hablar.

Vestía una camiseta rosadita con tirantes, que no era escotada, pero lucía muy bien sus pechos, además de unos pantalones cortos que le quedaban pintados. Se veía bella. Con su rubio cabello suelto y alocado, que, como siempre, me hacía sonreír hasta que mis mejillas dolieran.

— Mentí el otro día. —Susurró en mi oído con una mirada culpable.
Mis manos acariciaron su nuca y un beso se posó en su hombro.
Tenía sabor a perfume, porque llevaba uno con una fragancia que parecía abrazarme y obligarme a estar más cerca.— En realidad no me pidió que nos casaramos, quiere que vivamos juntos, porque ya estamos saliendo hace mucho, "ya es hora de empezar con una formalización", ya sabes, hacerlo... Serio. —Mi lengua se topó con un tirante de su camiseta, por lo tanto, lo moví un poco.— Le dije que No, tendré una relación más cercana con su madre, si eso es lo que quiere, pero que no me mudaría con él.

— Qué triste.

— ¿Por qué? Aún no estoy lista. No quiero dejar ir todo eso que se me ha dado hace tan poco. Esa libertad de caminar desnuda por la casa, de invitar a quién yo quiera, dormir y comer cuando se me de la gana...

— Follar conmigo. —Agregué en un susurro, llevándome una leve risita.

Continuó.— ...Poder salir sin tener que darle explicaciones a nadie y poder volver a casa cuando yo quiera. —Sus labios dejaron un beso en mi cabeza.— ¿Entiendes lo que digo? —Asentí.

— ¿Tienes una mala relación con su madre? —Nos miramos a los ojos y besé su mejilla.

— Yo no diría mala, sino que casi no tenemos relación. Ella no confía en mí, yo no estoy interesada en conocerla, pero, cuando debemos hablar, hablamos.

— Claro. —Musité.

— En unos días iremos a almorzar con ella, tengo miedo de lo que pueda suceder.

— ¿Y qué cosa tan mala podría suceder? —Besé su otra esponjosa mejilla, esta vez mordisqueandola levemente.

— No sé. Se llama Park Jihyo, la conoces, es... —Una hija de puta.— Abogada.

— Eso no justifica nada. —Dije seria, ella rió.

— Claro que no, pero es rara, no en un mal sentido, aunque, igualmente, no quiero tener relación con ella.

—  Y si no quieres hacerlo ¿Por qué lo harás? —Me miró divertida, entonces tomó mi barbilla, haciendome verla a los ojos.

— Porque mi novio quiere que lo haga y yo quiero que sea feliz, además, tener una buena relación con ella, ayudará a que no nos moleste.

— Sigo creyendo que no vale la pena.

— No voy a discutirlo. —Bajó con su mano a mi cuello, como un mimito.

— ¿Entonces me darás la razón? Qué bien.

— ¡¡Jeongyeon!! —Me empujó, dejándome caer en el sillón, con ella encima de mí.

— Qué rápida... —Le murmuré.

Su cuerpo se separó del mío repentinamente, sentándose.— No lo hice con esas intenciones. —Susurró.

— ¿Ah no?¿Y cuales eran tus intenciones? —También me senté, acomodando las piernas.

— Quería que callaras... —Asentí.

Mantenimiento - Jeongmi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora